En la imagen de portada, Lenny Kravitz quien dio un show sin fisuras en las postrimerías de la sexta edición del Lollapalooza argentino.
Con el paso de un centenar de bandas y solistas por sus cinco escenarios, y una convocatoria de alrededor de 300 mil personas -unas 100 mil por jornada-, el festival Lollapalooza cerró anoche con la actuación de Kendrick Lamar su sexta edición argentina, con un saldo altamente positivo tanto en lo artístico como organizativo.
Caetano Veloso y sus hijos impusieron un remanso entre tanto beat, aunque el gran cantautor brasileño no se privó de ensayar unos pasos de baile. (Foto: Fernando de la Orden)
Una programación que abarcó estilos tan disimiles como el rap, el cuarteto, el rock, el trap y el pop, y que contó hasta con el precioso aporte de los brasileños Caetano, Moreno, Tom & Zeca Veloso y el uruguayo Jorge Drexler, como dos de las varias rarezas que ofreció la grilla, enmarcó lo que su creador, Perry Farrell, dio en denominar una “experiencia”, que cada vez más expande sus horizontes más allá de lo estrictamente musical.
Junto a los Veloso, Jorge Drexler fue de las «rarezas» que ofreció el festival, y la respuesta del público aprobó la apuesta. (Foto: Fernando de la Orden)
En ese sentido, las activaciones de distintas marcas, y las actividades que propuso el festival, dieron la oportunidad al público de alternar su permanencia frente a los escenarios con escalas en diferentes puntos como “las casitas”, tres mínimas pistas de baile entregadas a diferentes propuestas, en un “domo” que propuso una viaje de carácter cinematográfico en una especie de miniplanetario, o en sus esta vez más amplias áreas gastronómicas y de relax.
Con estampa de rocker y ritmo de cuarteto, la Mona Jiménez hizo bailar a varios miles, cuando el sol apretaba fuerte. (Foto: Fernando de la Orden)
El Kidzapalooza, espacio reservado para los más chicos, creció tanto en tamaño como en convocatoria, lo que ratifica el carácter “familiar” del encuentro, dominado no obstante por una población preadolescente y adolescente. A favor del público, a la amplitud de los espacios se sumaron mejoras en los ingresos y egresos, lo que agilizó sobre todo la salida del predio.
La diversidad, en todos los aspectos, enmarcó las tres jornadas del festival que vio pasar unas 300 mil personas por el Hipódromo de San Isidro. (Foto: Martín Bonetto)
En cuanto a lo musical, la novedad más importante fue la incorporación del trap como uno de los géneros más convocantes, que tuvo en Paulo Londra a su representante más celebrados, en tanto el sudafricano Troye Sivan y los estadounidenses Greta Van Fleet se destacaron entre los artistas más jóvenes, el rapero Macklemore, merced a su entrega y originalidad se adueño de un público curioso que creció a medida que transcurrió su performance, mientras con Londra, Fito Páez fue el otro local que más gente atrajo a su show.
No obstante, el récord de concurrencia lo tuvieron Twenty One Pilots y Arctic Monkeys, seguidos por Lamar y Lenny Kravitz, otro de los grandes shows de la jornada de clausura.
Arctic Monkeys
La última esperanza blanca
Arctic Monkeys dio una clase magistral de rock, con un Alex turner descollante. (Foto: Martín Bonetto)
En una jornada en la que el pop sacaba ventaja, la banda de Sheffield llenó de rock el cierre, con un Alex Turner inspiradísimo, y una potencia que sacudió la monotonía que terminó quitándole peso a la presencia de Sam Smith. Con toda la carne puesta en el asador desde el comienzo -el set comenzó con el tridente Do I Wanna Know? – Brainstorm – Snap Out of It-, Turner y sus compañeros de ruta demostraron estar pasando un gran momento, a pesar de su lanzamiento más reciente, Tranquility Base Hotel & Casino. De este lado, la adhesión que despertó la presentación de los Arctic fue impactante, y dejó en claro que sin duda son más que un número más entre el centenar de artistas que pasaron por el Lollapalooza Argentina durante el fin de semana.
Twenty One Pilots
Una aplanadora que fusiona rock, rap y reggae también
Josh Dun y Tyler Joseph, dos grandes entretenedores que, además, tocan bárbaro y coparon la parada al cierre de la primera jornada. (Foto: Martín Bonetto)
Un auto que se incendia en escena, una batería que se desplaza por sobre las cabezas de decenas de miles de personas, un cantante enmascarado que canta parado sobre la gente y que se trepa a una torre de sonido… No faltó nada en el tremendo show con el que Twenty One Pilots cerró la programación del Main Stage 1 el viernes, ni en parafernalia y trucos que hicieron las delicias del mar de gente que disfrutó de su presentación, ni en hits: del inmortal Stressed Out, hasta los más recientes Jumpsuit y Chlorine, el dúo formado por Tyler Joseph y Josh Dun cubrió todas las expectativas de sus seguidores, que tres años después de su visita anterior, asistieron a una soberbia demostración de una aplanadora que fusiona rock y rap como da una clase magistral de rock alternativo.
Lenny Kravitz
Una apuesta a los hits
Con muchos clásicos y algunos modernos, Lenny Kravitz planteó un repertorio perfecto para el ámbito del festival. (Foto: Fernando de la Orden)
Sobre el cierre de la sexta edición, el astro estadounidense apostó a una seguidilla de hits clásicos de su repertorio, apenas haciendo escala en su último disco, Raise vibration. Contó con una banda impecable, un repertorio perfecto y festivalero, que consiguió tener a la audiencia en llamas, haciendo coros, palmas y todo lo que Kravitz les pedía. Abrió con Fly Away y los puntos altos fueron American Woman (enganchado con el Get Up, Stand Up, de Bob Marley), Low, It’s not Over ‘til It’s Over y Again.El cierre incluyó una larga incursión entre el público, mientras la sección de vientos seguía tocando al mejor estilo James Brown, para rematar con Are You Gonna Go My Way, extendiédose más allá del tiempo que tenía asignado, cuando ya habían arrancado Vicentico y Kendrick Lamar en otros escenarios.
Fito Páez
A la conquista de la nueva generación
Muchas que sabemos todos, los más grandes, los medianos y los más chicos. Fito Páez pisó fuerte el sábado, y puso a cantar a decenas de miles, sin distinción de edades. (Foto: Fernando de la Orden)
El músico argentino armó una lista de temas a prueba del paso de los años, respaldado por una banda tan ajustada como potente -la inclusión de Juani Agüero como guitarrista le sumó un plus rockero que no tenía desde los tiempos de Gabriel Carámbula- y por una actitud que contagió a la enorme multitud que se juntó frente al Main Stage 2. El amor después del amor, 11 y 6, Mariposa Tecknicolor, Tu vida mi vida, Al lado del camino, Brillante sobre el mic fueron parte de un repertorio que atravesó las fronteras generacionales para unir en un Karaoke final a centennials, millennials y ‘decennials’ en un Y dale alegría a mi corazón que cerró una presentación que aún sin asumir grandes riesgos, quedará en la memoria de varias decenas de miles.
Troye Sivan
Un popstar en pleno desarrollo
Con un soberbio manejo del escenario y también de lo que pasaba debajo, Troye Sivan fue uno de los puntos más altos del festival. (Foto: Fernando de la Orden)
El chico nacido en Sudáfrica hace 23 años tiene dos discos editados –Blue Neighbourhood (2015) y Bloom (2018)-, una incipiente carrera como actor (interpretó a Wolverine en la película X-Men Origins: Wolverine), un pasado adolescente como youtuber y una madurez y actitud que envidiaría más de artista con el doble o más de su trayectoria. Visiblemente mocionado y sorprendido por la respuesta de la enorme cantidad de público que se acercó al Escenario 2 con tal conocimiento de causa que no hubo canción que no fuera coreada por todos, Troye Sivan sacó chapa de popstar, repasó su excelente segundo álbum a través de temas como Seventeen (fue la apertura del show), Animal y My My My!, sostenido por una banda de muy alto nivel, y dejó flotando el presagio de un pronto regreso.
Paulo Londra
El showman cordobés arrasó en su debut en el festival
No es música; o mejor dicho, la música fue sólo una parte, en el show que Londra montó en el escenario principal, frente a la audiencia más numerosa del domingo. (Foto: Fernando de la Orden)
Con su presentación en el Main Stage 1 del Lollapalooza 2019, Paulo Londra demostró ser un verdadero showman. Ubicado en un lugar de privilegio dentro de la grilla del festival gracias a sus millones y millones de reproducciones en las distintas plataformas, el cordobés de 20 años puso a todos a repetir una y otra vez su pegadizo latiguillo, ese que consiste en decir su nombre dividido en sílabas: “Pau-Lo-Lon-Drá». Con una gran convocatoria, y un centenar de chicas llorando por su presencia, Paulo repasó sus temas más hiteros: Dímelo, Cuando te besé, Adán y Eva, y también jugó con el público, tiró unos tiros al aro de básquet y bromeó con divertidos diálogos con su DJ (único partener sobre el escenario) en su tono cordobés que tanto parece gustarle a sus fans. Encima, sumó a Aoki en escena, quien remixó su tema Forever Alone.
Greta Van Fleet
Los chicos quieren y tienen rock
Joshua Kiszka, uno de los tres hermanos que junto a Daniel Wagner en batería llenaron de rock and roll setentista el Hipódromo de San Isidro. (Foto: Fernando de la Orden)
En el escenario principal, los apenas veinteañeros Greta Van Fleet evocaron a la perfección el espíritu de Led Zeppelin y en el atardecer del domingo enloquecieron al público con un rock and roll con todos los clichés, sí, pero también todo el poderío y carga de energía. El vestuario también tuvo todos los elementos claves: chaleco y pantalón de terciopelo, colgantes y medallas, flecos y hasta pies descalzos. Musicalmente, el bajista, Jake Kiszka, tuvo pasajes en los teclados, el baterista, Daniel Wagner, se lució en un solo y el guitarrista, su hermano Jake, fue un auténtico héroe con pirotecnia propia. Mención especial para el tercero de los hermanos, el cantante Josh, de impecables agudos y aullidos, algunos con pandereta en mano.
Bring Me the Horizon
Cambio de rumbo pero no de esencia
A pura potencia, Oliver Skyes llevó a excelente puerto la propuesta de su banda, en la primera jornada del festival.
Es cierto que tanto para That’s the Spirit (2015) como para Amo, el álbum que acaban de editar, la banda de Sheffield se lanzó a experimentar por los terrenos del la electrónica y el pop, con suerte diversa. Sin embargo, ese marcado cambio de rumbo, reflejado a través de buena parte de los temas elegidos para su presentación del viernes –MANTRA, Nihilist Blues, Mother Tongue y Wonderful Life-, para nada disminuyó su poderío construido al amparo del deathcore que marcó sus comienzos, y que resultó arrasador en la tarde del viernes. Mucho tuvo que ver en eso la energía que transmitió su líder, Oliver Skyes, de una entrega total a lo largo de la hora que duró el set, justo al término del recital de Portugal. The Man, otro de los puntos altos de la programación de la primera jornada.
Perotá Chingó
Del indie a las grandes ligas
Dolores Aguirre y Julia Ortiz fueron la auspiciosa punta del iceberg de las auspiciosas propuestas independientes que dijeron presente en el Lollapalooza. (Foto: Fernando de la Orden)
También con un origen como youtubers, hace rato que Dolores Aguirre y Julia Ortíz dejaron un poco de lado cierto ‘hippismo’ que marcó sus primeros pasos, para entrar en la maquinaria de la industria musical que, en su caso, no conspiró contra la frescura que transmite la propuesta. Al contrario, el paso del tiempo le dio al dúo una consistencia en los arreglos y una madurez en la interpretación que enriquece aún más aquellas canciones que como Ríe Chinito, crecieron al amparo de un despojo que fue en parte su virtud. En la misma liga que el combo Aguirre/Ortíz se ubicaron propuestas como las de Candelaria Zamar y, en un plan más pop, Salvapantallas, que obtuvo una muy buena respuesta del público que madrugó en la tercera jornada.
St. Vincent
El punto exacto en el que lo humano se conjuga con lo digital
St. Vincent le puso música al escenario Alternative, con un repertorio que realmente marco distancia con las tendencias mayoritarias. (Foto: Martín Bonetto)
Sola, sobre una pequeña tarima ubicada en el centro del escenario Alternative, con la guitarra correspondiente según la exigencia de cada una de las 12 canciones de su lista, la artista -porque la chica es bastante más que tan solo una cantante o una compositora, y no porque eso sea poca cosa-, Anne Erin Clark conjugó el mundo digital con una carga orgánica que se desprende de su voz, sus gestos y los sonidos que le saca a su instrumento, que maneja con maestría, y que conmueve aún cuando su imagen robótica parecía despojarla de toda humanidad. En esa sintonía, St. Vincent le dio vida a títulos como Los Ageless, la cautivante Masseducation, la hipnótica Pills, Slow Disco y New York, para redondear un set impecable.
Producción: Marcelo Fernández Bitar, Darío Doallo, Adriano Mazzeo, Hernán Firpo, Walter Domínguez y Eduardo Slusarczuk.
Fuente: Clarín