Para festejar el medio siglo de la publicación del disco Almendra –LP con el que debutó discográficamente la banda de Luis Alberto Spinetta, Emilio Del Guercio, Rodolfo García y Edelmiro Molinari-se realizará este miércoles un homenaje en el CCK. Pero lejos de ser una convocatoria de artistas del rock de distintas generaciones para construir un monolítico tributo se eligió una orquesta sinfónica para semejante tarea. Será que cada tanto el rock va a la orquesta y que esto, como nunca se transformó en una moda -más bien transcurre en episodios eventuales–, perdura en el tiempo. Tanto para los músicos del rock como para los del pop, existe una tentación de sumergirse en los atriles de una sinfónica.
Fenómeno difícil de explicar, desde las orquestaciones de George Martin para The Beatles, la paleta tímbrica que ofrecen las familias de cuerdas, maderas, metales y percusión siempre generan curiosidad en el mundo de la música popular. Del rock duro de Led Zeppelin a las baladas de Elton John, la mayoría de los músicos más exitosos a nivel mundial pasaron por ese tamiz.
En realidad, que una banda de rock procese sus canciones a través de una orquesta no convierte a su obra en música clásica, solo adquiere otro color. Y esta, justamente, en la habilidad de los orquestadores el éxito de encontrar una nueva mirada sobre esa obra.
La tapa del álbum debut del cuarteto de Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari, Emilio del Guercio y Rodolfo García
No siempre es el músico popular el que va a la orquesta; muchas veces son los organismos sinfónicos los que intentan aggiornarse con un repertorio popular. La Royal Philharmonic Orchestra (grabó discos completos dedicados a las canciones de Queen, Coldplay y a películas de Hollywood) o la London Symphony Orchestra (desde las bandas de sonido de Star Wars hasta el videojuego Tomb Raider) son dos claros ejemplos del ámbito internacional.Ads by
Con dirección de Gustavo Fontana, el último miércoles se presentó en el CCK el espectáculo Sinfónico.AR que reunión canciones del tango, el folclore y del rock, interpretados por la Sinfónica Nacional, con dirección de Gustavo Fontana, arreglos de Pablo Motta e invitados como Franco Luciani, Xavier Inchausti, Lidia Borda y Lito Vitale.
Y lo que se escuchará este miércoles es la versión orquestal que el arreglador Juan «Pollo» Raffo hizo de las canciones del primer disco de Almendra. Por una razón a estas alturas lógica, el recorrido del concierto será inverso al del álbum. La explicación es simple. Como «Muchacha ojos de papel» abre el disco pero es un tema que, especialmente al tratarse de un homenaje, debe quedar para el final, el arreglador decidió invertir el orden del repertorio. Así es que, además de una introducción con un tema que no pertenece al disco, y un final de similares características, el espectáculo comenzará con «Laura va» y se reservará «Muchacha.» para el tramo final.
La particularidad de los arreglos es que no instalan a la orquesta sobre una banda de rock, especialmente de su base de batería y bajo, sino que están planteados desde una óptica diferente, dentro de una serie de conciertos de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto dedicados al rock.
«No quise copiar ni, tampoco, enfrentarme al material. No es mi versión para mostrar qué lindo va a sonar esto. Eso está en la decisión de elegir o no una cosa. A mi me dieron un material sin condicionamiento; sin que nadie viniera después a aprobarlo o no», dice Juan «Pollo» Raffo, quien el año pasado fue el responsable de la excelente orquestación de las canciones de Miguel Abuelo.
«Soy responsable al ciento por ciento – continúa–. En ese sentido, pienso si es suficientemente respetuoso del original y si tiene suficientes elementos nuevos que justifiquen una nueva versión. Estoy conforme con el resultado».
Juan es de una generación que escuchó la música de Almendra de primera mano, aunque dentro del entorno familiar. Porque cuando salió este LP que ahora cumple 50 años él todavía no había cumplido 10. Recién en la segunda década del setenta, por supuesto que influido por la música que se podía escuchar en su casa, por hermanos mayores, comenzó a tomar sus decisiones estéticas hasta convertirse en un requerido arreglador de diversos artistas y pianista y compositor de sus propios proyectos.
Los integrantes de la orquesta Filiberto también tienen una relación extra laboral con la música de Almendra. «A los 14 o 15 empecé a escuchar mucho rock argentino, que pasó a ser una música identitaria de mi adolescencia, como le pasó a mucha gente. En ese tramo me hice fan de los grupos de las diáspora Almendra: Aquelarre e Invisible. Particularmente Aquelarre. Los músicos de esta orquesta también conocen la música de primera mano. Tiene una significancia emotiva para ellos. Fue muy emocionante el primer ensayo con los integrantes de Almendra, cantando».
Porque el homenaje de la orquesta, que contará con la dirección de Mariano Chiacchiarini, no será instrumental. Participará la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, habrá dos cantantes, Rubén Goldín y Mariana Bianchini, y contará con participación especial de Del Guercio, García y Molinari.
Las entradas, gratuitas, para el concierto, que comenzará a las 20, en el CCK de Sarmiento 151, ya están disponibles. Se pueden reservar en la página web, www.cck.gob.ar, o retirar personalmente hasta el mismo miércoles, de 12 a 19.
El concierto de homenaje forma parte de un ciclo que esta orquesta bautizó como «Filiberto Rock», y que tiene a Raffo como curador. Próximamente hay otro programado con música grabada por Juan Carlos Baglietto. Y también hay proyectos para continuar en 2020.
Abel sinfónico
El 21 de noviembre Abel Pintos cantará en el flamante estadio Movistar Arena, del barrio de Villa Crespo, en el marco de un espectáculo que llamó Universo Paralelo. Probablemente eso tenga que ver con que no se trata de un recital convencional sino de una propuesta sinfónica aplicada a su música. Con arreglos de Guillo Espel, Pintos versionará sus temas en dos funciones. La segunda, agregada recientemente, será el 23 de noviembre.
Fuente: Mauro Apicella, La Nación