Facundo Agudin es un director de orquesta argentino que vive en Suiza, pero mantiene un fluido intercambio laboral con nuestro país. La orquesta que dirige, Musique Des Lumières, recibe, en pasantías, a jóvenes músicos argentinos que participan en la Sinfónica Patagónica, organismo artístico-educativo de la Universidad Nacional de Río Negro. También trae a la Argentina proyectos como el que desarrolló en torno a la obra de Julio Cortázar, con la orquesta Suiza. Este viernes, a las 20, la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, con dirección de Agudin, estrenará en el CCK tres obras de compositores argentinos que trabajaron a partir de los textos de Rayuela, La noche boca arriba y Ultimo Round.
El proyecto surgió en 2014, cuando se conmemoraron 100 años del nacimiento del escritor y los treinta de su muerte. Agudin, que ya había trabajado con los compositores Marcelo Nisinman, Pablo Ortiz y Julio Viera en obras tangueras, les propuso entrar en el universo cortazariano. Y los tres estuvieron encantados. «Al poco tiempo Julio me comentó que quería trabajar sobre [el personaje de] Rocamadour. Pablo me dijo que ya tenía la obra escrita y con Marcelo (que también vive en Europa) nos veíamos seguido en París y hablamos mucho. Él se puso a trabajar sobre un texto de Ultimo Round, que es muy político».
Es el que comienza con los versos «Mientras dure la Máscara, todos somos judíos alemanes. Mientras los presupuestos alimenten ejércitos, todos somos judíos alemanes. Mientras dividan la Ciudad, todos somos judíos alemanes. El Che, Régis Debray, Cohn Bendit, Rudi Dutschke, judios alemanes. Los estudiantes sublevados de Río y Buenos Aires, de Santiago, de Córdoba y Milán, de París y Zurich y de Berlín Oeste y de todos los que creemos en la revolución y en el hombre, judíos alemanes».
Las obras se estrenaron en la temporada 2014-2015 de la orquesta Musique Des Lumières pero todavía no tiene un documento discográfico. Recién se conocerá a fines de este año. Mientras tanto, toda oportunidad de llevar este tríptico al escenario es buena. Ahora es el turno del CCK.
«Lo principal fue ponernos de acuerdo con nuestras agendas, porque yo quería que Nisinman viniera a tocar y también quería que Ortiz estuviera [vive en los Estados Unidos]. Me gusta mucho la música de Ortiz, se mueve en un territorio cinematográfico cercano a David Lynch. No están determinados los límites de las cosas, del jazz o del minimalismo norteamericano. En cuanto a Viera, es un orquestador sublime. Es un mago, el 90 por ciento de la obra que eligió está narrada, como Pedro y el Lobo [de Prokófiev]. Pero es una obra muy fuerte. Y la obra de Nisinman, Tercera generación, tiene humo de tango pero también algo mahlerinano y centroeuropeo. Suena un bandoneón concertante aunque no es un concierto para bandoneón y orquesta porque el instrumento está bastante integrado a la orquesta».
Un dato curioso, en el afiche de la promoción del concierto aparece un Torino que, más allá de cualquier relación con Cortázar, apela al toque argento del proyecto. «La Argentina tiene algo raro, es como una especie de permanente experimento -dice Agudin-. Es como las grúas de Puerto Madero. No sabés si están a medio construir o medio abandonadas. A partir de eso ocurren cosas interesantísimas. Somos actores de esa tómbola discepoleana», completa y aclara que no «vive» del tango, pero le fascina.
También asegura ser muy admirador de la obra de Cortázar: «Sobre todo por la estética polimórfica. La riqueza asociativa. Es como un camaleón. La verdad es que hace varios años me ocupo de puentes entre textos sugestivos para compositores y música que no están escrita». En 2011, con música de Viera, participó en Italia en una producción dedicada a Borges que realizó la Fundación Cini. Actualmente prepara el «Album Brodsky» para el que cuatro compositores trabajan sobre la obra del Premio Nobel ruso Joseph Brodsky.
Fuente: Mauro Apicella, La Nación