En enero de 1969, The Beatles tocó ante las cámaras para el proyecto Get Back; veintiún años después se estrenó una nueva edición de esas imágenes a cargo del director Peter Jackson.
The Beatles iban a llamar a ese disco Get Back (“regresa”) porque estaba planteado como una vuelta al rock and roll de sus orígenes. Hacía más de tres años que no se presentaban en un escenario, y ese sería su regreso a las giras y conciertos. No lo hicieron. Y para el nombre de ese álbum, que se publicó el 8 de mayo de 1970 y que hoy cumple 51 años, eligieron un tema que transmitía un mensaje más acorde con la despedida: Let it be (“déjalo ser”), título que pareciera ser un pedido a sus fanáticos. Románticos hasta el final, en esa metáfora querían plasmar que lo que buscaban era perseguir cada uno su propia búsqueda.
Primera paradoja del adiós: si uno analiza la discografía del grupo, “Get Back” es la última canción que publicaron como banda. Se hubiesen ahorrado esta ironía si los discos se hubieran publicado en el orden en que fueron grabados dado que el día que apagaron la luz del estudio y tocaron juntos por última vez fue cuando, el 18 de agosto de 1969, terminaron de hacer la canción que crudamente se titula “The End” (“el final”), dando por finalizado el álbum Abbey Road.
Pero la historia quiso que así sea, e infieles a la letra de “Get Back”, nunca más regresaron al lugar al que alguna vez pertenecieron (“Get back to where you once belonged”), si bien ese fue el último verso que cantaron en aquel histórico show en la terraza de Apple Corp.: su último concierto. Ninguna de las personas que caminaba ese 30 de enero de 1969 por la calle Savile Row, y que se sorprendió al ver que se había montado aquel recital, supo que estaba siendo testigo de las últimas notas que tocarían en vivo.
Ese espectáculo quedó inmortalizado en el disco Let it Be, cuya tapa los muestra separados y a cada uno en un recuadro distinto. Este no fue el final de su música, sino el de su obra juntos. Luego, cada uno fue haciéndose su propio camino. Una decisión que ya venían anunciando en algunos de sus últimos proyectos: en la tapa de Revolver (1966)ni se miran; en la icónica obra maestra de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) asisten a un funeral (¿el suyo?); en The Beatles (1968)solo está el vacío de una hoja en blanco y, en Abbey Road (1969), representan un cortejo fúnebre, donde la muerte sería la de Paul McCartney.
La necesidad de “un quinto beatle”
En aquel mítico concierto de 42 minutos y 5 canciones, los Beatles no estuvieron solos. Los acompañó -desde el piano- Billy Preston, el tecladista y compositor que tocó con los Rolling Stones y que participó de la grabación de siete de los 12 temas que componen Let it Be. Para algunos era “el beatle secreto”, para otros “el quinto beatle”, y para los propios Paul, John, George y Ringo el hombre que logró que no se mataran durante la grabación del disco.
“Tener a esta quinta persona nos ayudó a romper el hielo que se había creado entre nosotros. Billy no sabía nada de todo lo que había sucedido, así que su inocencia sirvió para darnos el empujón que necesitábamos”, diría George Harrison, el beatle que, luego de abandonar por unos días al conjunto inglés, propuso que el tecladista se sumara al grupo. La polémica sobre si incorporar o no a Preston a la formación definitiva (iniciativa que apoyaban Harrison y John Lennon) fue otro de los puntos de tensión de la banda. Quizás hubiera sido una forma de mantenerlos “unidos” un tiempo más…
Los cuatro de Liverpool siempre necesitaron que alguien equilibrara sus personalidades y sus búsquedas. Y durante gran parte de su carrera, ese rol lo ocupó su manager, Brian Epstein, que no solo los hacía funcionar como banda sino que también controlaba su economía (otro gran eje de conflicto). Por eso, muchos señalan que la debacle del grupo comenzó tras la muerte del histórico representante, en 1967. Lennon también suscribía a esta teoría. Cuando Epstein murió, John visualizó el final: “Supe que ahí se acababa todo”. Para el cantante de “Imagine”, a partir de ese momento, todos quedaron relegados a la conducción de McCartney.
Provenientes de clases sociales distintas y con un deseo musical alejado uno del otro, hay varias canciones que reflejan su relación en los últimos años y lo que le generaba a Lennon seguir sus directivas. Así, un año después de separarse, y junto a Harrison (desde el bajo, el instrumento de Paul), Lennon creó “How do You Sleep?”, una cruda canción en la que canta: “el error que cometiste estaba en tu cabeza” y “te decían que eras el rey” (“The one mistake you made was in your head / Tell me… How do you sleep? / Tell me… How do you sleep at night? / You live with straights who tell you you was king”).
Uno de los puntos donde se ve la rivalidad entre los dos beatles se produjo al buscar un nuevo representante para el conjunto británico. En 1969, Lennon y su esposa, Yoko Ono, firmaron un acuerdo con Allen Klein, quien venía recomendado por Mick Jagger, porque había trabajado con los Stones.
Lennon quería involucrar en esta resolución al resto de la banda, pero McCartney se opuso, no solo por la mala fama de Klein sino también porque exigía el 20% de las ganancias. En su lugar, quería que los represente Lee y John Eastman (el padre y el hermano de su esposa, Linda). Pese a su deseo, y con el aval de Ringo Starr y de Harrison que tampoco querían que la conducción en manos de los Eastman vuelva las cosas desparejas entre ellos, Klein acabó siendo el gerente general interino y los Eastman, los asesores legales.
Con el tiempo, el vínculo con Klein se rompió y McCartney llegó a denunciar a sus (ex)compañeros en 1970 por miedo a perder los derechos de su música en manos de este manager. Así lo explicó algunos años más tarde al conversar con la revista CQ: “Fueron tiempos horrendos para mí. Tomaba mucho y todo lo hacía en exceso. Pero sabía que era la única alternativa para que no se evaporara el trabajo de toda mi vida”.
En aquel entonces y tras algunos despidos de gente clave de Apple Corp., Klein y Lennon le enviaron Let it Be a Phil Spector (que murió este año en la cárcel mientras cumplía sentencia por el femicidio cometido en 2003) para que éste terminara de producirlo. Eso hizo que este álbum se convierta en el único disco de toda la discografía de la banda que no fue producido por George Martin, el verdadero “quinto beatle”, pieza clave en la mediación entre ellos y en la creación de su música (segunda paradoja: con el disco con el que pretendían volver a sus raíces, cambiaron al encargado de definir el sonido). Hay varios indicios para creer que el sueño de recuperar los orígenes era solo de McCartney. Decepcionado por los arreglos del álbum y por el trabajo de Spector, decidirá sacar una reversión más despojada 34 años más tarde: Let it Be… Naked(“Déjalo ser… al desnudo”, 2003).
A Lennon tampoco le gustó el disco. Y mucho menos el documental que hizo el cineasta Michael Lindsay-Hogg, en el que registró todo el proceso de grabación. Tan es así, que dijo que el hecho de ser filmado constantemente en el estudio le generó una “sensación muy desagradable”. Y remató: “La grabación terminó y no queríamos saber nada más de ella, por primera vez desde el primer álbum. La cinta estaba en malas condiciones, y yo quería que saliera así para que el mundo viera a lo que habíamos llegado. No podemos tocar juntos ya, déjenos en paz. Pero no fue posible. Paul no lo permitió. Fuimos y produjimos Abbey Road para hacer algo presentable y perpetuar el mito”.
El mito sigue vigente al día de hoy y prueba de ello es que, en agosto de este año, se lanzará la versión de la película “The Beatles: Get Back” dirigida por Peter Jackson. McCartney lo espera ansioso: “Estoy muy feliz de que haya ahondado en nuestros archivos para hacer una película que muestre la verdad sobre The Beatles grabando juntos. La amistad y el amor entre nosotros vuelve, y me recuerda los increíblemente hermosos momentos que vivimos”.
Un pacto de silencio y la “traición”
“Vos y yo sin llegar a ningún lugar en nuestra vuelta a casa” (“You and me (…) getting nowhere on our way back home”). Esas palabras de la canción “Two of Us” (“Dos de nosotros”) resumen la tensión de esos años entre McCartney y Lennon, y dan inicio a Let it Be. Si bien John llegó a decir que en 1962 terminó su sociedad con el bajista para crear canciones juntos, afortunadamente la dupla siguió funcionando y, aunque el tema que lleva el nombre del disco fue escrito por McCartney, lo cierto es que fue compuesta por los dos.
Lennon: entre Yoko Ono y los Beatles
Hay cientos de versiones sobre qué fue lo que terminó de quebrar su vínculo y una de las que más resuena pone a Yoko Ono como la “culpable”. Esta hipótesis es un tanto reduccionista (además de machista). De hecho, Ringo descartó esta teoría y el propio Lennon, al hablar de su salida, reconoció: “Siempre estaba buscando una excusa para dejar The Beatles, pero no tenía valor para hacerlo. La semilla estaba plantada desde que dejamos los escenarios, pero me asustaba la idea de abandonar el palacio”.
Su salida ya estaba escrita tiempo atrás, aunque sí es verdad que no toleraba el trato que su pareja recibía por el resto de la banda y que ese fue el último empujón hacia su decisión. “Pensé que podía acoplar a Yoko a nuestra vida, pero parecía ser que tenía que estar casado o con ella o con los Beatles. Yo escogí a Yoko y esa fue la decisión correcta”, dijo en una entrevista en la que reveló que una vez casi golpea a Harrison por insultarla.
John anunció su decisión el 20 de septiembre de 1969, seis meses antes de que el mundo supiera de la separación de los Beatles. Y lo hizo dirigiéndose a Paul, que era a quien más le costaba asumir que ya no eran felices haciendo música juntos: “¿No te das cuenta? El grupo se terminó, me voy”. Sin embargo, no fue el pionero.
Ringo Starr: el primero en decir “basta”
Ringo Starr fue el último en sumarse al conjunto inglés (cuando reemplazó al baterista Pete Best en 1962) y el primero en renunciar. Lo hizo el 22 de agosto de 1968, tras una discusión con McCartney por un arreglo de batería durante la primera sesión de “Back in the USSR” (de The Beatles, conocido como el “Álbum Blanco”, su primer disco doble). Se cree que McCartney tocó la batería en esta canción y en “Dear Prudence”. Unos días después, Ringo se reincorporó y fue recibido con la batería llena de flores.
Este álbum es el primero en el que hay temas que no hicieron todos. El primero que marcó esto fue “Revolution 9″, donde no estuvo Paul y trabajado casi exclusivamente por John. En venganza, Paul hizo “Why Don’t We Do It In The Road” solo con Ringo.
El breve adiós de Harrison
El segundo en cruzar el límite del hartazgo fue Harrison, quien encontraba en la “rivalidad” McCartney-Lennon un techo a su crecimiento como compositor, tal como se refleja en la canción “I, me, mine”. De hecho, él fue el primero en comenzar a caminar solo, y lo hizo con el disco Wonderwall Music (1968).
Uno de los momentos de mayor tensión que protagonizó fue cuando en la grabación de “Hey Jude” (The Beatles) se cruzó con Paul, luego de que éste rechazara una propuesta del guitarrista sobre un arreglo. Pocos meses después, el 10 de enero de 1969, cuando estaban grabando el álbum Let it Be, la historia se repitió y, después de discutir con los dos líderes, renunció. Sin embargo, el adiós le duró poco y, al cabo de unos días volvió, aunque con algunas pautas: debían dejar de grabar en los estudios del barrio de Twickenham, no harían ningún concierto en vivo (claro, que esto no se cumplió y los Beatles regalaron aquel último show en la terraza); y, además, ahí fue cuando sugirió que Billy Preston se sumara desde el piano.
McCartney, el último en renunciar y el final del pacto de silencio
“Paul abandona a los Beatles”, con ese titular, el diario Daily Mirror anunció la separación del conjunto inglés, el 10 de abril de 1970. Casi un mes antes del lanzamiento de Let it Be.
McCartney era el beatle que más quería sostener la idea primaria del mítico grupo; pero a pesar de eso, y como ya habían hecho los demás, llegó un momento en que él también decidió irse. Sin embargo, la verdadera noticia no era el adiós de McCartney, sino que los Beatles ya no existían. Lennon había tomado esa decisión 6 meses antes (“Yo formé el grupo y yo lo disolví. Así de sencillo”), aunque eso era un pacto de silencio entre los Fab Four y su círculo íntimo.
Por eso, al ver aquel artículo, Harrison, Ringo y, sobre todo Lennon, estallaron de furia. No era así como pensaban comunicar su separación y, para ellos, se trató de una maniobra de Paul para promocionar su primer disco solista: McCartney, el cual había grabado bajo el pseudónimo de Billy Martin mientras luchaba, con el impulso de Linda, contra el alcoholismo y la depresión por la ruptura de la banda (ya decretada puertas adentro).
¿Pero cómo ocurrió que la noticia más importante de los Beatles se supo de esa manera? El disco Let it Be ya estaba listo para salir, por lo que el grupo le escribió una carta de anoticiamiento para que McCartney posponga la salida de su álbum para junio, y Ringo fue –personalmente- a llevársela a su casa. “Se volvió loco. Estaba descontrolado, gritaba y me apuntaba a la cara con el dedo, diciendo: ‘Me las van a pagar, los voy a hundir’. Me dijo que agarrara mi abrigo y me fuera”, recordó el baterista.
Paul desoyó el pedido, sacó el álbum el 17 de abril y, antes, se hizo una especie de “auto entrevista” para promocionar su nuevo proyecto. El periodista Don Short, del Daily Mirror, consiguió ese material un día antes de que se difundiera y, valiéndose de lo que interpretó, anunció el final. En ningún momento McCartney dijo explícitamente que abandonaba la banda, sino que sus respuestas al respecto dejaban la puerta entreabierta: “Un disco solista significa que es el comienzo de una carrera solista, y no hacerlo con los Beatles significa que es un descanso (…) ¿Temporal o permanente? En realidad, no lo sé”.
Esto da lugar a la tercera paradoja: no fue Lennon ni McCartney quienes dieron a conocer la separación; tampoco fue Harrison o Starr, los integrantes de perfil más bajo. La muerte de los Beatles salió de la voz (o de la pluma) de un tal Don Short.
El final más amargo. Si “Let it Be” es el himno del adiós, “Get Back” es el recordatorio de que el disco que iba a marcar el renacer beatle se convirtió en la ruptura más triste. Ni volvieron. Ni se despidieron.
Fuente: Manuela Parajuá, La Nación