Cutis blanco, cabello castaño oscuro, imberbe, nariz recta, 1,60 de altura, tipógrafo de profesión y 14 años de edad. Impresión de huellas dactilares de rigor y la firma: Carlos Gardés (sic). Años después lo cambiaría por Gardel.
Como cada detalle en la vida del más grande cantor de tangos, hasta algo tan pequeño como la detención en una comisaría da lugar a una anécdota. A tal punto que en Florencio Varela es una anécdota mil veces repetida: «Acá lo detuvieron al Zorzal».
Y, como con toda historia de la que ya se cumplen 117 años (el 17 de septiembre de 1904 lo liberaron después de casi una semana detenido), hay varias versiones.
Algunos dicen que se había fugado de la casa y andaba trabajando o vagando con «mala junta», otros deslizan que lo encontraron infraganti (cantando o en otros menesteres) en un prostíbulo de la antigua Avenida Touring Club (ahora Camino General Belgrano). La fecha es una: el 11 de septiembre de 1904, cuando tenía menos de 15 y mucha calle.
En la biografía que escribió el historiador Felipe Pigna rápidamente se pinta de cuerpo entero a un jovencito rebelde, buen alumno en lo académico pero «inadaptado a la disciplina y orden del aula», según consta en el implacable informe del Colegio Pío IX.
A los doce años, Carlitos ya pedía las llaves de casa para salir a cantar en fechas que previamente pautaba, armando así unas pequeñas giras barriales en las que despuntaba su futuro de estrella.
Una anécdota pero sin fecha clara reproduce la charla entre el jovencito y un policía del Abasto, que lo acusaba de andar en «cosas sucias». Y el pícaro Gardel le respondió: «¿Y qué le voy a decir, mi comisario? Pero si me deja cantar, le canto«. Así armó un concierto a la gorra en plena comisaría.
Carlos Gardel a los 15 años, poco después de haber estado preso en Florencio Varela. Foto: Archivo General de la Nación.
En cuanto a la anécdota en Varela, para la especialista Ana Turón, (que en su ciudad de residencia, Azul, tiene hasta una biblioteca-museo con casi todo lo escrito alguna vez sobre Gardel) los motivos de la detención no dan lugar a dudas,
«Fue por fuga de hogar -asegura-. En el registro de la comisaría en ningún momento se menciona ningún prostíbulo y en aquella época un chico de esa edad andaba de pantalones cortos, no podría haber entrado a un lugar como ese. De esa otra versión no hay fuentes verídicas».
Turón contextualiza el episodio, sobre el final de la última presidencia de Julio Argentino Roca, marcada por la mano dura hacia los extranjeros. Dos años antes había sido sancionada la Ley de Residencia, con el objetivo de «limpiar» la Argentina de las ideas anarquistas que llegaban de Europa junto a los inmigrantes.
«Cualquier extranjero ante la más mínima infracción era deportado. Cuando le atribuyen a Gardel un pasado delictivo hay que tener en cuenta el momento para rápidamente desmentir esa idea. Lo habrían deportado rápidamente a Francia«, insiste Turón.
En la ficha policial de Varela se da un furcio simpático con respecto al origen de Gardel, eternamente sujeto a discusiones. Figura como «nacido en Tolosa», pero lejos de tratarse de la localidad platense, es una deformación de Toulouse, quizás obra de un oficial de policía que no entendió o no conocía la ciudad francesa.
Lo cierto es que era un domingo y la posibilidad de que en un acto de rebeldía adolescente se hubiera rateado de la escuela pierde credibilidad.
Para Turón, el motivo que lo alejó de su casa era mucho más profundo: «Yo creo que Gardel estaba atravesando una crisis. Que bien pudo haber tenido que ver (y esto es terreno de hipótesis absoluta) con algún desengaño amoroso o hasta haberse enterado en ese momento que su padre no estaba muerto».
El acta policial de la detención de Carlos Gardel, donde erróneamente figura que nació en Tolosa.
Ocurre que Marie Berthe Gardés, más conocida como Doña Berta, madre de Gardel y por demás figura central en la vida de Carlitos, por muchos años había dicho que era viuda, para esquivar la vergüenza que suponía en esa época ser madre soltera. Incluso le transmitió esa historia a su hijo, que por muchos años la creyó.
«No se sabe en qué momento Gardel se entera de que su padre vive, pero sin dudas fue un momento traumático. Eso pudo generar el distanciamiento, la pelea con su madre», conjetura la especialista.
Y esa esquiva figura paterna vuelve a aparecer, pero rodeada de misterio, en la misma anécdota de la comisaría varelense. Ocurre que Gardel ingresó al destacamento el día 11 y salió el 17 -lo que da cuenta del nivel de «escarmiento» que sse le reservaba a los chicos revoltosos, más si eran extranjeros- y fue retirado por «su padre», según el documento policial.
«Lo más probable es que fuera Fortunato Muñiz, pareja de una íntima amiga de Doña Berta. Fortunato era empleado de la Policía Bonaerense y era tan amigo de la mamá de Gardel que se supone que habría sido él quien lo retiró. Eso explicaría por qué no hay ningún dato más de ese supuesto padre, porque era alguien de la propia Policía», argumenta Turón.
En una época en la que la vida iba más rápido, la infancia y la adolescencia eran puertas afuera, el trabajo infantil y la fuga de hogar abundaban y estaban naturalizadas, la gran pregunta que queda es cómo llegó Gardel hasta Florencio Varela.
Una imagen relativamente actual (de 2014) de la Sociedad de Fomento López Romero, que funciona en el mismo lugar donde estaba el prostíbulo en el que supuestamente detuvieron a Carlos Gardel.
«Él era andariego por naturaleza. Había estado de pupilo en un colegio de curas y en cuanto salió se liberó, como perro suelto de la cadena. Salía todo el tiempo, habrá empezado a caminar, se habrá encontrado con amigos y así llegó», imagina Turón.
Lo cierto es que esos seis días que Gardel estuvo a la sombra mucho no le sirvieron de escarmiento, ya que a los pocos meses se volvió a ir. Anduvo por Montevideo y distintos puntos de Buenos Aires. A pesar de sus roces con la ley, Turón señala que no tuvo antecedentes penales por fuera de este ingreso a la comisaría y una denuncia de madre por averiguación de paradero en 1913.
El supuesto pasado delictivo estaría ligado no ya al propio Gardel sino a su cuasi-homónimo: el uruguayo Carlos Garder,de más frondoso prontuario y eterno generador de confusiones en una época en que aún no se inventaba el término fake news pero los datos se chequeaban en archivos inmensos y memorias no siempre muy afiladas.
Fuente: Clarín