Se cumplen 40 años del lanzamiento de Tiempos difíciles, el primer álbum de Juan Carlos Baglietto, que presentó oficialmente el 14 de mayo de 1982 en el Estadio Obras, en plena guerra de las Malvinas, junto a un grupo de artistas rosarinos –como él– que deslumbraron al público capitalino con temas que hacían anclaje en la poesía y los ritmos urbanos y que los medios dieron en llamar Trova Rosarina.
Entre ellos estaba Silvina Garré –por entonces también su pareja–, con quien cantaba a dúo el bellísimo y desgarrador “Era en abril” (de Jorge Fandermole), que retrata a una pareja que pierde a un hijo en gestación, hoy indudable clásico del rock nacional, al igual que “Mirta de regreso” (de Adrián Abonizio), sobre un hombre que sale de la cárcel y encuentra a su mujer con otro, que Baglietto supo ponerle toda su impronta dramática. También formaban parte de la troupe Rubén Goldin y Fito Páez, en guitarra y teclados respectivamente, autores de otras canciones notables, como “Dulce pájaro” y “La vida es una moneda”. A ellos se sumaría más tarde Fabián Gallardo.
Todos ellos (con excepción de Páez) se reunieron para celebrar el aniversario del histórico disco (que alcanzó la categoría de oro en tiempo récord, al vender 30.000 copias en sólo un mes) y de aquella gesta iniciática, que posibilitó, luego, el desarrollo de carreras solistas tan exitosas como prestigiosas; y que, si bien son muy variadas, se encuentran mancomunadas por una misma ética de trabajo y un altísimo nivel artístico.
Se presentaron (luego de funciones preliminares que realizaron en el Anfiteatro Municipal Humberto De Nito, de Rosario) el 22 y 23 de abril en el Teatro Ópera Orbis, de Buenos Aires.
“Este es un hecho único, que no se repetirá. 40 años no se cumplen todos los días… Cuando nos reencontramos en 2019 (para una presentación en el Teatro Colón), luego hicimos varios shows y lo pasamos muy bien; hubiéramos querido seguir, pero debimos interrumpir todo por la pandemia. Así que, bueno, esta es nuestra revancha”, comienza diciendo GarréN. “Lo bueno de aquel reencuentro es que también funcionó con el público, porque a veces uno se embarca en proyectos que juzga increíbles y después la gente no acompaña. Por eso no me alcanzo de repetir lo agradecidos que estamos con el público, porque nosotros podemos tener las mejores intenciones y hasta ser talentosos, pero ¿cuántos artistas lo han sido y de repente el público no los ha acompañado durante tanto tiempo como a nosotros? Sin dudas, somos unos privilegiados”, reconoce, a su turno, Juan Carlos, el artífice de todo.
–Ya 40 años de los inicios… ¿Qué recuerdos tienen de aquella época? A la distancia parece muy idílica, ¿pero fue realmente así?
Juan Carlos Baglietto: –Sí, pero con matices. Nada era absolutamente lineal ni blanco ni negro. Todo fue sorprendente. Nosotros no veníamos de una experiencia similar, y con esto me refiero a que nunca habíamos grabado en un estudio de verdad ni tenido la posibilidad de pararnos delante de mucha gente. Eso nos hizo tambalear en algún momento. Debimos mudarnos de ciudad y acostumbrarnos a otro ritmo de vida y a otras formas. Nosotros vivíamos lo que nos pasaba con cierta inocencia, con la inocencia del desconocimiento, básicamente. Discutíamos ardientemente por cosas que no valían en absoluto la pena, como un acorde.
Silvina Garré: –Para mí eso estaba bueno, hablaba de un cuidado por el detalle. Yo creo que todo lo que nos pasó, en el fondo, era algo muy deseado, pero a la vez inesperado y rápido. Pasamos de estar en una peña, cantando para 30 tipos, a un Obras Sanitarias abarrotado y con gente afuera.
–¿Cómo fue la grabación de Tiempos difíciles? Fue un año antes de su salida, ¿no?
JCB: –Sí, se grabó en noviembre de 1981 y salió en marzo de 1982.
SG: –El disco se grabó gracias a la tenacidad de nuestro manager, Julio Avegliano (quien nos había conocido en el mítico Café de la Flor, donde solíamos actuar en Rosario), que fue a EMI con un casete grabado en un show realizado en un galpón en Resistencia (Chaco), que incluía algunos de los temas que luego se hicieron famosos, como “Era en abril” y “Mirta, de regreso”. Y si bien esa grabación era obviamente rudimentaria, el director artístico del sello Jorge Portunato –que era un hombre muy culto y con una sensibilidad muy particular– supo ver algo más y se jugó por nosotros. La grabación duró un mes. Mientras, vivimos en un hotel de cuarta, en el de AATRA (Asociación Argentina de Telegrafistas, Radiotelegrafistas y Afines), en la avenida Córdoba. El nuestro fue el último disco que se grabó en los estudios EMI de la calle Mendoza, en Belgrano. Luego, la masterización la hicimos nosotros dos, Juan y yo. Para nosotros todo fue asombroso. En la grabación participaron Manolo Juárez y el Chango Farias Gómez, recién retornado de Europa.
JCB: –Nosotros esperábamos que el Chango, a quien traían directo del aeropuerto al estudio, viniera como gaucho y, de golpe, se nos apareció con arito, calzas de leopardo y un bajo en la mano.
–¿En aquel momento se sentían parte de un movimiento o de una corriente musical distinta? ¿O lo de Trova Rosarina fue un intento de los medios capitalinos por distinguirlos del resto?
JCB: –Los medios sintieron la necesidad de poder definirnos, porque éramos un grupo de gente totalmente atípica; por empezar éramos un conjunto formado por solistas, motivo por el cual luego no duramos mucho… ya que cada uno recibió distintas ofertas para hacer lo propio. Además, veníamos de una ciudad del interior, que si bien era una ciudad grande tenía un poco los vicios de las ciudades chicas, y eso nos ponía un sello distintivo. Éramos un poco indefinibles, porque veníamos del rock pero también del folclore y el tango. Lo nuestro tenía mucha poesía y el rock en ese momento se escudaba en la metáfora para poder decir en plena dictadura lo que se quería decir.
SG: –Además éramos un grupo donde había una gran cantidad de arreglos vocales, algo más propio de los conjuntos folklóricos.
–Por el contenido poético de sus canciones también se los emparentó con la Nueva Trova Cubana, que lideraban Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
SG: –Sí. En realidad lo de Trova Rosarina entiendo que viene por ahí, por la importancia de las canciones, canciones con contenido y de autores maravillosos.
JCB: Hasta entonces las canciones –salvo las del rock, género al que no se le daba un lugar preponderante en el mercado– estaban hechas para que durasen un chasquido de dedos; pasaba el verano y esas canciones dejaban de existir, ya no servían más. Nuestras canciones, en cambio, no tenían fecha de vencimiento.
–¿Se asumían como parte del rock nacional?
SG: –Sí, nosotros éramos rockeros.
JCB: –Veníamos de ahí, si alguien alguna vez lo puso en duda no fue ninguno de nosotros. Además, creo que el rock es más una actitud que una rítmica, una mirada de la vida. Porque pienso así me he ganado algunos enemigos; por decir, por ejemplo, que León Gieco es mucho más rockero, haciendo folclore, que muchos rockeros haciendo rock.
–¿Cuánto “contribuyó” la Guerra por las Malvinas (y la consiguiente prohibición de difundir música anglosajona) al éxito del disco y a la irrupción a nivel nacional de la Trova Rosarina?
SG: –Contribuyó en que el disco tuvo una difusión tal que posiblemente, en otro marco, no la hubiera tenido. Yo creo, igual, que de no haber habido una guerra y una prohibición, algo bueno habría pasado con el disco, porque era novedoso, bueno y de calidad. Tal vez no hubiera pasado con esa inmediatez, pero a la larga se habría impuesto en el gusto del público.
JCB: –Es bueno aclarar que ni nosotros ni la música que hacíamos fuimos un invento de la guerra.
SG: –Igualmente hay una manera de saber si fuimos o no un producto de la guerra, hay un hecho fáctico: finalizada la guerra, y restaurada la posibilidad de volver a escuchar música en otros idiomas, nosotros seguimos tocando y grabando discos como solistas y la gente nos siguió acompañando.
–Mucho se ha hablado de “Era en abril”. Se llegó a especular con que la historia era autobiográfica, algo que les había sucedido realmente a ustedes.
SG: –Y era entendible. Como la gente sabía que éramos pareja, lo tomó como una cuestión romántica, como algo de novela. El público quiso creer eso, pero no tuvo que ver con la realidad. “Era en abril” es una canción que escribió Jorge Fandermole cuando tenía 16 años. No era nuestra. De todos modos yo ya no lo desmiento más.
–¿Creen que el éxito del tema tuvo que ver con que ustedes, que lo cantaban, eran pareja?
SG: –Absolutamente, además de que es una gran canción.
JCB: –Y… sí. “Era en abril” es una gran canción y la interpretación está bien, pero colaboró el hecho de que fuésemos pareja y el morbo de la gente agregó lo suyo.
–¿Cómo y cuándo comenzó la relación amorosa entre ustedes?
JCB: –Nos conocimos en un bar, en Saudades, de Entre Ríos y Santa Fe. Por supuesto, en Rosario. Ahí íbamos todos los que nos dedicábamos a la música, que éramos un grupo reducido.
SG: –Eran finales del años 80 y ya había terminado el Secundario. Yo estaba en una mesa y él en otra. Lo recuerdo perfectamente. Después fuimos al Café de la Flor, Juan cantó algunas canciones y ahí me enamoré de él. Más tarde me contó que se había separado Irreal, el grupo que integraba, me mostró “Era en abril” (que se la había pasado Fandermole) y yo flashée. Ahí armamos el dúo. Aún no sé si primero nos enamoramos por nosotros mismos o por la música. La relación duró dos años.
–¿Por qué terminó la relación?
JCB: –Yo creo que es muy difícil no parar nunca y estar en una relación de 24 horas por siete días, dedicándote a lo mismo… El éxito y el exceso de trabajo nos pasó por arriba. La vorágine de la coyuntura misma conspiró. No hubo terceros en discordia ni rencores.
SG: –Éramos muy jóvenes… Es muy difícil saber por qué se termina una relación, un vínculo cotidiano. Pero el afecto que sentimos el uno por el otro nunca se perdió, ¿eh? Simplemente el amor se transformó en cariño.
–¿Quedaron amigos desde un primer momento o fue algo que lograron con el tiempo?
SG: –Desde el principio. Lo que pasa es que nosotros hablamos todo, pusimos las cartas sobre la mesa y conversamos. No nos peleamos, nos separamos, que es distinto. De hecho en 1989 volvimos a trabajar juntos, en un espectáculo que se llamó Baglietto/Garré. Todo fue muy frontal y por eso pudimos conservar lo que mejor hacíamos, que era cantar juntos, que también es una forma de amor.
–¿Sienten que cada vez que se reúnen en un escenario se repite la mística?
SG: –Sí, nosotros seguimos disfrutando de cantar juntos… (aquí a Garré se le corta la voz y se le llenan los ojos de lágrimas). Ay, me emocioné. Seguí vos, Juan, por favor.
JCB: –¿Sabés qué creo? Que además sufrimos una sana transformación. No venimos a repetir lo que hicimos hace 40 años. Estarán las canciones de aquella época, sí, y la pasión con las que las hicimos en ese momento. Pero estamos planteando otra cosa, porque somos 40 años mayores. Hoy somos mucho más certeros y sabemos cuáles son las cosas realmente importantes en la vida. Eso lo cambia todo.
SG: –Elegimos celebrar estos 40 años, y podríamos no haberlo elegido, porque cada uno sigue grabando discos y teniendo trabajo. Lo nuestro no es un manotazo de ahogado, tipo: “vamos a festejar los 40 años de La Trova porque estamos en la lona” o “porque ya no podemos cantar”. No señor, nada de eso, tenemos trabajo y estamos bien de la voz, pero elegimos volver a cantar juntos, pero porque tenemos ganas, no por una cuestión de nostalgia.
JCB: –En definitiva, no nos juntamos a rememorar el pasado sino a celebrar el presente.
–¿Qué ocurre cuando hoy interpretan los temas compuestos hace 40 años? ¿Las emociones son las mismas o distintas?
JCB: –Son distintas, son nuevas. Hoy hay otro tamiz. Creo que la tranquilidad que te da la experiencia te permite disfrutar de la esencia de cada tema en forma mucho más profunda. Yo me distraía mucho en el escenario y, tal vez, no le daba el suficiente valor a todo lo que decía.
SG: –Y yo le tenía terror al escenario. Siempre estaba muy nerviosa, tuve que aprender a calmarme y a sentirme cómoda frente al público. En ese sentido Juan fue un gran maestro.
–¿Cómo es la relación con el resto de los compañeros de La Trova?
JCB: –Es buena y es diversa. Prevalece la sustancia y el entendimiento de los diferentes roles que cada uno ocupa y desempeña. Después, más allá de eso, tenemos coincidencias en temas fundamentales de la vida y diferencias en otros, como ocurre entre todas las personas. Eso hace que nuestra relación sea de camaradería, de cariño, pero también bien diversa. Hay momentos buenos, otros de conflictos, en los que unos vemos las cosas de una manera y otros de una distinta.
SG: –Lo importante es que hemos podido reencontrarnos para hacer conciertos, como los de 2019.
–¿Por qué Fito Páez nunca se suma a los festejos? No lo hizo en 2019 y, aparentemente, no lo hará ahora tampoco.
SG: –Porque siempre ha dicho que no. Siempre fue invitado, desde la primera vez que nos volvimos a juntar, de esto hace ya mucho tiempo.
JCB: –Bueno… en realidad él siempre dijo que sí, el tema es que luego no cumplió sus promesas.
SG: –Entonces dijo que no. Y esto lo quiero aclarar bien, así que gracias por la pregunta. Porque hay mucha gente que piensa (y lo sé por qué me escriben comentándomelo) que no lo invitamos, que no lo queremos. ¡Y no es así! La decisión de no venir ha sido siempre de él, los motivos no los sabemos, pero fue una decisión de él, no nuestra. Quiero que quede claro.
–¿Él no se siente parte de la Trova Rosarina? ¿Reniega de ella?
JCB: –Lo que pasa es que Fito tiene un discurso contradictorio. Él te dice que te quiere, pero por televisión; y después no actúa en consecuencia. Él te dice que lo mejor que le pasó en la vida fue lo que hicimos en aquellos años, pero después…
SG: –Sí, inclusive en un programa especial que se hizo sobre Tiempos difíciles habló con mucho cariño de Juan y expresó su agradecimiento, pero…
JCB: –¿Pero hasta cuándo vas a estar reclamándole a una persona que te quiera? De nuestra parte las puertas están abiertas, si él quiere venir está, como siempre, invitado.
–¿Cómo serán los recitales en Capital? ¿Qué temas incluirán? ¿Estarán los de Actuar para vivir, álbum también editado en 1982?
JCB: –Para estos recitales tenemos establecido un repertorio de 24 canciones. Será un recital largo, con una primera parte dedicada a Tiempos difíciles, de siete temas, en la que participarán dos de los músicos que intervinieron en la formación original: Sergio “El Muerto” Sainz (bajista) y Marcos Tulio Pusineri (baterista). Luego haremos cuatro temas de Actuar para vivir y el resto serán composiciones de distintos discos y épocas, cubriendo todo el espectro de los compositores que estarán arriba del escenario. Por supuesto que tampoco faltarán algunas canciones emblemáticas, como “Historia de Mate Cocido” o “La vida es una moneda”.
–¿Después saldrán de gira por el resto del país o sólo se trata de estos conciertos puntuales?
JCB: –También iremos a Córdoba, a Mendoza y a Resistencia, donde por primera vez grabamos algunas canciones en casete, como te contamos al principio. Tal vez hagamos algunas ciudades más, pero no será una gira nacional. Es un espectáculo complejo para llevar de un lado a otro por su estructura y porque somos un grupo grande. Esto, para nosotros, es un regalo que nos hacemos, que si lo prolongáramos desmedidamente en el tiempo se desluciría.
–La presentación hace cuatro décadas de Tiempos difíciles, en el Estadio Obras, tuvo un peso específico en medio de una coyuntura histórica atípica y muy dura. ¿Cuál creen que será ahora la repercusión de estos temas?
JCB: –Los temas de aquel entonces no tenían una dirección concreta, no estaban destinados a un grupo etario ni se referían adrede a un momento particular. Fueron canciones compuestas, interpretadas y grabadas en un momento particular, sí, pero que no estaban hechas con la finalidad de provocar un impacto o retratar ese momento. No hablaban de la dictadura ni de la Guerra por las Malvinas. Las canciones han perdurado porque son buenas y punto.
SG: –Yo no quiero adelantar mucho pero creo que cuando el público las vuelva a escuchar va a explotar todo (risas). Ya en el arranque del show…
–¿Esta reunión de La Trova es simplemente un acto celebratorio y punto o existe la posibilidad de que vuelvan a producir un material nuevo? ¿Acaso un Tiempo difíciles 2?
SG: –Nunca hablamos de eso, no está en los planes.
JCB: –Sí, en un momento se habló de hacer un Tiempo difíciles 2. Vos, Silvina, tal vez no te enteraste porque debías estar viajando o en algún otro lugar del mundo, como siempre (risas). Hoy te digo que si las buenas relaciones perduran eso sigue siendo un hecho posible.
–¿Y un disco exclusivo de Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré?
JCB: –Estaría bueno.
SG: –¿Un disco de estudio con material nuevo? ¿Sólo de nosotros dos? ¡No lo descartemos, Juan! Sería re lindo. Es que somos muy buenos cantando juntos, como dúo. Cuando lo hacemos se produce algo distinto. Mi voz no queda bien junto a la de cualquiera, como seguramente le pasará a él. Pero las nuestras generan una tercera instancia muy especial, que a mí no me ha pasado cantando con ningún otro cantante. Así que gracias por la idea.
Agradecimiento: Aldo’s restorán y vinoteca
Fuente: Gustavo Lladós, La Nación.