Falleció la cantautora Karina Vismara. Tenía 31 años, y una prometedora trayectoria musical por delante. Pero en el verano le detectaron un cáncer, que derivó en una insuficiencia renal.
En su entorno dicen que la enfermedad fue contundente, tanto como la noticia. Si bien se especuló con que se despidió de su gente en su Balcarce natal, en realidad murió en un sanatorio de Buenos Aires.
Justo acá la encontró la pandemia, por lo que en la cuarentena se convirtió en una de las artistas más activas del streaming. No hubo evento del que no fuera parte. Lo que dejó en evidencia su temperamento.
El grupo de música electrónica Poncho recogió el guante, y la inivitó a poner su voz en el single “Sola por la ciudad”. Eso fue en julio de 2020, y poco después tomó suspensión con el remix de Hernán Cattáneo.
Pero Karina no tenía un pie en la pista de baile, sino más bien en la música folk. En esa escena, se erigió como una de sus princesas. Aunque tenía todos los atributos para ser su emperatriz. Sucedió tras publicar su segundo disco, Selva (2019), donde además la rockeó.
Y es que, al verse apoyada por una superbanda cuya base eran integrantes del grupo Los Alamos, se permitió reinventar sus canciones.
La cantautora tenía permiso para todo. Su gran día fue cuando Paul McCartney le entregó el título, tras recibirse en su instituto: Liverpool Institute Performing Arts.
Pese a eso, le daba vergüenza decir que conoció al Beatle antes que a Spinetta. Sin embargo, en los últimos años se hizo fan del Flaco, quien hubiera caído a sus pies ante su estilo compostivo: “Mi intención es destrozar mis canciones, y hacerlas renacer”, había dicho. Aunque había otra cosa que le importaba aún más: “Lo que me interesa es hacer algo de lo que no me vaya a arrepentir en el futuro”.