Aunque ya se sabe que es parte de un estilo forjado a lo largo de casi 60 años de trayectoria, la situación no deja de sorprender. A diferencia de muchas de las grandes estrellas internacionales, Keith Richards, como Paul McCartney, prefiere arreglárselas solo a la hora de establecer contacto con su entrevistador. Entonces, apenas uno responde, se presenta como cualquier hijo de vecino: «Hola, ¿Eduardo? Soy Keith».
Guitarrista de los Rolling Stones desde 1962 y sobreviviente de innumerables batallas ganadas al rock and roll way of life, a sus 76 años, el eterno compañero de ruta de Mick Jagger, Charlie Watts y Ronnie Wood cuenta que está pasando los días de pandemia en su casa de Connecticut, a salvo del Covid-19 y ajeno a los entretelones en torno a la elección presidencial de los Estados Unidos.
«La verdad es que estoy tratando de estar a resguardo de todo eso, y a la espera de que termine de una vez», admite Richards, en un calco de declaraciones que recientemente hizo durante una entrevista ofrecida a Los Angeles Times. «Soy inglés y estoy viviendo en los Estados Unidos, así que no voy a protestar demasiado. Sólo un poquito», dijo entonces; y ratifica su decisión de ser «ciudadano del mundo».
Keith Richards asumió el rol del frontman al frente de sus X-Pensive Winos, cuando los Rolling Stones entraron en su período de «Tercera Guerra Mundial».
En cambio, a la hora de hablar del encierro al que lo obligó el coronavirus, admite que lo vive con cierta dificultad, y abre el juego. «En verdad, estoy atravesando la pandemia de la misma manera en que la están haciendo todos: encerrados en casa, con la familia y esperando el momento en el que pueda volver a salir«, dice.
Y aunque cuenta que sí, que la cuarentena le dio algo de tiempo libre para jugar con sus nietos, inmediatamente el músico viaja en el tiempo a los inicios del «aislamiento», y cuenta que este presente no deja de resultarle extraño. «Estábamos listos para salir a tocar nuevamente con los Stones, justo cuando empezó el lockdown. Y para mí es un poco difícil parar, tener que aceptar que no voy a estar girando».
-¿Qué estuviste haciendo durante estos meses? ¿Tocaste, compusiste…?
-Estuve escribiendo algunas nuevas canciones, tocando la guitarra, yendo después tal vez al piano, garabateando algunas ideas para letras en papeles, en sobres… ¡Que después termino perdiendo! Porque no soy muy organizado… ¡Jaja! También estuve haciendo algunas sesiones de grabación, más o menos un mes atrás, con Steve Jordan. Y aparte de eso, como todo el mundo, tratando de estar alejado de los demás y pensando qué hacer y cómo para salir de aquí. ¡Jaja!
-Se supone que sos parte de la llamada «población de riesgo». ¿Tuviste o tenés miedo de contagiarte?
-No especialmente. Me afectó como a cualquiera, porque es un problema de todos. Traté de hacer lo que tenía que hacer, y en cuanto concierne a la pandemia he sido un muy buen chico: uso mi tapaboca, me lavo las manos, me mantengo a distancia de otra gente y trato de asegurarme de que los demás hagan lo mismo. Mientras espero que, de alguna manera, el año que viene se pueda lograr un control de esta maldita cosa.
En esa espera, Richards vino preparando el lanzamiento, para este viernes 13 de noviembre, de una edición limitada en CD, vinilo y formato digital de Live at the Hollywood Palladium, el álbum y video que registra su concierto de 1988 en el teatro de Los Angeles, grabado el 15 de diciembre de 1988, durante su primera gira junto a The X-Pensive Winos en apoyo del álbum Talk Is Cheap, publicado en octubre de ese mismo año.
La génesis del debut solista de Keith, y también de la convocatoria a Steve Jordan, Waddy Wachtel, Charley Drayton, Ivan Neville, Sarah Dash y Bobby Keys en torno a la idea de su banda personal, no fue sino la decisión que tuvieron los Stones, un par de años antes, de tomarse un receso. O algo así…
La historia es conocida: en vez de salir de gira a defender el álum Dirty Work, Jagger priorizó embarcarse en la grabación de She’s the Boss, su primer disco por fuera de su banda eterna, Keith pensó entonces que por qué Mick sí y él no, y completó el cuadro que él mismo dio en llamar la «Tercera Guerra Mundial» de los Stones, que llegó a su fin con el lanzamiento de Steel Wheels, en 1989.
Keith Richards junto a Waddy Wachtel, Steve Jordan y Charley Drayton, parte de su banda The X-Pensive Winos.
-Dentro del estudio es una cosa, pero sobre el escenario, tu proyecto solista te corrió de la izquierda del cantante al centro de la escena. ¿Qué tan grande te resultó ese cambio?
-De alguna manera, para mí fue todo nuevo, y fue un proceso de aprendizaje. Sin duda, aprendí mucho del trabajo de Mick Jagger, de verlo en acción durante tanto tiempo.
-¿Te conectó de otra manera con el público?
-Supongo que sí. Cuando estás al frente todo el tiempo, estás en un contacto permanente con la gente, mientras que en los Stones puedo decidir cuando avanzo y cuando me repliego. Es otra concentración, aunque una vez que el recital empieza todo se vuelve más sencillo. Y se hizo mucho más fácil aún después de los primeros dos o tres shows.
-¿Se siente la diferencia de estar frente a público que va a escuchar y ver una banda como los Winos, respecto del que va a adorar a la leyenda The Rolling Stones?
-Sí, hay diferencia. Con los Stones todos conocen las canciones. Por eso para mí era interesante tocar canciones absolutamente nuevas, y hacerlos familiarizarse con ellas al mismo tiempo. Además, fue fantástico tener una banda así, en la que eran todos amigos míos desde mucho antes de volverse los Winos. Para mí es un milagro que Steve, Waddy, Bobby, Ivan, Sarah y Charley coincidieran en una banda. Nunca la pasé tan bien en mi vida; pero tampoco nunca trabajé tanto.
-Al final del video del concierto se te ve con tus hijas Alexandra y Theodora, muy pequeñas, y también Angela, todo muy familiar. Muy poco que ver con el imaginario del camarín rockero llenos de drogas, mujeres y alcohol.
-Jaja. Para ese momento… En verdad, cuando tenés a tu familia cerca, no es momento para drogas. Jaja. Eso pudo haber sido antes.
-¿Qué hay de cierto en que en un principio no estabas muy de acuerdo en publicar el material de Live at the Hollywood Palladium?
-No recuerdo bien si estaba o no de acuerdo en sacar el material a la luz. No estoy del todo seguro, pero tal vez estaba algo nervioso de que fuera publicado el video. Suelo estar feliz con las grabaciones, pero algunas veces no me gusta verme.
-¿Realmente? ¿Después de tantos años?
-No, bah. En verdad, tal vez estoy algo aburrido de verme a mí mismo. ¡Jaja!
Cada carcajada de Richards suena tal como uno las lleva escuchadas una y mil veces a lo largo de los años -décadas- en videos, documentales, entrevistas y otras situaciones mediáticas. Y la voz aguardentosa lleva una carga de amabilidad que hace juego a la perfección con esa risa que exhibe en púbico cada vez que puede y que hace mucho rato dejó de ser «diabólica».
-En una entrevista decías algo así como que los Winos te contagiaban una energía diferente. ¿En algún momento te sentiste aburrido de tocar con los Stones, de tocar ese repertorio y necesitabas cambiar?
-De algún modo, tocar un material diferente era interesante; pero, al mismo tiempo, jamás me aburrió tocar las canciones de los Stones. Porque cuando salís al escenario, siempre es un desafío volver a tocarlas en vivo. Siempre encontré nuevas maneras de abordarlas, nuevas formas. De hecho, aún disfruto mucho de tocar Satisfaction, porque cada vez que la hacemos encuentro algo distinto para probar.
Ron Wood y Keith Richards, un entramado de cuerdas único, que nunca suena dos veces igual. /Foto Rob Grabowski/Invision/AP
-Es interesante que te hayas destacado como guitarrista, siendo la contracara del guitar hero y encontrando tu mayor potencial en tu complementación con otros guitarristas como Ron, con quien parece que siempre van creando algo distinto.
-Es que con dos guitarras vos podés hacer cosas que hagan que sean más que sólo eso. Por momentos entrás en un territorio en el que parece que son tres o más, y no sabés quién está haciendo qué cosa. Para mí es sumamente interesante escuchar lo que sucede entre dos guitarras sonando como si fuera una sola voz y muchas al mismo tiempo. Todo el tiempo tengo la atención puesta en eso.
-Cuando hiciste Talk Is Cheap, decías que cuando escribías una canción sentías que no podías haberla creado vos; que era como si se la hubieras robado a alguien. ¿Sigue siendo así, o finalmente te convenciste de que sos un gran constructor de canciones?
-Jaja. Bueno, finalmente pude llegar a reconocer que no había robado nada. Jaja. En verdad, lo que yo quería decir con eso de «robar», era que de alguna manera sentía que la canción me llegaba como una especie de regalo. Siempre sentí que yo era sólo una parte de la composición, y que además había una especie de mano misteriosa. Algo parecido a eso que se llama musa.
Keith Richards y sus compañeros de banda durante su primera visita a la Argentina, en noviembre de 1992. /Foto Twitter
-Este 7 de noviembre se cumplieron 28 años de la primera vez que tocaste en la Argentina, en Vélez con los Winos. ¿Cómo recordás aquella experiencia?
-Para mí, todo lo que tenía que ver con la Argentina era nuevo. Una nueva experiencia. Nunca había tocado allí antes, y no tenía idea de lo grandiosos que eran ustedes y cuanto amor había ahí. La verdad es que ese recital me voló la cabeza. Jamás voy a olvidar ese show. Además, en esa ocasión viajé con mi papá, que nunca había ido a ningún lado; y se quería quedar a vivir en la Argentina para siempre. Decía que le gustaba despertarse a la mañana y escuchar que la gente gritara su nombre desde la calle. ¡Jajajaja!
-Alguna vez contaste que nunca tuviste un jefe ni que decirle «sí señor» a alguien a quien no quisieras. Que tuviste absoluta libertad para «volar». ¿Te arrepentís de alguna decisión que hayas tomado en uso de esa libertad total?
-No. Me considero muy afortunado. Traté de vivir tan libre como me fuera posible, lo más responsablemente libre que me fuera posible. Jajaja. Sé que es una cosa bastante única no haber tenido nunca un jefe. En realidad no sé muy bien a qué agradecerlo. Pero seguro que en mi próxima vida no va a ser lo mismo. Play Video
-Mucho se habló, leyó y escuchó acerca de tus excesos. ¿Alguna vez sentiste que estabas perdiendo el control a tal punto de no poder volver?
-¿Volver a qué? No tuve ni tengo por qué volver a algo. Invento mi vida mientras la voy viviendo. Por momentos se hace bastante difícil. Pero es todo lo que tengo. Es lo que me pasa a mí, y es lo que es. Tengo mi familia, se aman unos a otros… Mientras tenga eso, todo el resto es bastante sencillo.
-Se te escucha hablar desde un estado de felicidad. ¿Cuánto tiene que ver en eso Patti (Hansen) con quien llevan 36 años juntos?
-Sin Patricia no habría Keith Richards. ¡El amor de mi vida! Y también es una gran cocinera. (Risas)
«Sin Patricia no habría Keith Richards», dice el guitarrista ante la mención de quien es su esposa desde hace 36 años y mamá de Theodora y Alexandra. /Foto AP Photo/Charles Sykes
-Dias atrás despediste en tus redes al guitarrista Lou Pallo; el mes pasado a Toots Hibbert… ¿Cómo te llevás con las pérdidas de gente cercana? Que, tan sólo por una cuestión de edad, cada vez son más frecuentes…
-Por supuesto. Parece que cada vez son más y más. Y un día va a ser la mía. Vos nunca esperás que pase; yo nunca espero recibir esas noticias. Y aunque sabés que todos vamos a envejecer, siempre te golpea cuando te levantás una mañana y te enterás de que un amigo falleció. Al mismo tiempo, a medida que vas envejeciendo te vas acostumbrando. Tenés que hacerlo.
-El video estrenado hace pocas semanas del tema Hate It When You Leave parece haber resignificado un poco la canción en ese sentido. Es tan bello como movilizante, ¿no?
-Sí, es totalmente así. Es uno de los mejores videos de un tema mío. Lo hizo mi yerno Jacques. Es un hermoso cortometraje, como un pedacito de película. Fue todo rodado en Mississippi, durante la pandemia. Jacques lo hizo, me lo mandó y lo amé.
-¿Cuál tu conexión con los otros Rolling Stones y el estado de situación de la banda, hoy?
-Con los Stones estábamos a mitad de camino hacia un nuevo álbum, cuando empezó la pandemia y nos detuvo. Ghost Town era parte de eso, y decidimos sacarlo. Pero estamos trabados igual que todo el mundo, esperando el momento de volver a entrar a un estudio. Con Mick hablamos por teléfono, con Ron nos seguimos por Instagram, porque hacemos algunos dibujos allí; y con Charlie hablamos ocasionalmente por teléfono y todo están bien. Haciendo lo mismo que yo. Preguntándonos cuándo vamos a poder estar juntos de nuevo. Aunque no puedo ver que eso vaya a suceder, por el momento. Hay quienes, como Paul (McCartney) está trabajando, grabando… Pero no sé como sería nosotros, que necesitamos ir a un estudio y estar face to face. Es un problema logístico, sobre todo. Y tenemos mucho material para grabar, nuevo.
-¿Estás al tanto de lo que pasa en la escena musical más nueva? ¿Le prestás atención?
-No puedo decir que lo haga demasiado. Escucho radio, oigo algún material interesante, pero no puedo decir de qué cantante o banda se trata. No soy demasiado fan de la música moderna. Demasiados sintetizadores, para mi gusto. Sé que hay muchas bandas y que este momento debe ser muy difícil para los grupos más jóvenes, que no pueden tocar en clubs… Necesitamos muchedumbres. ¡Necesitamos gente ahí, para salir a tocar!
-Cuando mi hija de 10 años se enteró de que iba a hablar con vos, me pidió que te mandara un beso. ¿Qué sentís, desde tus 76, cuando ves que gente de tan distintas generaciones conoce o canta canciones tuyas o de los Stones?
-Me hace sentir muy halagado. Siempre consideré que la idea de este trabajo es pasar la música de generación en generación. Es el trabajo del músico, conseguir que cuando mueras digan que lograste pasar esa posta. Es lo mejor que le podés decir a un músico. Saber que otras generaciones tomaron lo mío me hace sentir muy orgulloso. Me provoca una sensación muy fuerte de satisfacción.
Una caja de lujo para los más fanáticos y opciones para todos los gustos
El legendario concierto que el 15 de diciembre de 1988 dieron Keith Richards and the X-pensive Winos en el Hollywood Palladium de Los Angeles se editará por primera vez como box set de edición limitada además de otros formatos como CD, 2LP vinilo y digital, con la inclusión en el Boxset y el digital de tres temas inéditos: Little T&A, You Don’t Move Me y el hit beatle I Wanna Be Your Man.
Live At The Hollywood Palladium estará disponible como box set especial de lujo envuelto en una réplica de algodón negro de la remera de la gira vendida esa noche junto a un pase VIP satinado, y también incluirá un Libro de tapa dura de 40 páginas con el escrito de David Fricke The Loosest Tight Band You’ve Ever Heard en el que se incluye una nueva entrevista, además de numerosas fotos inéditas y rarezas de los archivos personales de Keith.
Fuente: Clarín