Un grupo de rock nacional que cantaba en inglés como Los Pericos, pero en la década del ’60. La historia se hizo conocida en un documental exquisito llamado Los Knacks: Déjame en el Pasado (2019), superlativa investigación de ocho años que conduce al origen verdadero del eslabón perdido de nuestra cultura popular.
La noticia reciente es que Los Knacks, y su manera invisible de hallarse en el planeta, grabaron un disco con sus integrantes de setentipico. Un detalle audaz: las hermosas criaturas pobladoras de riesgo hicieron todo el trabajo en plena pandemia.
Antes de la dictadura de Videla estuvo, por ejemplo, la dictadura de Onganía. Onganía prohibió las funciones del ballet El mandarín maravilloso, de Béla Bartók, prohibió a Stravinsky, prohibió el estreno en el Colón de la ópera Bomarzo de Ginastera, prohibió a Manuel Mujica Láinez, a la película Blow Up y también se metió con la programación del mítico Instituto Di Tella.
A esa lista sábana (y negra) fueron a parar Los Knacks, unos muchachitos de flequillo beatle que grabaron su primer álbum en la misma época en que Litto Nebbia y Tanguito se juntaban en el baño de La Perla del Once para hacer La Balsa.
Los Knacks, en uno de sus últimos shows.
Un poco de historia
Como ocurrió con Malvinas y la prohibición de la música en inglés, a Los Knacks les pasó lo mismo en los ‘60. En otras palabras, el rock comenzó a ser materia de censura con una de las pocas bandas locales que había grabado en una multinacional.
Antes de romper el contrato en mil pedazos, la compañía discográfica les sugirió una solución posible: pasar las letras al castellano. “No, no el rock es en inglés”, recuerda que les dijo el adolescente Charly Castellani, hoy de 72 años, el primer Charly del rock local.
“Fue un mazazo. ¡¡¿¿Qué??!! ¡El beat garage, el pop y el rock es y era en inglés! ¡¿Qué castellano ni castellano?! El castellano es para la zamba. Yo no me imagino una chacarera cantada en inglés. Ridículo. Nosotros nos esforzamos por aprender los giros idiomáticos y por la pronunciación. Fue muy doloroso que nos pidieran semejante cosa”.
Para los intrépidos Knacks La Balsa no era más que una fuerza telúrica cercana e inexplicable.
“Nosotros habíamos vendido como 100 mil discos haciendo en inglés Carta al amigo perdido. Escuchame: con nosotros se hizo el primer pogo de la Argentina en los clubes o boliches donde tocábamos. No quiero faltarle el respeto a Nebbia, a quien tuve el honor de conocer, ni a la memoria de Tanguito, ambos autores de La Balsa, pero yo, la verdad, le tengo un poco de bronca a la canción…
-¿Por qué?
-Ojo, no envidia: bronca. Porque me generó cierto resentimiento el éxito de una canción del palo del rock cantada en castellano. Además, luego vendió un montón y a nosotros directamente nos borraron del mapa.
El disco maldito
Cali es el fan de Los Knacks y les financió el nuevo álbum, «Still Knacks». Foto Lucía Merle
¿Resultado? El disco grabado en inglés nunca se publicó, EMI les retiró el apoyo y Los Knacks se convirtieron en un largo y ancho silencio.
Los había descubierto el sello Phillips, mientras grababan su primer demo en 1967. Charly Castellani en guitarra y voz, Oscar “Robbie” Paz en la batería, Armando “Armi” Aschenazi, voz y guitarra, “Chito” Bulotta, teclados y “Mossy” Mykytow en el bajo.
Autores e intérpretes, al principio los llamaron para hacer ni más ni menos que Submarino amarillo, el nuevo single de Los Beatles antes de que el original llegara a la Argentina. Parte de la promoción de la época, al parecer, se llevaba adelante con bandas tributo.
En 1969, Los Knacks son contratados por EMI para grabar un LP (disco larga duración) compuesto por ocho temas que se hicieron en una sola sesión. A esos ocho se le sumarían los simples editados hasta el momento. Por esos días llega el decreto de Onganía, la banda queda contracorriente de los procesos de elaboración vigentes, el disco debut nunca se publica y el grupo se separa. Punto seguido.
Una vieja foto de Los Knacks, en los años ’60.
Lo que pasa hoy
Los Knacks, sin embargo, están entre nosotros desde 2011. No todos. Hubo un par de deserciones involuntarias, pero más de 40 años después de la censura Charly, Armando y los suyos se volvieron a reunir sin que casi nadie lo advirtiera.
-Me preguntan por qué seguimos. No se dan cuenta de que nosotros no pensamos, sentimos. Por eso seguimos vigentes con una convocatoria sencilla –nos dice Charly, cantante y guitarrista-.
-Un grupo argentino cantando en inglés es lo que nos sigue gustando. Fijate que en el final del documental aparece Cali, nuestro fan número uno, diciendo que teníamos que seguir. Y así fue. Ahora grabamos un EP con cuatro canciones. Uno es un tema que estaba pendiente desde hacía medio siglo. Se llama 20 Years under a rug, 20 años bajo un felpudo.
-El EP se titula “Still Knacks”, Todavía Knacks. ¿Qué puede pasar de ahora en más?
-No sé si me queda cuerda para rato. El último show fue en Palermo Hollywood. Afinamos arriba del escenario y hacía como cinco meses que no ensayábamos. Siempre fuimos iguales. Los temas nuevos que grabamos se hicieron y se arreglaron en el estudio mismo de grabación. Doce horas de corrido en El Pie, el estudio de Alejandro Lerner.
-A mí me encanta el resultado. Me entusiasma, me emociona contarte esto. Tengo 72 y una salud que lamentablemente ha declinado. No sé cuál será mi futuro dentro de Los Knacks. Si me preguntás para qué hice el disco, te respondo: lo hice para dejar el legado de que estuve ahí de principio a fin.
Quién es Cali, el fan
En una casa de Haedo vive el único fan de Los Knacks. Cali, le dicen. Tiene 60 años y un ilimitado hábito por el coleccionismo relacionado al rock. En los años ‘90, su nombre formal, Carlos Molina, apareció en las páginas del viejo y querido Sí de Clarín. Lo entrevistaron por acopiador serial.
«Molina acredita la mayor colección de discos de rock argentino, honor que le llevó años y pesos conseguir. Dos mil títulos en 1996. Decía por entonces: “Quiero tener todo lo que exista (…) Cuando en 1989 apareció el compact me enojé. Tardé más de 15 años en completar mi archivo y, de pronto, vino la tecnología y mató al vinilo”.
Cali está orgulloso de haber hecho grabar nuevamente a The Knacks. Foto Lucía Merle
Mientras se estaban grabando las últimas escenas del documental sobre Los Knacks, Cali se acercó al lugar para ver el final del rodaje. “Quería saludarlos y agradecerles simplemente por existir. Ahí les dije: yo les voy a producir un disco nuevo. Me salió del alma. Luego logré asociarme con dos productores y cumplí con mi promesa”.
El documental es la demostración más acabada de que la realidad supera la ficción. Ves la película por segunda vez preguntándote cómo es posible que nadie supiera de la existencia de Los Knacks.
En la revista Rolling Stone apenas se puede leer un desangelado comentario sobre una recopilación aparecida hace años. Y en los archivos de la banda hasta consta el desprecio de un jurado de notables en programa conducido por Bebe Contepomi, donde no supieron captar la importancia de los abuelitos piolas luciéndose en un concurso de nuevos valores.
-¿Por qué te hiciste fan de Los Knacks?
-En la década del 80 canjeaba vinilos de rock nacional en Parque Rivadavia. Allí di con un simple de un grupo llamado Los Knacks. Los tipos cantaban en inglés, pero busqué algo de información y me llamó la atención que uno de sus integrantes se llamara Oscar Paz. Eso me hizo pensar que debían ser sudamericanos. Me mató la curiosidad.
-Después me entero que sus canciones, inéditas en la Argentina, salieron en España con una edición que los convirtió en un fantasma groso del beat y el rock de garage. Luego los conocí, entablé una relación personal y ahora los produzco.
Still Knacks se consigue sólo en vinilo con un arte de tapa maravilloso. El disco que se fabricó en Brasil está comercializándose como una lujosa edición limitada. Puede conseguirse en instagram (@theknacks.oficial), en Parque Centenario y en los recitales de la movida sextie. “Solo en vinilo –aclara el fan number one-. Queremos mantener el espíritu de un sonido que por suerte vuelve a estar vigente”.
Fuente: Clarín