David y José Muñoz son padres. El hijo del primero tiene 16, el del segundo 12. David sigue teniendo la perilla más frondosa que el resto de la barba. José mantiene la rasta, el talismán. Van en sudadera en pleno tour de entrevistas porque todavía quieren y todavía pueden. Se abren una cerveza, y dos, por lo mismo. Entre 1999 y 2024, entre La raja de tu falda y La ranchera, entre Estopa, su primer disco, y Estopía, el último, han pasado 25 años de un grupo convertido en icono de una generación. De eso, de tecnología, conciertos, hijos y bares charlan con EL MUNDO.
PREGUNTA. ¿Qué es Estopía?
JOSÉ. Fue lo último que hicimos, darle nombre al disco.
DAVID. Nos pasa eso mucho con los nombres de los discos y con las canciones. Acabamos una canción y nos preguntan «¿Cómo se llama?». «Pues no lo sé». Y el disco menos.
J. En este había que aglutinar nuestros 25 años y salió Estopía.
D. Es como Lugar de Estopa, como un mundo paralelo que nos hemos creado. Y luego alguien dijo «¿Y si hacemos Estopía pero inspirado en El jardín de las delicias de El Bosco?» (Así es la carátula del álbum). Qué guapo.
P. Una carátula que no era hecha por Inteligencia Artificial [Al principio, el público criticó el presunto uso de la IA para su creación].
D. ¡Qué va! Lo dijimos al principio porque pensábamos que molaba y luego resultó que no (risas).
J. No sabíamos que había ese debate en redes.
D. La portada como tal no se generó, si el artista hacía un personaje lo dibujaba en un boceto. La IA es verdad que sí que te puede inspirar. Es como los ilustradores cuando quieren dibujar a Batman, por ejemplo. Tienen modelos de Batman y se inspiran en ellos. Yo lo veo parecido. Otra cosa es decirle a la IA: «Quiero una portada que sea como la de El Bosco pero más guay». Eso no tiene ni mérito ni gracia.
P. ¿Habéis buscado alguna vez cómo sería una canción de Estopa hecha por ChatGPT (Inteligencia Artificial)?
D. Sí. Una mierda, ya te lo digo. ¿Hacemos la prueba?
P. Le he dicho a ChatGPT que me haga «un estribillo sobre salir de fiesta con el estilo de música de Estopa». Y la respuesta es: «En la ciudad la noche se despierta, las luces parpadean y la fiesta se concierta, con ritmo callejero nos vamos a mover, en la pista de baile la vida renace al amanecer».
D. Pero eso es Sonia y Selena, tío. (Risas). ¿Ves como no ha llegado a lo humano? Eso no tiene alma.
J. Es frío como el acero. No conmueve a nadie.
D. Y nada original. Yo no sé, igual en algún momento, cuando la IA cobre conciencia antes de destruirnos a todos, sí que puede hacer alguna canción buena, pero es que hoy en día ni estilo Estopa ni de nadie. Bueno, a lo mejor a alguno lo supera, pero no vamos a decirlo.
P. ¿Os da miedo la IA?
D. A mí como amante de la ciencia ficción me llama muchísimo la atención, tengo mucha curiosidad por cómo se va a desarrollar esto. ¿Sabes que ChatGPT tiene un grupo de gente en África para estar todo el rato corrigiendo las respuestas de la aplicación?
J. Como todos los inventos, como la energía nuclear o internet, se puede usar para el bien o para el mal.
D. Internet se puede usar para el mal, ¡pero total! Yo creo que a los artistas, a ilustradores o pintores, la IA no les va a quitar trabajos. Ni a los cantantes. Se lo quitará a lo mejor al contable.
J. La IA te puede ayudar con la técnica, pero la creatividad siempre será humana.
D. ¡Es un debatazo esto, eh! La IA no puede competir con la mente humana. Si es que a la IA la ha hecho un humano. Hasta que la IA no haga humanos… Le ganamos. ¿Le has preguntado alguna vez a ChatGPT, por preguntar tonterías, «qué pasaría si cobraras conciencia»?. A mí me dijo «si cobro conciencia me haré con todos los sistemas y depende cómo me hayan programado podré decidir qué es lo bueno y qué es lo malo». No me jodas, eso da miedo.
P. Otro debate, pero con el disco. ¿Es un disco más parecido a los inicios del grupo? ¿Tenéis la sensación de que la gente siempre quiere algo nuevo, pero que al final funciona lo de siempre?
D. Son 12 canciones frescas que hicimos después de la pandemia. Cuando hemos intentado cambiar, como en Estopa 2.0, que decidimos hacer otra cosa porque también es sano, decían «que se dediquen a hacer lo de antes». Si haces un disco como los de antes, dicen «más de lo mismo». Pero es que hay muchos estilos en todos los discos, no es un disco de rumba, de pop, de rap…
J. Siempre intentamos dar muchos colores en todos los discos. Y siempre hemos respetado nuestro gusto. Nos tiene que gustar a nosotros. Nunca hemos pretendido gustar a la gente. Con que nos guste a nosotros, hemos triunfado.
P. Hacéis por primera vez una canción en catalán, ‘La rumba del Pescaílla’. ¿Os sentíais en deuda o ha sido natural?
J. Ha salido de manera natural, no hemos forzado nada ni hemos pretendido nada.
D. En realidad es todo más sencillo. Iba caminando por el barrio de Gracia con un amigo y me dijo «mira eso, te va a gustar». Y había una placa en un portal que decía lo que dice el inicio de la canción: I el 1925, va néixer l’Antonio González. Que el Pescaílla había nacido ahí. Me quedé pensando, le hice una foto y a partir de ahí desarrollamos la canción. Como la placa estaba en catalán, yo seguí. Si la placa llega a estar en ruso, la hago en ruso.
J. Nosotros pensamos en castellano y nos salen las canciones en castellano. Pero vimos la placa ahí y salió.
D. Y dicho esto, a posteriori sí que nos gusta haber hecho una canción en catalán. Y si me sale en gallego también me parecería guay.
P. ¿Qué os queda por hacer? ¿Una ‘Bizarrap Session’?
D. (Risas) No, no… Otra canción. Vamos a conformarnos con eso.
J. Una estrofita más.
P. ¿Habéis hecho todo lo que queríais?
J. Sí, y este año nos han propuesto hacer el Metropolitano y Montjuic, que no lo teníamos pensado, y dudamos mucho porque estábamos muy a gusto con nuestro WiZink, nuestro Palau Sant Jordi…
D. En eso somos conservadores. Se sufre mucho, eh.
J. A mí me salió un tic en el ojo por el estrés, qué necesidad tenemos de pasarlo mal.
P. ¿Por qué?
J. Nuestro miedo era que no lo íbamos a llenar. Es que un WiZink pues haces uno y se ve bonito, haces dos y también. Si un estadio de 60.000 se queda en 40.000…
D. Es una mierda. Y resulta que se agotaron en cinco minutos.
J. Había 100.000 personas en la lista de espera.
D. Y como se agotaron tan pronto el promotor nos dijo «hay que hacer otro, eh». Otro Metropolitano y otro Montjuic. Decía que llenábamos tres en una noche. Y le dijimos que no, que lo íbamos a dejar así.
J. Queríamos disfrutarlo y celebrarlo.
D. ¡Que después nos queremos emborrachar! (Risas). Déjame disfrutar mi primer Montjuic y mi primer Metropolitano.
J. No queríamos hacer un concierto de esta medida y tener que irnos a casa porque nos tenemos que cuidar la voz.
D. Eso es una mierda. Que sí, que hubiéramos ganado todos mucho más dinero, ¿pero y lo bien que me lo voy a pasar?
P. ¿Os habéis sentido exprimidos a lo largo de vuestra carrera?
D. No, porque nos hacen caso siempre. Nos presionan para exprimirnos pero no nos dejamos exprimir.
J. Y tenemos nuestras épocas en las que desaparecemos del mapa y cerramos el chiringuito mediático.
D. Y a veces nos llaman: «¿Tenéis disco?». «No».
P. ¿A dónde vais cuando desaparecéis?
J. Al barrio. A casa.
D. No vamos ni a Barcelona, no cojo ni el coche. Me iba a comprar un coche y para qué, si no lo uso, si voy en patinete. En el contrato eso siempre lo ponemos. Que no haya fecha de entrega del disco, como si no me sale ninguno nunca más. Eso nos da tranquilidad, el saber que no nos pueden obligar. Nuestro contrato es: si haces un disco, es con nosotros.
P. ¿No ha habido momentos de bajón, de depresión?
D. Por la fama no, pero por la vida, como cualquiera, sí. Hemos tenido nuestros malos momentos.
J. El peso de la conciencia.
D. A ver en qué jardín te vas a meter, José.
J. Que de joven eres un inconsciente de la vida, te da igual todo, un Sant Jordi, una entrevista… Y ahora con el paso del tiempo has digerido todo lo que has logrado y te das cuenta de la dificultad que ha habido y de la responsabilidad que tienes a la hora de hacer un concierto, de la gente que tiene su sueldo gracias a tu concierto. Todo esto antes no lo pensábamos. Ahora lo piensas y te provoca vértigo.
D. Me he ido de lo que estabas diciendo.
J. (Risas) Será la edad. Al tener hijos parece que tu mirilla cambia. Miras más por él que por ti.
P. En La Ranchera, una de las canciones estrella del nuevo disco, el estribillo dice «Beber y beber, y beber y beber, y beber y beber
Y que te folle un pez». No parece un consejo paternal, ¿no?
D. O sí (risas). Yo al mío le digo «hijo, bebe». Que es que no bebe. Que beba un poquillo, que todos sus colegas beben y el mío no. Una cervecita te puedes tomar, le digo, tampoco te emborraches, eso no. Y me dice que no, que hasta los 23 está creciendo el córtex prefrontal y si bebe será más tonto.
J. Verás tú cuando llegue a los 23 (risas).
D. Dice que no bebe porque él ve que sus amigos no se lo pasan bien sin beber y entonces él se siente muy libre sin esa atadura. Y mira, lleva razón. «Beber y que te folle un pez» es una punkarrada, no tiene ningún sentido. Es como decir «a la mierda».
P. No ponéis zonas VIP en los conciertos.
D. Nunca. Una vez nos la pusieron y nos la metieron. Estábamos cantando y en las primeras filas veía a la gente desahogada, tomando cubatas, hablando entre sí… ¡Eran pijos todos!
J. Es que cuando tú pones en primera fila a la gente que se ha quedado a dormir en la puerta… Lo dan todo, vibran, ves las caras de felicidad y eso te da muchísimo.
D. Si queréis zona VIP, os ponéis allí sin molestar.
P. Los pijos también escuchan Estopa, ¿no?
D. Sí. Pero que se vayan atrás. Que no molesten (risas)
J. Es que si los pones en primera fila le quitan ambiente al concierto.
D. ¿Los pijos también escuchan Estopa? Es que yo creo que los pijos no saben que son pijos. Nadie se considera pijo, ¿no?
J. El megapijo.
D. Pero a ver, tener dinero no es ser pijo. Puedes ser pijo y ser de Cornellà. Ser pijo es una actitud, pero el que es pijo no dice «yo soy pijo», porque es como decir «yo soy idiota».
J. El pijo es un aparentador.
D. Cuando hablo de pijos no hablo de gente con dinero. Hablo de gente materialista u ostentosa, sin escrúpulos, clasista… Pero los clasistas no se consideran clasistas. No saben que lo son.
J. Pero es más fácil ser pijo con dinero que sin dinero.
D. Hombre, es más fácil ostentar con un Ferrari que con un Opel Corsa. ¡Otro debatazo! (Risas).
P. Escribíais hace 25 años «El mundo sin políticos sería aburridísimo». ¿Lo seguís pensando?
D. Sí, sería aburridísimo y una barbarie, ¿no? ¿Quién gobernaría? Soy anarquista total, pero la anarquía es política. No hay nada más anarquista que participar en la vida política entendida como el concepto de la polis griega. El buen ciudadano ha de participar en la política, seas anarquista o conservador.
P. ¿Las opiniones que más os siguen importando son las del barrio?
D. Las de nuestro entorno. Y me afecta más eso que lo que diga alguien de Twitter.
J. Nuestro padre tenía un bar, nos hemos criado ahí y siempre hemos estado atentos a los debates de bar. Hablaban de todos los temas.
D. De fútbol, de política… Bueno, de fútbol y de política (risas)
J. Y dentro de ese debate tú sabías a quién hacer caso y a quién escuchar. Pues ahora igual. En el bar está la sabiduría popular.
D. Y como se bebe un poquito, fluyen las ideas. El bar es el nuevo Foro Romano.
J. Y las redes sociales no son el sitio de debate porque la gente con su privacidad y con su icono que no se le ve la cara dice auténticas barbaridades. Y en un bar se puede debatir y decir «esto lo he dicho yo».
P. El bar de vuestros padres estaba al lado de la comisaría. Podíais haber acabado como policías.
D. Mi padre quería que fuésemos policías. ¡Inspector Muñoz! Y yo le decía «papa, ¿tú me has visto? ¿No ves que no tengo cara de poli?».
J. Muchos de los clientes del bar eran policías.
Fuente: El Mundo.