En el imaginario popular un artista famoso es ni más ni menos que una especie de millonario excéntrico embarcado en una vida disipada, llena de lujos, que viaja siempre en primera clase, se aloja en los más lujosos hoteles y, luego del show, salta de fiesta en fiesta recibiendo loas y adoración. Las fantasías de “la gente común” adornan con lamparitas de colores una vida que muy pocas veces tiene que ver con este retrato. ¿Qué hay algo de todo eso? Tal vez. Pero en todo caso es muy poco y dependerá del artista en cuestión. En mi experiencia de todos estos años dentro del periodismo y la música he tenido la oportunidad en muchas ocasiones de compartir giras con nombres reconocidos de la música popular. Y lo que se ve del otro lado del mostrador es muy otra cosa.
En el caso de Mercedes Sosa, tal vez la más grande cantante popular argentina de la historia y de quien este viernes 4 de octubre se cumplen 10 años de su muerte, a poco de fallecida comenzaron los rumores y las especulaciones acerca de la herencia material que podría haber dejado y a quién se la habría legado.
A poco menos de un mes de su desaparición física, una noticia aparecida en el sitio Terra echaba a correr la especie de que una parte de aquella herencia había ido a parar a manos de María Herminia Miñano Cerna, una mujer peruana nacida en Trujillo, que había oficiado de ama de llaves, asistente y mano derecha de Mercedes por muchos años. No hay certezas al respecto. Hay quienes aseguran que fue así, y otras personas lo niegan de manera rotunda.
«No le dejó una parte de la herencia a María –dice Maby, la sobrina de La Negra-. Eso para mí fue una fake new que circuló en aquel momento. Sí es verdad que mi tía le compró un departamento que creo todavía lo tiene. Pero no le dejó nada de herencia. Bueno, mi tía tampoco pensaba morirse, por eso es que no había hecho un testamento».
Si hablamos de los bienes materiales dejados por La Negra, el departamento que ella tenía en la calle Carlos Pellegrini fue vendido por su hijo Fabián Matus (fallecido este último 15 de marzo) al igual que el auto Mercedes Benz. Fabián lo contó en una extensa nota publicada en Clarín con fecha de 24 de julio de 2018. En ella admitía que: “El plan es achicarse para sostener la Fundación Mercedes Sosa. No quiero cerrarla”. El propio Matus aclaraba ahí que su madre no había dejado una gran herencia material.
Araceli, hija de Fabián y nieta de Mercedes, explica cuál es la situación real hoy: «Al morir mi padre yo quedé a cargo y es muy difícil llevar adelante esto, porque requiere de mucho dinero y mucho trabajo. Tanto la Fundación como el Centro Cultural se mantienen con medios propios, ya que nunca hemos tenido un subsidio ni gubernamental ni privado. Antes, el noventa por ciento era mantenido con el bolsillo de papá».
Mercedes Sosa, el 4 de julio de 2003, cantando en el Teatro a Cielo Abierto de Estambul (Turquía).Foto: EFE/ Kerim Okten
– Por la trayectoria de Mercedes y todo su trabajo de tantos años, hay como una creencia de que ella dejó grandes cantidades de dinero.
– Es muy difícil desarmar los imaginarios sociales, de que Mercedes era millonaria. Ella trabajó desde los quince años hasta prácticamente su muerte. Mi abuela hizo dinero, pero también dio mucho dinero. Hoy no hay plata de mi abuela.
Araceli Matus, la nieta de Mercedes Sosa. Foto: EFE
– ¿Y qué pasó con sus pertenencias más valiosas?
– En la Fundación tenemos sus condecoraciones, algunos premios y algunos ponchos. Un bombo se lo dimos a León Gieco y hay otro que está en exhibición. Los micrófonos los regalamos, uno a Teresa Parodi y el otro a Beatriz Muñoz, su coreuta.
– Mercedes no era compositora y sólo cobraba como intérprete. Cobros que según tengo entendido repartía con sus músicos.
– Sus ingresos de AADI (Asociación Argentina de Intérpretes) no me constan. Pero sí que mi abuela le pagaba muy bien a su equipo de trabajo, porque esa era su forma.
Maby apoya las palabras de su prima: «Mucha gente no entiende el enorme esfuerzo que es ser un artista. Es una realidad y a medida que vas creciendo a nivel profesional implica hacerse cargo de más cosas. Hay un montón de gente trabajando para vos, gente que tienen al mismo tiempo familias. Sos vos cantando para mantenerte, para ayudar a tu familia y al mismo tiempo mantener un montón de personas que están a tu alrededor. No es que un artista va a un festival y se lleva toda la plata. No es todo una ganancia tuya. Por otra parte, mi tía no ha sido una persona que invirtió toda la plata que ganó en propiedades, por decir algo. El concepto de la plata tenía que ver con cubrir necesidades familiares, pero no con generar un sistema de negocios. Me parece que los artistas populares en líneas generales no tienen ese tipo de pensamiento en la cabeza. Son artistas, no empresarios. Mercedes tenía en claro lo que era el arte para ella, y trabajó hasta el último momento para sostener su voz , para sostener un repertorio donde ella podía decir muchas cosas, ese era su trabajo. Y la inversión era para eso y nada más… Y bueno, son elecciones también. Elecciones ideológicas y humanas. El testamento que dejó no es de dinero. Su testamento es Cantora, y no hay otro.
Más allá de lo que dice su familia, algunas personas muy allegadas a la Negra, que prefieren no ser nombradas, responsabilizan a su hijo de haber administrado mal el patrimonio materno. Aparentemente los gastos de la internación de Mercedes en el Sanatorio De La Trinidad, cuando ella se enfermó y ya estaba muy mal, tuvieron que ser abonados por SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores). Y el velatorio habría sido pagado por Sony, su compañía discográfica. Dicen que Fabián no tenía en aquel momento dinero para enfrentar esos gastos ni acceso a las cuentas bancarias de su madre, de las que se comenta estaba bloqueado por ella misma.
Pero también hay gente que defiende el accionar del hijo de Mercedes. «Fabián vendió el departamento -cuenta Rodrigo Vila, director de cine que estuvo a cargo de las filmaciones en el proyecto Cantora-. El subió en un momento a su Facebook una foto del camión llevándose las cosas. Cuando me llamó y me dijo “Quiero vender Pellegrini” dije “Uy” y me quedé helado. “Pero Fabi, ¿por qué vendes Pellegrini?». Y él me dijo que ya no podía mantenerlo, porque seguía con muchos problemas económicos. Yo lo conocí muy de cerca y te aseguro que no era alguien que podés decir “la despilfarró”, o que hizo fiestas, viajó por todo el mundo y se dio lujos. La verdad que no. Fabián vivía en un departamentito en San Telmo y terminó internado en un hospital público. Un final muy feo. Lo que yo vi, como amigo de Fabián fue que La Negra dejó algo, pero no una mina de oro, porque ella jamás compuso un solo tema, y el dinero está en la composición, eso vos lo sabés bien. El último tiempo hizo giras, pero cada vez menos porque estaba enferma, lo último que recuerdo fue una gira corta por Brasil. Para entonces la industria discográfica ya estaba liquidada. En los últimos años no generó tanto. Lo primero para mí es desmitificar que Mercedes Sosa dejó una fortuna. Sí dejó cosas importantes, objetos, por ahí algo de guita. Pero ella tenía una vida costosa. Con respecto a la Fundación, si bien les cedieron el lugar jamás les dieron un peso ni para mantenerla ni para arreglarla. Para Fabián fue más una sangría que algo positivo. Él era un gran productor musical, con un oído espectacular, que no se dedicó tanto a eso porque se puso a armar la Fundación y la Radio Mercedes Sosa. Y también hay otra cosa: convengamos que Mercedes es el ícono que ya sabemos, pero tampoco es una artista que sacás un disco hoy y vendés fortunas».
Mercedes Sosa, en Cosquín 1965.
Araceli profundiza ese concepto: «Son formas de vida, son convicciones. A veces puede ser difícil de entender, son decisiones. Cuando pensás que algo vale la pena, luchás por eso. Mi padre en un momento dejó de tener cobertura médica y tuvo que hacerse atender en el Hospital Fernández. A mi no me creían eso cuando lo contaba. Tuve que ir a la Superintendencia de Salud y pedir un certificado. Por suerte, mi padre ahí tuvo una atención excelente, pero bueno con la realidad difícil de lo que es la salud pública. Igual no me preocupa lo que piense o diga la gente, yo he crecido con esos preconceptos. Es más, deben pensar que la nieta de Mercedes Sosa es millonaria, pero bueno, basta que la AFIP vea mis ingresos y cómo y dónde vivo y ya está. Además de que no me sale muy bien el tema del dinero, porque no me interesa. Me interesa en la medida en que tengo que pagar la luz, los impuestos, o tomo una medicación, los gastos normales de cualquier persona. Yo vivo en San Telmo desde hace dos años, pero no en lo que era la casa de mi padre. Me mudé por pedido de él, para estar cerca suyo y de la Fundación. Porque ese es un lugar que te ocupa y requiere de muchísimo tiempo. Y como yo no vivo de eso se me complica mucho.
-¿Y de que vivís?
– Soy música, músico terapeuta y docente universitaria. Mi papá en ningún momento, ni mi hermano (Agustín) ni yo tuvimos algún rédito económico de la Fundación.
-Recuerdo particularmente una foto de Mercedes con Mauricio Macri, y que ella fue muy criticada por esa foto en ese momento.
– Cuando mi abuela empezó a tener esta idea de crear una fundación para que su patrimonio no se perdiera, quiso donar todo al Estado y mi padre no lo permitió, por suerte. En el 2005 ella empezó a buscar algún tipo de apoyo, alguien que le diera bola con su idea. Y la verdad es que el único que más o menos le prestó atención fue Macri. Mi abuela no fue nunca macrista, nunca fue de derecha. Pero a raíz de eso mucha gente pensó eso. A mí no me importa. Igual Macri no hizo nada. Solo tuvieron una reunión donde hubo una foto de los dos juntos y eso salió en todos lados, pero Macri no tuvo absolutamente nada que ver.
-¿Cómo mantienen la Fundación?
– Este año ha sido muy difícil por la partida rápida de mi papá, pero la Fundación realiza igual acciones culturales, como muestras itinerantes, la reedición de casi el cien por ciento de la discografía de Mercedes, el documental La Voz de Latinoamérica, la edición de dos o tres libros, todas esas son acciones que hemos generado nosotros, para la difusión y el cuidado del legado de Mercedes. Y después por otro lado, hay un espacio físico, un Centro Cultural, en donde se hacen actividades que ayudan a autosolventar un poco. Está difícil también porque, como es de patrimonio nacional, pero está en Buenos Aires, el espacio se rige por los leyes y las normas del Gobierno de la Ciudad y las reglamentaciones y las normas cambiaron mucho después de Cromañón, entonces un lugar que tiene una capacidad para seiscientas personas en la actualidad sólo puede convocar a ciento cincuenta. Y si vos haces números te das cuenta que es muy difícil conseguir un equilibrio financiero.
– ¿Qué cosas se vendieron para solventar tantos gastos?
– Se vendieron las cosas que tenían algún valor monetario. Sí, mi papá vendió todo. Sólo quedó su departamento que está en sucesión. Solo un departamento de tres ambientes en San Telmo. Todavía no hemos podido afrontar todas las deudas, por una cuestión de que la sucesión lleva tiempo para que salga.
¿Cuántas Mercedes Sosa hubo en Mercedes Sosa?
Muchas. Innumerables. Tantas como las que pudieron cobijar sus ponchos emblemáticos, y más también. Y sin embargo ella era una sola. Porque la radiografía profunda que me han generado los testimonios de sus músicos, de técnicos, de productores, de su familia y de varios reportajes que le hice en su vasta carrera arrojan un resultado único y contundente.
Mercedes Sosa, en el disco «La voz de la zafra».
La cantora, la madre, la hermana, la jefa, la tía, la hija, el mito nacional y latinoamericano, todas se alimentaron siempre de una sola fuente verdadera, porque Mercedes se preocupó por ser ella misma, auténtica, real, con sus virtudes y sus defectos, hasta el mismo día de su muerte.
Una mujer rodeada de afectos, pero tremendamente sola y con una gran carga de tristeza sobre sus espaldas. Una mujer con un carácter fuerte y complicado, dadivosa, impulsiva, generosa, insegura, corajuda, mal hablada, tierna hasta el tuétano. Un alma frágil pero potente, que había podido sobrellevar a duras penas una infancia de pobreza y privaciones. Que no tuvo suerte en sus dos matrimonios. Que se cargó al hombro el estandarte del Nuevo Cancionero surgido desde Mendoza apenas despuntados los años sesenta, que desafió lo establecido no ya desde los escenarios, desgranando alrededor del mundo un repertorio de canciones denunciantes y necesarias, sino que defendió iguales posturas, con empecinamiento y vehemencia debajo de esos mismos escenarios.
Hay una sola Mercedes Sosa. Y sin embargo hay tantas… Muchas veces pienso en la extraña suerte que han tenido algunos grandes artistas de nacer en este país tan extraño. En una sociedad con poca memoria y tantos prejuicios.
Hoy, cuando se cumplen diez años de su muerte física, el panorama es bien distinto. El mundo es otro.
¿Cómo se desenvolvería Mercedes Sosa en este nuevo escenario?
Seguramente con la misma potencia, el fervor y el amor que le hemos conocido desde sus inicios. Muchos de sus amigos ya no están, algunos de los artistas que supieron cantar con ella tampoco. Ni el Cuchi Leguizamón, ni el Flaco Spinetta, ni Gustavo Cerati ni tantos otros. Pero de verdad les digo ¡qué falta que le haría a este nuevo mundo tan desangelado una Mercedes Sosa!
La Negra, como le decían sus amigos, o La Mamá, como la nombraba el hijo, o simplemente Marta, como aún la evoca su familia, había nacido en una casa muy humilde del Barrio Jardín, en San Miguel de Tucumán. Tan argentina que hasta se le ocurrió llegar un 9 de julio.
Cuentan que ya de chica se escapaba de la casa para ir a cantar a algún concurso en la radio LW3 Splendid y que se presentaba con el nombre de Gladys Osorio para que sus padres no se enterasen y la retaran.
Así fue como empezó todo.
Luego vendría un viaje a Mendoza, de muy jovencita, donde iba a conocer al que sería su primer esposo, el músico y compositor Oscar Matus. Más tarde enrolarse en el Partido Comunista. Y un poco después, ya en Buenos Aires y empujada por abusos maritales, abandonar todo y escapar con su pequeño hijo de la pensión de la Avenida Rivadavia a un hotel de mala muerte en la Avenida de Mayo. Y aquella frase que le disparó a su hijo y que iba a marcar de manera tan patente y certera el futuro que le esperaba: “Fabiancito, a partir de ahora estamos vos y yo solos”.
Fabián Matus y su hija Araceli, en el homenaje que se hizo en este 2019 a Mercedes Sosa en Cosquín. Foto: Archivo Clarín
– Araceli ¿extrañas el departamento de la calle Pellegrini?
– Sí. De ahí extraño todo, porque iba todos los días, porque esa fue mi casa hasta que mi padre la tuvo que vender.
El departamento de Pellegrini fue un lugar emblemático y hasta cuasi mitológico para mucha gente. Para sus amigos, sus familiares y una gran cantidad de artistas nacionales y también extranjeros. Ahí se festejaban los famosos cumpleaños de La Negra cada 9 de julio. Allí se realizaron miles de ensayos y hasta se llegaron a grabar canciones enteras. Y era ahí donde nos recibía Mercedes a los periodistas cuando queríamos hacerle alguna nota. Aquel espacio que era su casa, lleno de cuadros y de obras de arte, con una calidez especial, muy característica de La Mamá, hoy es sólo un maravilloso recuerdo.
Para Maby “era un lugar de encuentro, pero también es cierto que a todos nos costó mucho volver a entrar a ese departamento sin que ella estuviera. Durante un tiempo estaba Fabián trabajando ahí, pero yo creo que dos veces solas volví. Una para un cumpleaños de mi primo, que se festejó ahí. Y otra que llegué hasta la cocina y me volví a ir, porque no pude aguantar. Me resultaba insoportable estar en esa casa sin ella. Era muy intensa su presencia. Ese departamento era ella caminando por los pasillos, de la habitación a la cocina, que de pronto te aparecía en el living. Todo ahí era ella”.
Mercedes Sosa pasó por esta vida con el ímpetu de un cometa. Dejando una estela imborrable de recuerdos y grandes momentos no sólo en el inconsciente colectivo, sino desde ya en sus amigos y en su familia. Pero también hubo que sortear difíciles situaciones.
«Yo le filmé dos reportajes, que fueron los últimos, y cuando le hice el segundo ella sola empezó a contar unas cosas muy fuertes -continúa Rodrigo Vila-. Cosas que yo no le había preguntado. Empezó a hablar de su depresión, de cuando se quería dejar morir porque estaba deprimida y comía nada más que unas uvas a las que les sacaba la cáscara. Estaba Fabián en la habitación de al lado y cuando terminamos me dijo que se había quedado impresionado de que ella hablara de todo eso. Por suerte Mercedes pudo ver todo el material terminado, se puso muy contenta, y a los pocos días falleció.
Aquellos últimos días de Mercedes fueron a todas luces agotadores. Las fuerzas de la gran artista iban flaqueando a medida que avanzaba su enfermedad.
«Hubo un tema muy polémico mientras estábamos haciendo Cantora -recuerda Rafael Vila, responsable de Artistas y Repertorio para Sony en esa época-. Se trataba de una gira muy grande por Europa, que había cerrado su hijo, y que para muchos de nosotros era innecesaria, porque ella ya no estaba bien, y creo que fue lo que terminó de matarla. A partir de ahí Mercedes se declara cansada y ya no remonta más. Y todavía nos faltaban varios temas por grabar. De hecho el Pelado Gustavo Cordera y René Pérez, de Calle 13, fueron los dos únicos artistas con los cuales ella no pudo grabar en persona porque ya no estaba en condiciones. De esa gira vino matada, creo que fue por Italia, por Alemania, una cosa maratónica, porque encima no le gustaba el avión y lo hacía todo por tierra. Cuando volvió nos repetía todo el tiempo que estaba cansada. “Estoy muerta nene, no tengo más ganas de nada, terminemos con esto”, y yo le dije: ‘Dale, pero mira qué lindo está quedando el disco’. ‘Sí, me gusta, pero estoy cansada y encima ahora se viene esta gira que no tengo ganas de hacerla, porque me siento muy agitada’. Yo le metí pata a todo. Cuando salió el primero ya teníamos la mitad del segundo grabado. Para esas canciones del Cordera y René terminamos armando un estudio en su casa y ella metió las voces ahí. No quería que la vieran como estaba. Ese 9 de julio en el cumpleaños la fuimos a visitar con Afo (Verde, presidente de la discográfica) y ya se la veía muy mal. Lloraba mucho todo el tiempo. Le entregamos el disco de oro y le dije: ‘Tenés que ponerte bien, mirá que todavía tenemos que hacer el libro’. Y me dijo: ‘Yo no puedo más nene, la verdad que este disco me costó mucho esfuerzo… pero bueno, creo que valió la pena’. Salimos con Afo de ahí y cuando llegamos al lobby del edificio nos abrazamos los dos y nos pusimos a llorar. ‘Esta mujer se muere’, dijimos. Además recuerdo que esa noche dijo una frase tremenda: ‘Yo no quiero comer más. Ella cerró la boca, ni dejaba que María la alimentara siquiera. De alguna manera fue como que decidió su propia muerte. Había quedado con el cuerpo muy débil. Yo después fui a la clínica cuando salió el libro con el pack de Cantora, a llevárselo para que lo viera. Fabián me acompañó a la habitación. El le dijo ‘Mami, mirá vino el Rafa a traerte el libro, mirá qué lindo’. Mercedes ahí apenas abre los ojos, mira, se sonríe, le empiezo a pasar las hojas una por una. Le digo ‘dale, ponete bien así lo presentamos’ y ella con un hilito de voz muy finito me contesta ‘nene, por favor, edítenlo ya’ como diciendo ‘no me esperen a mí’. Y murió dos días después. Por lo menos, tuvimos el consuelo de que pudo ver todo terminado.
Y así es como termina todo. Con ella impulsando su legado más allá de lo económico. Porque si ustedes buscan la herencia, la verdadera y gran herencia de Mercedes Sosa, esa va a estar siempre atesorada en los infinitos pliegues de su voz increíble. Una voz fuera de este mundo. Ya que La Negra era una extraterrestre. Estoy seguro de eso. Era como un ente celestial llegado desde algún lejano confín del universo. Y que cayó a esta Tierra adoptando una forma humana, así, como para no desentonar. Y cuando alguno quiera reencontrarse con ella, ¿saben?, será muy sencillo. Sólo tendrán que levantar la cabeza alguna noche sin luna y mirar más allá de las estrellas.
Fuente: Clarín