Demasiados números para un mercado fluctuante pero que, en el fondo, sabe dictar sus reglas y, también, estar atento a las excepcione Y esta es una. Seguramente no es casualidad que entre las tendencias de hoy, en redes, aparezca la sociedad que han hecho para la canción «For Sale» (y, sobre todo, el video), que forma parte del nuevo disco de Vives, Cumbiana.
El «feat», que es uno de los mayores recursos de la industria en los últimos años no los dejó afuera. Tanto Vives como Sanz tuvieron el intercambio más fluido con las generaciones que los sucedieron en el difícil mundo de ser número uno. Sanz ha hecho duetos con artistas como Camila Cabello, Jesse & Joy y, más atrás en el tiempo, Shakira. También fue homenajeado en 2017 como Persona del Año en los Latin Grammy por muchos colegas, incluso la más famosa y cautivante de la escena actual, Rosalía . Los dúos de Carlos Vives conforman una larga lista donde no pasan inadvertidos algunos de sus compatriotas que salieron de Colombia al éxito internacional: Maluma , Sebastián Yatra y, también, Shakira.
Más allá de las coincidencias o similitudes en cómo fueron encarados los vídeos de algunas sociedades (las historias de los clips «Robarte un beso», de Vives con Yatra, y «Mi persona favorita», de Sanz con Cabello, tiene puntos de contacto), lo singular de estos dos muchachotes es que a todo le saben poner su toque personalísimo.
Quizás el plus que tiene esta sociedad entre Vives y Sanz para «For Sale» sea la gran trayectoria de cada uno, la vigencia de sus repertorios, la vitalidad para actualizarse y, sobre todo, la complicidad que por una cuestión generacional compartida, pueden expresar en esa canción.
El hombre del vallenato
Vives fue un galán que, en su juventud, hizo convivir las telenovelas con la música. Fue criado en una familia de políticos, fuertemente involucrados con la realidad (social, económica y política) colombiana, pero eligió la música, especialmente la de su región, para traducirla a un lenguaje pop y universal. Fue, de hecho, uno de los responsables de que el vallenato se diera a conocer, como una world music, fuera de su país. Si en la década del ochenta fue su ensayo como cantante, con discos pop de baladas, en los noventa perfiló el modelo Vives que conocemos hoy. Con «La gota fría» como estandarte, su disco Clásicos de provincia (1993) fue el puntapié de una carrera internacional sostenida, durante casi tres décadas.
En 2004, cuando estaba en Buenos Aires para grabar un video de su disco Rock de mi pueblo , contó a LA NACION: «Para mi la definición de rock es la industrialización del folklore. Ocurrió en el sur de los Estados Unidos. Elvis y los de su época tomaron una música, en principio, despreciada. Y los ingleses la tomaron de sus colonias en América y se la llevaron a sus fábricas en Liverpool. En la Argentina pasó con los que tenía sus raíces en el folklore y en el tango, como un León Gieco o un Charly [García]. Mi camino, mi rock, no es parecerme a The Police, a Fito [Páez] o a García, sino una música con conciencia, con o sin discurso político. Desde el principio estaba en esa búsqueda y me apoyé en códigos y en músicos de mi generación que tienen influencias inglesas, americanas y argentinas, porque era el rock que estaba en nuestro idioma. Pero fundamentalmente los bogotanos, a partir de la cumbia, empezaron a codificar patrones para la guitarra eléctrica.»
Su próximo disco será Cumbiana , del que ya adelantó dos temas («For Sale» es el más reciente). Saldrá el 22 de mayo y contará con varios invitados: Jessie Reyez, Ziggy Marley & Elkin Robinson y Rubén Blades, además de Alejandro Sanz.
Músico transatlántico
Alejandro Sanz nació en el año del Mayo Francés, pero al sur de París. Bastante más al sur, en Madrid. Claro que cualquiera que lo haya escuchado tocar la guitarra reconocerá una influencia que viene de más al sur, de Andalucía. Allí nacieron sus padres y la música de esa región terminó en su ADN sonoro. Alejandro Sanz es lo que hoy se conoce de él porque se convirtió un artista pop de fama internacional pero, fundamentalmente, porque tiene ese código genético en su manera de cantar.
El pop, el rock, la balada y la pincelada del flamenco dieron como resultado un estilo muy personal que talló con el paso de los años y de los discos. Como ocurrió con Vives, sus primeros álbumes fueron un ensayo de lo que vendría después. Recién con discos como Más (1997) y El alma al aire (2000) definió un estilo que multiplicó su éxito.
El resto es parte de una historia conocida. Se ha dedicado a la cosecha de premios: cuatro premios Grammy y más de veinte Latin Grammy. El reconocimiento como Personal de Año que le dieron en 2017, con una gran fiesta, era más que obvio para un cantante con tantos galardones.
Suele hablar mucho de política, y a pesar de que ha escrito canciones como «No es lo mismo» («Vale, que a lo mejor me lo merezco. Bueno, pero mi voz no te la vendo. Puerta, y lo que opinen de nosotros, léeme los labios: yo no estoy en venta») varios de sus discos están más enfocados al plano íntimo de los seres humanos. «Llega un momento en la carrera de un artista en el que si te van bien las cosas te crees que tienes que salvar al mundo. Una cosa es dar tu opinión, otra es que eso se convierta en el centro de tu vida. En el último caso es mejor que dejes la música y te conviertas en político», contaba a LA NACION, en 2009, poco después de lanzar su disco Paraíso express .
Su último álbum es #ElDisco , editado el año pasado. Desde hace más de una década Sanz reparte el año en largas estadías entre Estados Unidos y España.
Fuente: Mauro Apicella, La Nación