A Eros Ramazzotti lo complica el castellano. “Hay ciudades en las que canto en italiano, otras en español, hago un poco de mezcla, dejo cantar al público. No es fácil porque yo siempre quiero dar el máximo, así que me hago muchos problemas, me como un poco la cabeza”, dice. Aunque ya desde su nombre salta a la vista que es más italiano que la pizza, en la Argentina lo conocimos hablando en nuestro idioma: en 1993 la versión traducida de su disco Tutte Storie (publicado en Hispanoamérica como Todo historias) hizo que el éxito que tenía en su país desde mediados de los 80 se extendiera a estas tierras. Era otro ídolo pop, pero uno atípico: a años luz del crooner edulcorado y cursi, su música tenía filo.
Por ejemplo “Cosas de la vida”, el hit que lo hizo conocido en la Argentina, empezaba con un riff de guitarra distorsionada que sonaba más cercano a Jane’s Addiction que a cualquier cosa que hubiera grabado Luis Miguel (dato interesante: el video de aquella canción lo dirigió nada menos que Spike Lee). El mismo álbum traía su otro gran éxito: “Otra como tú”. Tres años después siguió la racha con “La cosa más bella”, de Donde hay música y no tardó en repetir con “Si bastasen un par de canciones”, de Eros (1997). Fachero y carismático pero también accesible, el público local lo compró y no lo soltó nunca más. Hoy, a casi treinta años de aquel desembarco, sigue alborotando corazones: el 2 de diciembre actuará en el Movistar Arena para presentar su último disco que se llama, justamente, Latido infinito.
-Tu primer disco se llama Corazones agitados y el último, Latido infinito. ¿Buscaste intencionalmente alguna conexión entre este Eros de 2022 y aquel que recién empezaba su carrera?
-Fue una coincidencia porque sí, empecé con el corazón agitado pero la verdad es que ahora tiene que seguir latiendo. Y ha sido una larga trayectoria.
-La frase “latido infinito” es toda una declaración de principios en una época con tanta muerte. ¿Sentiste algún “deber” como artista, de ayudar a combatir con tu música contra los efectos de la pandemia?
-Sí. En general, la música da la posibilidad a la gente de mejorar su vida y no sólo mejoré la mía haciendo música. Y sin música, como yo canté hace 33 años, el mundo no tiene sentido [se refiere a la letra de “Música es”, del álbum del mismo nombre de 1988, que dice: “Un mundo sin la música no puede imaginarse”]. Y no sólo para mí, para todos. Así que Latido infinito llega en un momento particular y espero que pueda darle esperanza a la gente y que sea acogido de manera positiva para que se pase a otro tiempo, a otro momento.
-Si bien el aislamiento atraviesa -de una u otra forma- todo el disco, hay una canción que lleva explícitamente a la pandemia, que es “Volver a bailar”. Tenés canciones de amor romántico, canciones de amor familiar, ¿es esta una canción de “amor colectivo”, de recuperar el placer de lo social?
-Seguro, todo el disco sigue esta línea: volver a bailar, volver a juntarse con los demás, respetar a los demás y respetar a la naturaleza. Siempre lo he cantado y ahora mucho más.
-¿Cambió el confinamiento tu forma de hacer música?
-En general hoy en día, después de tantos años, cuesta bastante hacer canciones que puedan quedarse en el tiempo. Hay muchos artistas que se basan mucho en éxitos del pasado pero yo tengo ganas de hacer algo más. Por ejemplo: [refiriéndose al cronista] vos tenés una remera de AC/DC, que es un gran grupo pero sus éxitos son de hace veinte años porque han hecho algo que nadie consiguió hacer, con lo cual se han distinguido de los demás. Hoy eso es cada vez más difícil, en un momento en el que la música es como “total”, no se entiende bien cuáles son los géneros. Antes había rock, pop, jazz, blues, heavy metal. ¿Ahora qué hay? Es difícil. Así que es mucho más complicado hacer algo que pueda perdurar en el tiempo.
-¿Cómo hicieron “Soy” con Alejandro Sanz? ¿Era una canción tuya que él completó? ¿Trabajaron en paralelo a la distancia? ¿Qué hay tuyo y qué suyo en “Soy”?
-Conocí a Alejandro Sanz en Buenos Aires en 1993 y el año pasado decidimos hacer algo juntos. Le mandé un par de canciones que habíamos escrito con otros autores italianos, luego la letra fue traducida al español y el dueto fue a distancia, pero el video sí lo hicimos juntos. Tenemos ganas de hacer más cosas y creo que es un gran artista y una gran persona.
-De alguna forma también colaboraste con el maestro Ennio Morricone en “Cada vez que respiro”. ¿Fue una responsabilidad cantar algo que compuso semejante genio?
-Sí, ¡un gran genio! Para mí es uno de los compositores más importantes del siglo XX y XXI. Fue una de las pocas canciones que este gran maestro hizo para la música pop. Así que cuando recibí el tema no lo podía creer. Fue una responsabilidad para mí hacerlo de la mejor manera posible y creo que lo conseguimos porque la canción me gustó mucho a mí y le gustó mucho al público. Mariella Nava escribió la letra y luego la adaptamos juntos.
-En una entrevista reciente dijiste que no te gusta mucho lo que se está haciendo en la música de hoy, pero también que te gustaría colaborar con Harry Styles o Dua Lipa. ¿Qué tiene que tener un artista joven para interesarte?
-Creo que lo tradujeron mal. No es que no me gusten, pero es difícil porque todo es muy parecido. Así que es difícil elegir una “carretera” para el pop, hay pocas oportunidades. Hay modas musicales que tal vez no se adaptan a mi edad y a mi pasado. Dije que no pero la verdad es que en el disco hay algo de eso, del presente. La verdad es que para mí el pop nunca va a morir.
-¿Cómo ves hoy, a casi treinta años, la fiebre que desató en Argentina tu disco Todo historias? ¿Cuáles son las primeras imágenes que te vienen de aquella “erosmanía”?
Fue un gran disco. Eran años en los que había mucho éxito, y la gente sigue cantando las canciones de aquellos años, los 80 y los 90, épocas en las que las canciones se quedaban en la memoria de la gente. No sólo las mías, en general. Después del año 2000 las cosas cambiaron un poco y es más difícil que una canción permanezca de esta forma. Hoy todo dura muy poco, esa es la realidad.
Fuente: Diego Mancusi , La Nación