Este 19 de agosto Roberto Sánchez, Sandro, el ídolo, el Gitano, ese torbellino que dejaba sin aliento a las mujeres, hubiera cumplido 75 años.
Sus miles de seguidores en todo el mundo lo siguen venerando a través de sus eternas canciones, que siguen intactas y que mantienen viva la llama.
Pero este año es diferente.
Desde algún lugar sagrado, Sandro les envía un regalo a sus “nenas”, a sus fans, a sus incondicionales seguidores.
Se trata de “No te vayas todavía”, una canción escrita, música y letra, por Roberto, que por algún motivo nunca llegó a grabar para incluir en alguno de sus discos.
Años más tarde de haberla compuesto, utilizó la misma melodía para otro tema (con letra totalmente distinta), que cantó en vivo y en exclusivo para un show benéfico en Chile.
“No te vayas todavía” es el primer adelanto de un nuevo álbum, que incluirá versiones nunca antes escuchadas de canciones de Sandro y del cual pronto se sabrán más detalles.
Olga Garaventa de Sánchez autorizó a Sony Music a desarrollar este proceso de “rescate” para lograr, con este proyecto, el mejor resultado final.
¿Cómo se llegó a rescatar “No te vayas todavía”?
Sandro acostumbraba a grabar temas nuevos, básicos, en su home-studio de Banfield (Provincia de Buenos Aires). Esas pre-producciones luego se las enviaba en cassette a Rubén Aguilera (productor y arreglador) para comenzar a trabajar los arreglos.
A partir de esos cassettes las voces grabadas fueron extraídas y restauradas por Nelson Pombal (productor e ingeniero de grabación de Palito Ortega y Charly Garcia), para luego grabar los instrumentos y hacer los arreglos que dan forma a esta nueva versión, con aquel sonido tan característico de la obra de Sandro, como por ejemplo el sonido de guitarra de Ricardo Lew, compañero del Astro en varias grabaciones antológicas.
Y así se logró el rescate de este valioso material.
Ficha técnica:
Sandro: Voz, Coros
Ricardo Lew: Guitarra Eléctrica
Nelson Pombal: Guitarra Acústica
Mariano Braun: Piano Rhodes
Jon Aguilera: Acordeón
Rubén Aguilera: Bajo
Sebastián Reinholz: Batería
Miguel Tallarita: Trompeta, Flugel
Patricia Argüelles: Violín
Herman Ringer: Violín, Viola
Juan Pablo Ezquerra: Glockenspiel
Pablo Iglesias: Percusión
Diego Reinholz: Percusión
Grabado en los Estudios W Sound, Nosfer y Digi Rec
Ingenieros de Grabación: Nelson Pombal, Jon Aguilera y Pablo Iglesias
Mezclado por Nelson Pombal
Masterizado por Daniel Ovie
Producción, Arreglos y Dirección Musical: Jon Aguilera y Nelson Pombal
“No te vayas todavía” es una composición inédita rescatada de una vieja cinta, que fue dada a conocer por Sony Music tras un largo proceso de recuperación y restauración del original.
De esta manera, a diez años de su muerte, el día del cumpleaños del artista vuelve a contar con un hito, como solían ser las reuniones de sus fans en la puerta de su casa, las cuales eran animadas con entonaciones de clásicos como “Rosa Rosa” o “Dame el fuego de tu amor”, a la espera de que el ídolo se asomara para saludar.
La fidelidad de las fans, a las que cariñosamente había bautizado como “mis nenas” no sorprenden si se tiene en cuenta que Sandro fue uno de los máximos ídolos de la canción popular, en una larga trayectoria que lo tuvo como pionero del rock and roll en castellano y, una vez consolidado, como pilar fundamental de la balada romántica en la región.
Con éxitos como “Rosa Rosa”, “Dame el fuego de tu amor”, “Tengo”, “Quiero llenarme de tí”, “Porque yo te amo”, “Penumbras”, “Trigal” y “Una muchacha y una guitarra”, entre tantas otras, Roberto Sánchez, tal su nombre real, sobresalió como autor entre los artistas de su género y como intérprete, con su perfecta mezcla de sensualidad y sencillez, alimentada con su imagen de “muchacho de barrio”.
En el plano musical, supo asociarse con letristas como Oscar Anderle y arregladores como Jorge López Ruiz y Oscar Cardozo Ocampo, entre otros, quienes le dieron un toque distintivo a sus baladas románticas.
Como intérprete, la historia de Sandro puede dividirse entre sus inicios rockeros, junto al grupo Los de Fuego, con frenéticos bailes y traducciones a un español castizo de los primeros clásicos mundiales del género, lo que le valió el apodo de “Elvis criollo”; y su consagración total como cantante romántico, con sus jadeantes fraseos y sus sugestivas miradas.
Tal como marcaba la moda imperante de finales de los 60 y de los 70, en la que los artistas populares protagonizaban películas como forma de promocionar sus discos, encabezó alrededor de unas 15 producciones, entre las que destacan “Gitano”, apodo que lo acompañó por el resto de su carrera; “Operación Rosa Rosa”, “Subí que te llevo”, “Muchacho”, “Quiero llenarme de ti” y “Embrujo de amor”, entre otras.
Oriundo de Valentín Alsina, Sandro quedó impactado, como muchos adolescentes de la época, con Elvis Presley, a quien comenzó a imitar en la década del 50, mientras cursaba estudios primarios.
En los años siguientes, el artista formó diversos grupos hasta que a principios de los 60 quedó al frente de Los de Fuego, con los que alcanzó la popularidad como un émulo local del «Rey del Rock and Roll», presentando una versión más sanguínea y sexual del rock de salón que cultivaban orquestas como las de Eddie Pequenino.
El gran éxito alcanzado a lo largo de esa década le sirvió, entre otras cosas, para respaldar al incipiente movimiento del rock argentino, al que ayudó a partir de su asociación con otros artistas para regentear La Cueva, el mítico reducto que albergó a las primeras figuras del género, entre quienes se encontraban Javier Martínez, Billy Bond y Pappo.
Fue en esos años que Sandro eligió dejar de lado definitivamente la campera de cuero para calzarse el smoking y dedicarse a la canción romántica, una faceta en la que descolló como autor, además de proyectarlo a nivel internacional.
En tal sentido, el sábado 11 de abril de 1970 Sandro se convirtió en el primer latinoamericano en cantar en el emblemático Madison Square Garden de Nueva York, en el que, además, fue el primer evento musical transmitido por televisión en vivo vía satélite para 16 países.
Aunque los orígenes habían unido a Sandro con el rock argentino, los caminos de ambos parecían transitar por senderos paralelos hasta finales de los 80, en donde hubo una especie de reconocimiento y revalidación de su influencia para el género.
Los últimos años de Sandro estuvieron marcados por sus problemas de salud, los que de a poco lo fueron alejando de los escenarios, y por la ostracidad elegida tras los muros de su famosa casa de Banfield, aunque nunca olvidó salir a la puerta a saludar a “las nenas” los días de su cumpleaños.
El 4 de enero de 2010, a los 64 años, el artista no logró superar una infección que contrajo en una internación, tras haber sido sometido semanas antes a un doble trasplante de corazón y pulmón, en la provincia de Mendoza, última alternativa a los años de padecimiento por un enfisema. Apenas el último paso para convertirse en mito.
Hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, Sandro nació en 1945, en la Maternidad Sardá, de Capital.
Su infancia, su adolescencia y sus primeros pasos en la música los vivió en Valentín Alsina. Con los años, ya consagrado, habitó una mansión en Banfield, que se convirtió en un ícono.
Sandro admiraba profundamente a Elvis Presley. Y lo imitaba. En el acto escolar del 9 de julio de 1957, su maestra de sexto grado lo invitó a hacer ese rol y provocó la ovación del público. Ahí comenzó su vocación por la música.
Sandro, gran admirador de Elvis. /Archivo Sandro.
La estrella, en realidad, se llamaba Roberto Sánchez: Sandro era el nombre que le habían querido poner sus padres y las autoridades no se lo permitieron.
En 1969 compuso Rosa Rosa, que vendió dos millones de discos. Sandro contaba que la canción era una analogía entre la mujer y la flor, pero hay otra versión sobre el origen de este tema. Rosa Díaz, empleada doméstica de la familia de Jorge López Ruiz, su productor artístico, sería quien inspiró el gran hit. Un día, Sandro entró a la cocina y entonó: “Rosa, Rosa, qué me preparaste”. A partir de eso, su productor le propuso escribir una canción.
Sandro debutó en el cine en 1966, con la película Tacuara y Chamorro, pichones de hombre, que se filmó en Coronda, Santa Fe.
Otro de los grandes fenómenos de su carrera fueron sus fanáticas, sus “nenas”, un nutrido grupo de adolescentes que lo empezaron a seguir en los años ’70 y nunca lo abandonaron.
Sandro, en el Madison Square Garden. /Archivo Sandro.
Es más, cada 19 de agosto se reunían en su casa de Banfield para celebrar el cumpleaños de su ídolo, un ritual al que llamaron las “batallas del 19”. Hacían guardia desde la noche anterior, bailando y cantando, hasta que Sandro salía, las saludaba y hasta abría un sector de su casa para recibir a un grupo de ellas.
El Gitano también era famoso por su bata roja. La costumbre de usar esa prenda surgió así: el show finalizaba y el público se quedaba con ganas de disfrutar más canciones. Sandro, ya en su camarín, escuchaba las ovaciones y salía nuevamente al escenario, vestido con una bata roja. Eso, con el tiempo, fue algo habitual y se convirtió en otro símbolo.
En total, Sandro publicó 52 discos y vendió al menos ocho millones de copias. Su tema Tengo fue considerado por la revista Rolling Stone y la cadena televisiva MTV como el 15° entre los 100 mejores del rock argentino.
También, realizó 16 películas y fue el primer latinoamericano en cantar en el salón Felt Forum del Madison Square Garden. En 2005 recibió un Grammy Latino.