“Esta noche toca Charly” (Gourmet Musical) es un libro distinto porque no hace hincapié en la biografía de un artista -en este caso Charly García-, sino que lo retrata como “músico de escenarios”. El viaje comienza con sus audiciones en el Conservatorio Thibaud-Pizzini en octubre de 1956 y llega hasta el concierto en el estadio de Ferro Carril Oeste en diciembre de 1993, antesala de lo que se conoce como su etapa “Say No More”.
Con el respaldo de múltiples grabaciones, archivos periodísticos, documentos inéditos y decenas de entrevistas a músicos, ingenieros de sonido, mánagers, periodistas, ex compañeros y fanáticos, este libro retrata al ex Sui Generis en sus actuaciones en vivo, ocasiones en las que dejó mucha tela para cortar.
En diálogo por correo electrónico con Infobae Cultura -por ahora la pandemia no da margen para encuentros en persona-, su autor, Roque Di Pietro, narró los detalles de la segunda edición que acaba de editarse, cómo surgió el proyecto y aspectos poco conocidos que los lectores encontrarán en sus páginas.
– La gran mayoría de los libros de música hacen hincapié en las biografías de los artistas, sus trayectorias, sus discos… ¿Cómo te nació centrarte en la obra de Charly a partir del registro en vivo?
– La idea apareció porque, de tanto escuchar grabaciones en directo de Charly García, observaba que para él los conciertos a menudo fueron un terreno de experimentación, un ámbito para probar ideas, arreglos, repertorio, etcétera. Por otro lado, notaba que en sus shows ocurrían situaciones musicales únicas que no se volvían a repetir: no eran cosas ensayadas como en la gran mayoría de los músicos que suben al escenario con un show ensayado y lo repiten casi sin variaciones. Algún arreglo que parecía salir de la nada, una cita a una melodía propia o ajena en medio de una interpretación o simplemente un comentario sobre algo.
Me parecía injusto que ese aspecto tan importante en la construcción de Charly como artista (y en la construcción de su propia mitología) quedara sin documentarse. Cada nota que García tocó en vivo también hay que considerarla parte de su obra. Eso es lo que siempre pensé. Su obra no son solamente los treinta y pico de discos que publicó, sino toda la música que interpretó y se esfumó en el momento.
Lo que ocurre también es que Charly debe ser uno de los artistas más pirateados del mundo. Toda su trayectoria sobre un escenario (lamentablemente con la excepción de sus presentaciones como alumno del Conservatorio Thibaud-Piazzini) fue grabada y de algún modo está fácilmente disponible para ser escuchada. Eso ayudó muchísimo y fue clave en el proceso de documentación.
Por otro lado, si bien el libro hace foco en García en vivo, no descuida su obra discográfica, ni su vida personal, ni sus colaboraciones con otros artistas, ni el contexto socio-cultural en el que fue impactando su música a través de los años. En el caso de Charly son todas cuestiones que van de la mano. No se puede escribir sobre sus conciertos sin tener en cuenta todo lo demás porque muchas cosas quedarían inconclusas o se entenderían a medias.
Roque Di Pietro, autor de «Esta noche toca Charly»
– ¿Cómo surgió el proyecto de encarar la segunda edición de “Esta noche toca Charly”?
– Por un lado, la primera edición se agotó rápidamente. Por otro lado, se produjo una interacción inmediata con los lectores y eso desembocó en un intercambio de información muy valiosa. O sea, la historia comenzó a crecer y a completarse.
Algunos cabos sueltos se resolvieron gracias al aporte de lectores y protagonistas de las historias que se hicieron visibles cuando la primera edición vio la luz. Con el editor de Gourmet Musical decidimos tomarnos un tiempo más prolongado para reeditarlo y que la segunda edición contemple todo ese nuevo caudal de información que se fue agregando.
– Se sumaron una decena de entrevistas. ¿Qué le aportaron estos nuevos testimonios al libro?
– Una mirada más amplia; agregaron ancho de banda, digamos. El chileno Alfredo Saint Jean, por ejemplo, nunca había sido entrevistado para que hablara específicamente sobre sus meses como mánager de Charly García, entre agosto y diciembre de 1987. Es un personaje casi desconocido en la biografía de García, pero de vital importancia en un período de reconstrucción en la carrera de Charly: Saint Jean fue el productor de las presentaciones de Parte de la religión en el Gran Rex, nada menos; y de su posterior gira nacional y por algunos países limítrofes.
Algo parecido ocurrió con Francisco Traversa, un compañero de conservatorio de Charly -cuando todavía era Carlitos-, con la particularidad de que él sí continuó con su formación académica con el objetivo de convertirse en concertista de piano. Es decir: Traversa hizo lo que supuestamente iba a realizar el niño García Moreno si no se cruzaba con los Beatles, tal como cuenta la leyenda. El testimonio de Traversa es fabuloso porque describe al detalle cómo era la dinámica de enseñanza en el conservatorio, entrega mucha información sobre la profesora que compartían con Charly (la ya célebre Julieta Sandoval) y, totalmente contrafáctico pero muy hermoso, arriesga cómo hubiese sido el derrotero de Carlitos de haber decidido continuar con su supuesto destino de concertista.
El período de Charly en el conservatorio -el “período Carlitos”- es tal vez uno de los más interesantes en la biografía de García. Espero que alguna vez haya un libro solo con eso y supongo que habrá una película también, la historia (o la leyenda) es demasiado genial como para no investigarla a fondo.
– Una de las novedades es que se ampliaron las historias relacionadas con el oído absoluto de Charly. ¿Qué fue lo que más te sorprendió respecto a esta facultad de García que ya de por sí es sorprendente?
– Es algo fascinante de por sí, un condimento único para esta historia, como el poder mágico de este superhéroe llamado Charly García. Lo que más me sorprendió fue llegar a la conclusión de que de algún modo fue el propio Charly quien decidió en qué momento instalar el tema de su oído absoluto en la agenda mediática. O sea: al igual que todas las personas con oído absoluto, Charly lo tiene de nacimiento. Ahora, desde el comienzo de su carrera profesional (que podemos situarla el 16 de junio de 1972, el día en que Sui Generis firma contrato con Microfón) hasta principios de los ’90 no hay ninguna referencia a su oído absoluto en las decenas de kilos de prensa gráfica dedicada a Charly García.
El tema se instala en el verano de 1997 cuando Osvaldo Soriano, pocos días antes de morir, escribe el pirulo de tapa en Página/12 titulado, justamente, “Absoluto”. Era la época en que García había suspendido una función en el Opera y era carne de cañón en todos los medios. Soriano se despachó con ese texto en el que básicamente decía: “No lo jodan más, es un genio, tiene un oído absoluto, ubica en el pentagrama todos los ruidos que suenan en el mundo”.
Charly en la despedida de Sui Generis (“Esta noche toca Charly”)
Es curioso que esa idea no haya salido del periodismo especializado sino de alguien supuestamente ajeno al mundo García como Osvaldo Soriano (luego súper hypeada por el propio Charly, naturalmente), que además debe haber sido lo último que publicó en vida. Todo tiene un aura de guión cinematográfico, pero es lo que efectivamente ocurrió.
Desde entonces, su oído absoluto fue un tema recurrente y también un arma de doble filo: todo el mundo le preguntó por eso hasta el hartazgo, Lanata lo llegó a poner a prueba tocándole un cluster en un piano desafinado -en una entrevista para el programa “La luna”; obviamente Lanata no sabía que estaba tocando un cluster ni que el piano estaba desafinado– y se utilizó la existencia de su oído absoluto como único argumento para explicar la genialidad de Charly García.
Para acercarse a la genialidad de Charly habría que intentar explicar cómo hizo para componer, entre decenas de otras cosas, “Desarma y sangra”, “Eiti-Leda” o un LP como Pubis angelical.
– También hablás de la polémica nota de la revista Hurra que desembocó en el concierto de Serú Girán y Spinetta Jade en 1980. Ese artículo produjo uno de los encuentros más importantes del rock nacional. Deberíamos estar agradecidos, ¿no?
– Sí, en esta segunda edición tuve la suerte de hablar con Eduardo Mileo, el periodista que escribió aquella polémica nota que sin querer terminó facilitando el concierto entre Serú Girán y Spinetta Jade en 1980 (Charly y Spinetta se juntaron para demostrar que no estaban en veredas musical y filosóficamente opuestas, tal como aseguraba la nota).
Es muy interesante todo lo que contó, más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no con las ideas que postulaba en la nota. Además, es interesante observar aquel episodio desde el presente, una época (la actual) en que la crítica musical prácticamente desapareció de los medios masivos; es como un deporte en extinción, ya nadie lo practica.
Lo interesante de aquella crítica y de aquellos críticos era que, como en este caso, propiciaban acontecimientos nuevos, modificaban el mundo de algún modo, impactaban en la realidad, ponían ideas en discusión. Como dijiste: sin esa crítica, que cuando la lean sacará de quicio a los fans de Charly García, no hubiese existido ese evento histórico. Mirá lo importante que fue, más allá de que no se comparta nada de lo que se diga, un detalle absolutamente menor.
– En el prólogo decís que esta edición difícilmente sea la definitiva. Charly es un personaje que siempre da para más…
– Así es, nunca terminás de estudiarlo, siempre se abre una puerta nueva. Su mapa de influencias es interminable y puede abarcar todas las músicas que se te ocurran (populares y académicas), además del cine, la política, alguna revista importada, la literatura, etcétera. Y como la materia prima de este libro es García en vivo, siempre aparece un nuevo show que no estaba contemplado, una aparición como invitado de otro artista, una nueva entrevista de archivo en la que entrega un dato revelador. En ese aspecto ya me rendí: con Charly García es imposible abarcarlo en su totalidad, por eso siempre hay espacio para seguir completando el rompecabezas. Digamos que este libro es un work in progress constante que cada tanto se cierra y se imprime, pero nunca se termina.
Afiche callejero de «Cómo conseguir chicas» (“Esta noche toca Charly”)
– El libro llega hasta 1993, o sea antes del período conocido como “Say No More”. ¿Estás trabajando en la chance de abordar desde ese año en adelante? También hay mucha tela para cortar…
– Sí, este período de pandemia casi que me obligó a empezar a revisar esos años. Es sumergirse en un maremágnum. Creo que quienes vivimos esa época todavía no entendemos del todo qué fue lo que pasó y cómo fue que pasaron tantas cosas en tan poco tiempo.
Al margen de lo que pueda decirse sobre el período Say No More, lo que sí está claro es que allí hay una obra de una densidad única, que establece sus propios códigos para poder acercarse a ella y tratar de decodificarla. Es prácticamente la invención de un nuevo artista.
– Los recitales en Ferro creo que merecen una mención en esta entrevista. Esa cancha llegó a ser bautizada como “El estadio de Charly”. ¿Qué significaron para él esos shows en distintas etapas de su carrera?
– En principio, Ferro fue clave para el inicio de su carrera como solista. Su show del 26 de diciembre de 1982 es un hito, no solo para el rock de este país, sino para el espectáculo musical argentino en general. Charly levantó el estándar técnico de lo que se podía hacer en Argentina e inauguró -Fiorucci mediante- el rock sponsoreado, algo por lo que fue duramente criticado (hoy es moneda corriente y el que renegó en los 2000 de esto fue el propio Charly). Además de todo eso, está la música, las canciones, su alianza con Mercedes Sosa, el lanzamiento de la carrera del solista más importante del rock argentino. Es decir, ese Ferro es una bisagra en la carrera de García.
El segundo Ferro, el del ’91, tuvo el condimento de una puesta en escena autorreferencial (un género inaugurado por García en el rock argentino y del que es su máximo exponente; herencia lennoniana seguramente): subió al escenario en ambulancia, parodiando su reciente alta de su primera y más prolongada internación. En el ’82 ingresó a Ferro en un Cadillac rosa, en el ’91 en una ambulancia: las interpretaciones están servidas en bandeja.
Promoción del Ferro del ’93 (“Esta noche toca Charly”)
Previo al Ferro del ’91 hay otra actuación, junto a otros artistas en este estadio, como parte de la campaña presidencial del candidato del radicalismo Eduardo Angeloz. Fue en 1989 y casi todo el rock argentino participó de esa movida a favor de Angeloz y en contra de Menem. Lo que casi no se tiene en cuenta es que esa breve presentación de Charly fue alucinante. En algún lugar de YouTube debe estar. Lo que pasa es que 1989 fue quizás el mejor momento de esa banda (García López, Samalea, Lupano, Quintiero y Lizarazu): cualquier show de 1989 entrega decenas de satisfacciones por minuto, no falla.
Y luego está el Ferro del ’93, con el escenario en el medio, muchos años antes de que la misma idea se le ocurriera a U2. Otro show bisagra. Es posible que los años Say No More simbólicamente hayan nacido aquella hermosa noche de verano en Caballito en la que Charly le cerró la puerta a su período clásico. De algún modo, con este Ferro de diciembre del ’93, Charly García clausuró aquello que había inaugurado en el Ferro de diciembre del ’82. Apenas 11 años en los que publicó doce o trece discos, entre ellos la inalcanzable trilogía inicial (Living, Clics, Piano bar: estos tres discos aparecieron en un lapso de solo 24 o 25 meses y en el medio también hizo Terapia intensiva), la trilogía CBS, dos volúmenes de Tango, dos bandas sonoras, resucitó a Serú Girán y quizás alguna otra cosa más. Un ritmo de producción y un nivel de infalibilidad insólitos.
– La última es preguntarte qué significa Charly para vos.
– Supongo que es el artista más importante de la edad contemporánea de este país, digamos desde 1975. Es el autor y responsable de la obra que más ha impactado en la vida cotidiana de las personas que viven en esta región del mundo (su música también es clave para países como Chile, Uruguay o Perú, por ejemplo).
Su presencia en la música popular argentina ya es difícil de mensurar: alcanza a todos los géneros de un modo contundente. Sus logros musicales son incalculables y lo curioso es que todos impactaron masivamente; es una música sofisticada, refinada y consumida por multitudes. Y lo curioso es que todo lo consiguió sin morirse, como pasa con muchos artistas a los que el reconocimiento popular les llega cuando ya no están.
La obra de Charly García es algo parecido a la idea de una patria en donde aprendés a ser un poco más libre, a darte cuenta de las cosas, a leer entrelíneas y además te obliga a escuchar cientos de discos de otros artistas. Charly García te da herramientas para la vida, no es una casualidad el título de su primer long play. Más no se le puede pedir.
Fuente: Infobae