Disponible en Star+, la serie documental McCartney 3,2,1 ofrece una aproximación muy íntima y original al proceso creativo de Sir Paul en sus años como Beatle y un poco después también. No se trata de un documental en sentido estricto sino que es más bien una suerte de confesión a cinta abierta (sí, porque se trabaja con el audio original de la época) de McCartney hacia el productor Rick Rubin (pionero en la fusión del rap y el heavy metal). Con una iluminación de trasnoche, la conversación fluye como en el mejor programa de radio con inserts a imágenes de época. Pocas veces la idea de menos es más fue tan bien aplicada. En los seis episodios no solo se escucha a The Beatles sino que McCartney deja claves sobre influencias y contemporáneos tal como se puede escuchar en esta playlist con lo mejor de 3,2,1.
“Concierto de Brandenburgo N 2 en Fa Mayor” (Johan Sebastian Bach, 1721). McCartney revela que después de haber escuchado este concierto tocado por la Filarmónica de Londres en la BBC le llevó a George Martin la idea de incluir una trompeta piccolo en “Penny Lane” durante la grabación del álbum Magical Mistery Tour. La obra original que inspiró a Paul fue escrita por Bach en 1721 a pedido del Marqués Christian Luis de Brandenburgo. Se trata de seis conciertos modélicos en los que el compositor utilizó el rango más alto de instrumentos de la época. David Mason fue quien ejecutó el audaz arreglo que Martin hizo interpretando la idea de Paul.
“Good Golly Miss Molly” (Little Richard, 1957). En su modo más rocker, Paul le debe casi todo a Little Richard, estrella negra y andrógina del rock and roll. Es una influencia y un homenaje que el bajista ha sostenido a lo largo del tiempo cada vez que pone un grito en el cielo (del estudio o el estadio). En la serie, el bajista le cuenta a Rick Rubin del encuentro que tuvieron los Beatles con Ricardito (cómo se lo llamaba en Buenos Aires a fines de los 50) en Estados Unidos durante la primera gira de los Fab Four. Conocida en Latinoamérica como “Ahí viene La Plaga” por la versión de los mexicanos Teen Tops, “Good Golly Miss Molly” fue el segundo single de Little Richard reivindicado por Creedence con una versión rabiosa en el álbum Bayou Country. Bien ahí los Fogerty.
“All I Have to do is Dream” (The Everly Brothers, 1958). Las armonías vocales de los hermanos Don y Phil Everly fueron el molde sobre el que los Beatles desplegaron sus arreglos. De lo más pop junto a Buddy Holly en esa segunda mitad de los años 50 donde se definieron las últimas cuatro décadas del siglo XX. “All I Have to do is dream” es lo que se conocía como slow rock, una balada ensoñada pero liberada de la entonación afectada de los crooners. Fue el quinto simple que editaron en 1957 consiguiendo el número 1 a los dos lados del Atlántico en Estados Unidos y Reino Unido al mismo tiempo. Paul se detiene en ellos mientras revisa el proceso creativo de los early Beatles.
“All my Loving” (The Beatles,1963). Es lo primero que escuchamos en la serie y de veras que verlo a Paul explicando el sonido de John y como compusieron juntos esta canción no es para corazones frágiles. “All my Loving”, incluída en el primer álbum de Los Beatles (With The Beatles), tiene todo el sello que despega a Lennon y McCartney de las raíces del rock and roll para proyectar un modelo de canción y de autoría que estaban por delante de las demandas sociales de la década. Descubrimos que la performance física en el rasgueo de John resultaba un ejercicio extenuante. Y sonreímos de dicha al volver a escucharlos juntos aunque sea en esta forma. Se editó además como sencillo con “This Boy” en la cara B.
“Oh, Pretty Woman” (Roy Orbison, 1964). Otro recuerdo de gira de Paul lleva a esta gema pop cuyo característico golpe de tambor devino heavy metal en las manos de Van Halen a principios de los 80. Uno de los más grandes éxitos del así llamado “Caruso del Rock” por el lirismo dramático de su voz que lo convertía en una suerte de tenorbilly. La canción inspiró la popular comedia romántica Pretty Woman con Julia Roberts y Richard Gere y también tuvo su traducción mexicana con Manolo Muñoz que la grabó como “Ay Preciosa” pocos años después. “Ay preciosa/dudo que sea verdad/de que existas tú”. Precioso.
“You Really Got Me” (The Kinks, 1964). Rara vez el guion le permite a Rubin algo más que interjecciones de asombro o asentimientos sobre los recuerdos de Paul. Sin embargo lograr colar la pregunta acerca de qué otros artistas llamaban su atención en ese bazar de maravillas que era el Swingin London. Primera respuesta casi sin pensar: “¡Kinks!”. McCartney refiere a una noche en Brighton donde el grupo de Ray Davies abrió para Los Beatles y cómo se quedó estupefacto al escucharlos tocar “You Really Got Me”. No era para menos. La canción introducía la novedad del riff pero además la música y la letra ritualizaban la obsesión amorosa con toda la violencia latente del deseo. Nadie había cantado así sobre el amor y con ese ritmo maníaco (un adelanto de lo que se llamaría freakbeat en 1966) antes. Ahora bien, quienes hayan pagado su ticket aquella noche de Beatles y Kinks sabrán que entraron en la Historia. Otro cover de Van Halen además.
“And I Love Her” (The Beatles, 1964). Como una esponja, los Beatles eran capaces de absorberlo todo: desde la música concreta de Pierre Schaeffer al bolero. Tal es el caso de “And I Love Her” incluida en el álbum A Hard’s Day Night que es acaso lo más cercano al sonido latino que estuvieron con un uso sobrio de la percusión y esa línea de guitarra memorable cortesía de George (Harrison). Mucho más profunda e interesante que la parodia kitsch de “Besame Mucho” por cierto. También editada como cara A en un simple junto a “If I Fell”.
“Hey Joe” (The Jimi Hendrix Experience, 1967). Otro de los artistas que habían provocado el asombro de Paul, ya un Beatle consagrado y una figura pública de Inglaterra, fue Jimi Hendrix a quien vio prácticamente en su debut londinense en un pequeño club donde servían comida hasta bien entrada la madrugada. El tiempo no ha borrado el asombro de las facciones de Paul que se mantienen intactas en el recuerdo del mejor guitarrista eléctrico que pisó la tierra. “Hey Joe”, un standard también versionado por The Byrds y muchos grupos de garaje, fue incluído en la versión nortamericana de Are You Experienced, el álbum que editó con su power trío Experience. Su versión tiene todos los atributos de la psicodelia: un sentimiento de comunión lisérgica que sigue ahí latente. En ese coro levitante, en esa guitarra espiralada, en la desesperación de la batería por ocupar todos los espacios.
“Maybe I’m Amazed” (Paul McCartney, 1970). Es por demás interesante el racconto que Paul hace sobre el proceso creativo que derivó en su primer álbum solista (el primero en una serie de tres llamados McCartney). Un disco concebido en el campo en el que tocó todos los instrumentos consiguiendo un sonido que además es puro concepto. “Maybe I’m Amazed” podría haber sido incluída en Abbey Road o Let it Be pero no, es el punto de partida de un estilo con el que también haría escuela. Dedicada a Linda equilibra su talento de melodista con ese pulso rocker heredado de Little Richard (cada vez que levanta la voz Paul es aquel negro gay extravagante y carismático).
“I.T.T (International Thief Thief)” (Fela Kuti & Afrika 70, 1979). El mayor referente del afrobeat viene a cuento de la escala que Paul y Linda hacen en Lagos (Nigeria) para grabar Band On The Run, el tercer álbum de Wings y uno de los más exitosos en su discografía post Beatles. Lo que se escucha aquí es una de las músicas más originales del mundo. A sacarle esa etiqueta piadosa de World Beat (como si Londres o Nueva York no lo tuvieran) y afirmar la esencia africana de esta adaptación del funk y el soul a los sonidos ancestrales del continente negro. El ritmo es enloquecedor y todo lo que Talking Heads y LCD Soundsystem tocaron ya estaba aquí en Afrika 70. Puro trance en los pies y la cabeza.
Fuente: Fernando García, La Nación