Alo largo de la vida de Paul McCartney, las mujeres ocuparon un lugar central: para los amantes de sus canciones, fueron musas inspiradoras, artífices de una lista que incluye baladas de amor como “And I Love Her”, “Here, There and Everywhere” y “Maybe I’m Amazed”. Para él, en cambio, significaron mucho más: un motor, la ilusión, compañía, colaboración, influencia, dolor, decepción, calma, seguridad, y la invitación a volver a confiar en el amor. Después de Linda Eastman y Heather Mills, el ex Beatle encontró en Nancy Shevell a su “valentine” perfecta, alguien a quien amar para toda la vida.
De “las novias de Paul” a la mejor compañera
Paul tenía apenas 20 años y un futuro prometedor con The Beatles cuando empezó a salir con Dorothy Rhone, la chica que puede ostentar el título de “primera novia formal” del músico. La relación duró dos años: en 1962, con los primeros éxitos de la banda, McCartney decidió darle rienda suelta a las aventuras. Incluso se lo vinculó con una exnovia de John Lennon que, luego, tuvo un affaire con George Harrison. Pero las andanzas le duraron poco y de inmediato el compositor dejó en claro que, en su vida, los vínculos duraderos iban a ser la regla: en 1963 conoció a la actriz londinense Jane Asher, se enamoró y apostó a la convivencia. Si bien llegaron a comprometerse, Jane decidió terminar la relación cuando descubrió que Paul la engañaba con Francie Schwartz, una guionista estadounidense. También tuvo un romance secreto con la modelo Maggie McGivern.
Cuando en 1967 Linda Eastman apareció en su vida, todo cambió para McCartney. Ella era una reconocida retratista del mundo del rock, famosa por sus fotos de Aretha Franklin y Jimi Hendrix, una mujer divorciada con una hija que de pronto se convirtió en su incondicional compañía. Él era ya una leyenda mundial. El 12 de marzo de 1969, entre la lluvia, los gritos y el llanto de sus fans -en una escena completamente surrealista- el último Beatle soltero dijo “sí, quiero” en el registro londinense de Marylebone.
Eastman fue mucho más que una esposa para Paul. A lo largo de los 30 años que vivieron juntos, fue su sostén y su hogar pero también su más íntima colaboradora. Fue quien lo ayudó a superar la separación de los Beatles y, luego, su socia en Wings. Fue la madre de sus primeros cuatro hijos (Heather -a quien el músico adoptó cuando conoció a Linda- Mery, Stella y James) y también quien lo guió hacia el activismo: junto a ella se convirtió en un defensor de las causas animales y en un dedicado vegetariano. Cuando en 1998 murió como consecuencia de un cáncer de mama, todos las fanáticas de Paul que lloraron su matrimonio despidieron, entre lágrimas, una de las relaciones más sólidas que dio el rock and roll.
El escándalo que no pudo evitar
Heather Mills pasó de ser la segunda esposa de Paul McCartney a “la mujer más odiada de Gran Bretaña”. La exmodelo, una joven activista contra las minas antipersonales, vegana y defensora de los derechos de los animales que enamoró al músico, tenía 33 años cuando decidió aceptar su propuesta de casamiento. Él tenía 59. La unión se hizo oficial en 2002 y en 2003 llegó al mundo Beatrice, la última hija del artista. Tres años después todo terminó con un gran escándalo que el ex Beatle nunca imaginó.
Paul dejó la casa familiar en 2006: lo que siguió fue una novela que los diarios ingleses escribieron día a día, mientras los británicos construían en la imagen de Mills a su nueva enemiga pública. El final llegó con acuerdo récord: la exmodelo se quedó con parte de la fortuna del artista: 24,3 millones de libras. Lo que no le sacó fueron las ganas de volver a enamorarse.
Nancy Shevell, “My valentine”
Durante el verano de 2007, en su casa de Los Hamptons, Paul McCartney se cruzó con Nancy Shevell, una mujer muy distinta a sus anteriores conquistas. Con una carrera universitaria en Administración que luego potenció con especializaciones, posgrados y distinciones, dedicó desde muy joven su vida a la empresa familiar: la Shevell Group of Companies, un gigante de los servicios de transportes en Estados Unidos. Además, tuvo varias experiencias en el área de transporte de Nueva York y desde hace años trabaja en las fundaciones familiares con fines benéficos. Como Paul, en ese momento también cargaba con un divorcio -de Bruce Blakerman, un prestigioso abogado que pasó por la política de la mano del partido Republicano- y un hijo adolescente. Como Linda Eastman, ella también tuvo cáncer de mama, pero sobrevivió.
La química entre los dos fue inmediata: aunque se llevaban 17 años, encontraron muy rápido similitudes en sus estilos de vida. “A él no le gusta la gran vida social y a ella tampoco”, confesó la prima segunda de Shevell, la famosa periodista Barbara Walters. El romance se hizo público luego de varias caminatas por la playa, muchas conversaciones, algunos cafés y besos robados por los paparazzi. También hubo escapadas románticas y paseos por Londres. En marzo de 2008, el músico llevó a Shevell en avión a Antigua, donde se rodearon de lujo; en agosto encararon la mítica Ruta 66 a bordo de un Ford Bronco de 1989, en un plan más relajado; tres meses después los descubrieron caminando de la mano por Abbey Road.
“Simplemente me gusta estar enamorado”. Con esas palabras, McCartney habló por primera vez en los medios de Nancy. Fue en una entrevista con el diario Sunday Times con fecha del 25 de noviembre de 2008. Shevell también habló de Paul: cuando le preguntaron por el estrés que significa salir con una persona famosa, su respuesta fue contundente. “Soy una sobreviviente de cáncer, dirijo una empresa de camiones y tengo que criar a un joven de 16 años. Eso es estrés”, respondió.
A diferencia de Mills, Nancy siempre contó con el apoyo de los hijos de Paul. Sobre todo de Stella, quien tenía grandes reparos en relación a la madre de su media hermana Beatrice pero a quien siempre, en múltiples eventos, se la vio muy cariñosa con Shevell. Incluso le dio el visto bueno a su papá cuando se enteró de la propuesta de casamiento.
Con un raro diamante de cinco quilates engarzado en un anillo de platino con un diseño estilo Art decó, McCartney le pidió casamiento a Nancy. Para anunciar la noticia al mundo, no hizo más que mostrar la joya en público. El 2 de mayo de 2011, Shevell asistió a la Met Gala con el enorme diamante en su mano derecha. El 9 de octubre, en el Old Marylebone Town Hall -el mismo lugar que Paul se casó con Linda- y con una ceremonia íntima, Paul y Nancy se unieron de forma legal.
Tal como lo quisieron los enamorados, la fiesta fue un asunto familiar: Stella se encargó del vestido de novia y del traje de su papá, Mary se encargó de las fotos y Beatrice fue quien llevó las flores. A James le tocó el momento del brindis, tarea que compartió con Arlen, el hijo de Shevell. A Michael, el hermano de Paul, le tocó ser el padrino. También estuvieron presentes Ringo Starr y su esposa Barbara Bach y Olivia, la viuda de George Harrison. De alguna manera, también pasó por allí John Lennon: ese día hubiera cumplido 71 años, y Paul brindó en su honor.
Un año después de la boda, con el lanzamiento de Kisses on the Bottom, Paul dejó inmortalizado su amor por Nancy con “My Valentine”. “Y la amaré de por vida, y no dejaré pasar un día, sin recordar las razones por las que ella me da la certeza de que puedo volar”, le escribió. Desde ese día, se acompañan en los eventos que los tienen como protagonistas, se escapan del frío londinense a Saint Bart cada año nuevo y se dedican tiernos mensajes cada 14 de febrero: él, de forma pública, en su cuenta de Instagram. Ella, en privado.
Fuente: Silvina Fiszer Adler, La Nación