“El baile, claramente, es una ópera del pasado. Es un ejercicio interesante entender cómo funciona, haciéndola. Hoy en día parecería que el término ópera vuelve a las fuentes: la palabra se refiere simplemente a una obra. Cualquier cosa que mezcle texto y música se la llama ópera”, cuenta vía telefónica el compositor Oscar Strasnoy desde Italia, donde pasa sus vacaciones mientras se prepara el estreno local de El baile (Le Bal) en el Teatro Colón.
Después del éxito rotundo en París, la obra sobre el texto de Irène Némirovsky, con libreto en francés de Matthew Jocelyn y dibujos de Hermenegildo Sábat, tendrá algunas innovaciones con la semi-puesta del dramaturgo Matías Feldman.
“Lo que se va a hacer en Buenos Aires va a ser distinto de lo que se hizo en París, donde las imágenes de Sábat estaban proyectadas. Feldman va a trabajar con un video y las imágenes van a estar integradas en otra cosa, y va a hacer algo completamente distinto”, explica Strasnoy.
Oscar Strasnoy. El compositor no estará presente en el estreno del Colón: «Seguramente, la política del teatro es no invitar a los compositores», dijo.
-¿Estará presente en el estreno?
-No, porque nunca me lo propusieron. Seguramente, la política del teatro es no invitar a los compositores.
-Suena tranquilo, no parece muy controlador con su obra, ¿no?
-Lo que pasa es que, o controlás completamente o no controlás nada. Porque controlar a 15 mil kilómetros sería ridículo. A Feldman lo propuse yo, porque conozco su teatro y me interesa, me parece talentoso. Fue alumno mío en la Escuela de ópera. Pero está trabajando en una situación complicada, donde casi no hay ensayos. Veremos qué puede hacer con eso.
–El baile tiene la particularidad de ser una obra en la frontera entre lo teatral y lo operístico: no tiene puesta en escena, pero tampoco es un concierto raso. ¿Cómo lo pensó y cómo colaboran los dibujos de Sábat en el desarrollo de la trama dramática?
Cualquier ópera de concierto siempre tiene una situación teatral medio castrada. En todo caso, cualquier elemento exterior que venga a romper con el ritual del concierto, como los dibujos de Sábat, siempre va a inaugurar una situación teatral medio fuerte. Simplemente porque rompe con la situación rasa, antidramática, de un concierto. Los dibujos de Sábat nos ayudaron a dar una mirada exterior de la ópera. Fue una situación muy divertida, porque Sábat odiaba la ópera. Eso nos dio una mirada muy caricaturesca de por sí.
-¿Entre la docena de óperas que ya tiene escritas, encuentra elementos en común? ¿Se podría hablar de un estilo Strasnoy en el género?
-Para mí es difícil decirlo. Sí hay ciertos temas que vuelven. Los temas de tipo familiar, por ejemplo. Tanto en El baile como en Geschichte, Requiem, y no me acuerdo en qué otra, hay un circuito cerrado de la familia que se vuelve una especie de monstruo y, de alguna manera, simboliza la sociedad entera. Y todo sucede en un ambiente cerrado y claustrofóbico Y también medio paranoico. Esas historias me interesan y me parecen poderosas en un escenario.
-¿Cuál es el tema principal de El baile?
-Quemar etapas. Hay un tipo que hace plata fácil en la bolsa y se enriquece obscena y rápidamente. Piensa que con lo que le da la plata puede integrarse a una sociedad más establecida, instalarse en la sociedad francesa de viejos ricos y aristócratas. El tema es también la imposibilidad de la integración, porque un nuevo rico sigue siendo un pobre con plata. En un terreno más simbólico sería la imposibilidad de salir definitivamente de donde uno viene. Los personajes de El baile, judíos en una sociedad no judía, de pre guerra, etcétera, se hacen comer crudos por esa sociedad que no los necesita. Después está toda la cuestión de la familia, no se sabe bien si la madre fue o no una prostituta; los odios internos, cómo cada uno sabe de la historia del otro y la imposibilidad de salir de esa historia. Y de sepultar el pasado pese a todos los esfuerzos Por eso todo se vuelve completamente paranoico. Cuanto más pasado, más paranoia. La paranoia es el condimento perfecto del poder, una cosa no existe sin la otra.
-¿Cómo trabajó musicalmente todas estas cuestiones? ¿Cada personaje tiene su caracterización musical?¿ Cómo es el lenguaje musical general?
-La música se parece a cualquier ópera mía. No tiene nada en particular. Sí, tal vez, esta tiene algo straussiano, con una orquesta muy idiomática que dibuja y subraya mucho cada situación. En ese sentido, es una ópera muy tradicional. Después, cada personaje tiene su velocidad. Hasta la quinta escena, la ópera es, en general, muy veloz. Todo sucede muy rápido y de manera concentrada, como una comedia rossiniana.
En París, Sábat y Strasnoy, en 2012, en el Teatro Châtelet.
-¿Qué le atrajo del texto de Némirovsky?
Me interesan las historias donde circulan muchos afectos muy diferentes entre los personajes. En El baile, dentro de ese ambiente paranoico, donde todos sospechan de todos, hay muchas historias fuera de cuadro que se adivinan por cómo cada personaje se comunica con el otro. Y alimentan una trama dramática más densa y rica. Claro, es como una especie de subtrama. Algo alrededor que uno imagina y que deja entrever la historia, pero no está claramente explicitado, sino a través del modo en que se relacionan los personajes. Eso me interesa en particular, porque mi interés está basado en historias dramáticas teatrales, aunque ahora esté cada vez menos de moda esa orientación. Hay compositores que hacen óperas sobre cosas que son completamente anti-dramáticas. Se puede hacer una ópera sobre absolutamente nada, como Neither de Morton Feldman, son cinco líneas donde no hay ningún tipo de dramatismo. Creo que hace rato hay una especie de saturación de la ópera dramática con narración, con cuentito.
-¿Por dónde cree que pasan los desafíos para escribir ópera? ¿Qué elementos de la tradición le parece que son irrenunciables?
Mi idea era muy básica, la ópera como una torta con distintas capas de interpretaciones: una música que interpreta un texto, una puesta que interpreta una música más un texto y cantantes que interpretan la música. Este año, por tercera vez, di clases en Buenos Aires, en la Escuela de Invierno, en el Seminario de creación de ópera del CETC. Cada vez que enseño y me cruzo con las nuevas generaciones, tengo menos certezas de lo que puede llegar a ser una ópera. En esta Escuela, la tendencia es que la «ópera» se está corriendo del teatro y se está yendo hacia las tendencias nuevas de lo que se llama «arte contemporáneo», que tampoco se sabe bien qué es. Está claro que los chicos se interesan menos por una dramaturgia clásica.
-El texto teatral o literario está siendo reemplazado por otras interfaces.
Sí, la tendencia es hacia la escena de la instalación. El texto está muy manipulado, manoseado. Tal vez, lo que se interprete ahora ya no va a ser necesariamente un texto teatral o literario, sino otras cosas.Estamos en un momento de mutación generalizado. Hay una crisis gigante de todo. No sólo de la política, de la sociedad, de los medios o de la literatura. Sin duda hay una transformación, pero no tengo idea hacia dónde.
Matías Feldman y una película dentro de «El baile»
“No se trata de un montaje ni de un modo de producción tradicional”, dice el dramaturgo Matías Feldman a cargo de la versión semi-montada de la ópera de concierto El baile (2009).
“Sobre la idea de un concierto de una ópera, hice una especie de “película” (la estoy editando con mi celular, y es la primera vez que edito), que va a ser proyectada a modo de montaje de una ópera que, en realidad, es un concierto. La idea en medio de este juego de palabras es que se va a ver un registro proyectado sobre una especie de montaje trunco. Se van a ver notas mías, los dibujos de Hermenegildo Sábat, partes de ensayos que hicimos. Todo eso que se ve en la proyección va haciendo la escena que no vemos en el concierto”.
Dónde y cuándo
El Baile (Le Bal), ópera en versión concierto Autor Oscar Strasnoy, tiene libreto de Matthew Jocelyn y está basado en la novela de Irène Némirovsky. La dirección musical es de Wolfgang Wengenroth; la dirección escénica y video es de Matías Feldman. Las ilustraciones son obra de Hermenegildo «Menchi» Sábat. El reparto está compuesto por Sabrina Cirera, Laura Pisani, Carlos Ullán, Marisú Pavón, Alejandra Malvino y Victor Torres. El estreno es este jueves 26 de septiembre, a las 20, en el Teatro Colón.
Fuente: Clarín