Christina Amphlett –anoten este nombre-, de Divinyls, tenía más ovarios que cualquier otra cantante del momento. Seguramente, a esta altura y en algún lugar de su Australia natal, ya exista una estatua en su homenaje.
En 1991, la banda australiana Divinyls, rock oriundo de Sydney, popularizó I Touch Myself.
El primer y acaso único himno a la masturbación femenina se trasformó en número 1, llegando al orgasmo de los charts de aquí y allá.
La cantante de los Divinyls, Chrissy Amphlett murió, a los 53 años. Foto AP
Una canción que recorrió el mundo
Tal fue el éxito que ocurrió lo que ocurre en estos casos: hasta el final de sus días, cuando murió a los 53 años por un cáncer de mama, la bella Chrissy supo que nunca más iba dejar de cantarlo. Fueron unas 600 veces. Apenas una cifra que puede discutirse como un chisme.
Cada vez que Divinyls firmaba un contrato para un show, casi que lo único que se esperaba de ellos era el momento de l Touch Myself. Y si fuera posible, chicos, canten todo el rato ese mismo y único tema.
La maldición del One hit wonder estaba echada. Dicen que un solo éxito es una de las peores cosas que pueden pasar en la música. De hecho existe una etiqueta peyorativa para estas ocasiones. Y sin embargo, arrasar con una sola canción es también como ganarse el Quini 6.
La industria y los críticos se enojan y te corren con lo de “flor de un día”, ¿pero quién te quita lo bailado?
One hit wonder
Un show de Divinyls, con su cantante Chrissy Amphlett. Foto AFP
Un éxito. Hacer cumbre con una canción. Perspectiva pipona. Demasiado napoléonica para dejarla arrumbada así nomás.
No todos los músicos saben de qué se trata la dulce condena del One hit wonder. Pasa y no se olvida. Pasa, sí, pero vuelve con chapa de clásico.
¿Quién no recuerda Mambo number 5 de Lou Bega? Lo que no sabíamos era que un solo tema le sirvió al bueno de Lou para comprarse una mansión en La Toscana con vistas cortas sobre el mar Tirreno.
Hasta creemos haber visto a a Pil Trafa de Los Violadoras cantar I Touch Myself en una noche de karaoke. Tampoco, en estas pegajosas circunstancias, se puede dejar de pensar en Austin Powers seduciendo a los fembot mientras suena el puto hit en la escena más cool de la película.
Pero (siempre hay un “pero”) el tributo cinematográfico tiene sabor a nada a esta altura de los acontecimientos, cuando todavía la masturbación femenina puede que conviva con esa palabreja de control llamada “tabú”.
Un éxito que se hizo de abajo
Christina Amphlett (Geelong, Australia, 25 de octubre de 1959) tenía un poder en los labios que iba más allá del verbo.
I Touch Myself, por Divinyls
El hit que compuso la cantante de la banda, Chrissy Amphlett.
Se murió joven, dejando una forma breve de tres minutos 40 segundos que después de este modesto artículo, y aspiración mediante, se trasformará en una suerte ¡Soy lo que soy! para la causa lésbica/gay.
Debería leerse como el día en que la masturbación femenina pasó de grito a ahogado a hit. Tiene su lógica. Debería tenerla. El éxito furibundo de un tema que se hizo de abajo debutando en los rankings en el puesto 69 (69: en la gama de posiciones sexuales, también tiene lógica) para alcanzar la marca del vigoroso número 1 en Inglaterra y, profetas en su tierra, en la propia Australia. Según Billboard, el single treparía al Nº 4 en los Estados Unidos.
Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. I Touch Myself versión original, I Touch Myself instrumental, I Touch Myself con la orquesta filarmónica de vaya uno a saber dónde. I Touch Myself chill out.
Christina Amphlett se masturbaba en clave de pop. Ningún mensaje más contundente. Chrissie coló la paja femenina en todos las listas del mundo. Yo me toco a mi misma/No quiero a nadie más/Oh no, oh no, oh no…
La canción está entre las preferidas por los usuarios de Spotify para sus relámpagos de intimidad. Rihanna y su tema Sex With Me figuran por debajo de I Touch Myself, lo que convierte a Divinyls en algo así como los artistas más escuchados durante el acto sexual.
Desde I Touch Myself empezó a discutirse sobre la segregación de endorfinas y conocimos una sustancia química asociada a la felicidad: serotonina.
Y sí, Christina Amphlett dio entrevistas sonriendo como quien dice: “Amiga, hoy por ti, mañana por mí”.
A todo esto, ¿qué fue de la vida de Lily Allen? ¿Se acuerdan de esa chica rara como helado de rúcula? En el Times contó que tenía listo un álbum y que lo lanzaría de forma independiente. También dijo que andaba muy metida en “una campaña para fomentar la masturbación femenina”. OK, Lily, pero Christina lo hizo primero.
Chrissy Amphlett, en un show junto a su banda Divinyls. Foto: AFP
Madonna la desconoció por completo. Le tuvo envidia porque no vio la movida heavy que llegaba desde Australia. Mientras ocurría el suceso de I Touch Myself, la “reina del pop” se salteaba tabúes elaborando un catálogo de fantasías sexuales exageradamente atrevidas como para ser reales.
En cambio, Christina no discutía con fetiches sino con su tiempo, con su época. Hablaba claramente de autosatisfacción. Allí donde Madonna quería ser vanguardia, Chrissie se plantaba contra el prejuicio y los mandatos sociales introduciendo el antojo del placer manual. Aunque suene raro, abría un campo de batalla que no estaba del todo dado.
Veamos un tuit en tiempos de Covid: “He pensado en cantarle I Touch Myself a mi novio, especialmente con esta pandemia. ¡Es el momento perfecto!”.
Su muerte
A los 53 años murió. Nunca fue reconocida en vida. Los informes de una jornada de abril de 2013 dicen que “la cantante falleció en su casa de Nueva York tras una larga lucha contra el cáncer y la esclerosis múltiple que padecía”.
Su marido, Charlie Drayton, era el baterista de una banda que se redujo a ella y su querida presencia. Por suerte Amphlett murió mientras dormía rodeada de familia y amigos.
La banda editó cinco álbumes de estudio entre 1982 y 1996. La segunda Chrissie más famosa del rock por detrás de Chrissie Hynde, de Pretenders, también actuó en la comedia musical Blood Brothers, junto a Russel Crowe. «Querida Chrissie”, escribió tras conocer la noticia de su muerte, “la última vez que te vi fue en el Jardín Botánico, amando la vida y recitando versos. Así es como te recordaré”. Firmado: “Tu chico».
Ni “sucio”, ni “prohibido”. Dos décadas antes de que Alessandra Rampolla escribiera “Los hombres siempre tuvieron el permiso social para masturbarse, ¿pero nosotras?”, Chrissie se preguntaba lo mismo cada vez que le sugerían algo sobre su gran bestia pop.
¿Fue esa canción un acto demasiado adulto para el azúcar refinado de este tipo de movimiento? ¿Mucha sustancia para una industria automatizada donde las cosas parecen tener sentido sin mencionar nada inquietante por fuera de la corrección política? ¿O habrá sido el verdadero destete del consignismo envuelto para regalo?
Dicen que el grupo imaginó mencionar, de una manera u otra, metafórica o no tan linealmente, la masturbación en cada siguiente composición. Dicen. ¿Habrá sido una broma conceptual? Tal vez.
Chrissy Amphlett fue una sirena. Rebeldía con apariencia que entraba por la retina junto a una sexualidad casi explícita. Lo vemos ahora en el video de la canción famosa y nos detenemos en su microdancing del “1.05”. Véanlo y repudien la deplorable muerte que nos privó de esta belleza con contenido.
Me quiero a mí misma/Yo me toco a mí misma/No quiero a nadie más… Y cuando pienso en vos, me toco.