Con gran tristeza, se anunció que murió la talentosa cantante Nacha Roldán, una de las grandes figuras del folklore argentino. Voz, talento, energía y cuerpo fueron clave para que la brillante cantora nacida en Clorinda, Formosa, criada en Corrientes, y profesionalizada en Buenos Aires, fuera reconocida durante décadas, por sus interpretaciones de repertorio latinoamericano y amante del chamamé.Tuvo medio siglo de trayectoria pero solo un puñado de discos.
Nacha Roldán, una voz del folklore argentino. IG
Grabó junto a figuras como Mercedes Sosa. Durante los últimos años estuvo varias veces en el programa televisivo La peña de Morfi, siempre con una voz exquisita y toda la fuerza de su estilo.
Una carrera de éxitos
Nacha Roldan fue una de las voces más personales del canto regional, una de las difusoras de la obra del uruguayo Alfredo Zitarrosa. En una nota dijo “lo mío es la canción intimista, con mucha pausa, con la posibilidad de apreciar el silencio”.
“Y yo estoy dedicada a ese cancionero que está guardado y un poco olvidado pero que tiene un poderío tremendo”, se ubicó la cantante nacida en Formosa y criada en Corrientes.
Nacha Roldán en sus comienzos. Foto: IG
La vida le presentó la posibilidad de que Alfredo Zitarrosa estuviera grabando en el mismo estudio Odeón donde ella grababa por ese entonces, y como él estaba sin posibilidad de cantar porque era perseguido y censurado por razones políticas, Nacha tomó su repertorio. «Alfredo venía a ver los recitales en que yo cantaba sus canciones pero me pedía que ni lo nombrara. Desde entonces me identificaron con esas canciones que hice con mucho cariño y mucha admiración».
Muchos años después, ya en 1998, el destino volvió a unir al autor con la cantante, ya que fue parte del tributo (que con formato de disco y espectáculo) se tituló Zitarrosa – Canto de nadie y con el grupo Sanampay, Julio Lacarra, Guillermina Béccar Varela y el actor Pompeyo Audivert.
Roldán se convirtió en la primera intérprete femenina que acompañó a la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, entonces dirigida por Carlos García, que realizó unas 90 actuaciones en Japón.
Nacha se instaló en Buenos Aires, hacia fines del sexto decenio del siglo pasado, cuando recaló -contra la voluntad de su padre- contratada por EMI-Odeón, sello para el que grabó ese germinal disco que la posicionó muy bien en la escena folklórica argentina. Saldré a buscar el amor –tal el nombre de su opus uno- portaba frescas versiones de “El violín de Becho” y “Pichón de amor”, de Zitarrosa.
Tras el disco debut, tres años después llegó su sucesor bajo el nombre de Con propia lumbre, el de la bella “Palabras para Julia” y la yupanquiana, “Le tengo rabia al silencio”. Luego arribaron los dos posteriores que no le van en zaga al par anterior: Matices, de 1980, y Fuego lento, el de “Resolana” y “No quiero que te vayas”, publicado cuatro años después.
Entremedio de ambos trabajos, se produjo el segundo mojón importante del devenir de Nacha, cuando la convocaron para ser la primera voz femenina de la Orquesta de Tango de Buenos Aires, dirigida entonces por el maestro Carlos García. Con ella, su voz brilló en España, y sobre todo en Japón, donde cantó noventa veces, cuando alboreaba la década del 80`.
De su experiencia con la orquesta porteña provienen también las impecables grabaciones de “La Morocha” y “Madreselva”. Otra data que enaltece su vida artística fue también la hermosa versión de “Pájaro de rodillas” (Zitarrosa-Porcel de Peralta), que grabó junto a Mercedes Sosa, para Cantora I.