Si bien su disco debut es de 1984, se podría decir que el grupo Soda Stereo se fundó el día en que el cantante y guitarrista Gustavo Cerati y el bajista Zeta Bosio visitaron a Charly Alberti, una tarde de 1982, para ver qué tan bueno era sentado a la batería. Su debut sobre un escenario fue al año siguiente, es decir, hace cuatro décadas.
En esos años el tiempo quizás corría más lento, y el recuerdo del paso de The Police por la Argentina (1980) todavía estaba fresco. La información llegaba a cuentagotas. Las bandas extranjeras también y cada show o cada disco se saboreaba con los oídos. Los tres, que tenían los mismos gustos, querían armar algo así, pero con las influencias de la naciente década que traía nuevos sonidos y movimientos musicales, sin saber aún que se transformarían en el trío más popular de Latinoamérica. Soda Stereo siempre está presente, ya sea en un espectáculo que giró por todo el continente -impulsado por Alberti y Bosio, para rendirle tributo a Cerati, fallecido en 2014-, en una biografía -como Algún tiempo atrás: la vida de Gustavo Cerati, que escribió el periodista Sergio Marchi- o en artículos periodísticos como el que acaba de publicar el matutino inglés The Guardian, a propósito de las cuatro décadas de la fundación de la banda.
El periodista Andy Meek toma como punto de partida una anécdota de 1988, en una disquería neoyorquina. Rudy Pensa, argentino radicado en la gran manzana que tenía una casa de venta de instrumentos musicales, un día recibe la visita de uno de sus clientes habituales. Pero no era para comprarle un instrumento, sino porque buscaba un consejo: qué banda latina le recomendaría para producir. El interesado era nada menos que Carlos Alomar, colaborador de David Bowie. “¿Alguna vez has oído hablar de una banda de Argentina llamada Soda Stereo?”, le dijo el vendedor.
“Hoy, esa es una pregunta que despertaría una mirada de perplejidad en casi cualquier latino. Preguntarlo en 2023, en el 40 aniversario del debut público de la banda, es un poco como preguntarle a un estadounidense o británico si saben quiénes son los Beatles”, escribe el periodista. Además, sale en busca del testimonio de un Alomar que hoy tiene 72 años: “Todo el mundo en el mercado hispano conoce a Soda Stereo”, le respondió el guitarrista. Por supuesto, en el recuento, Soda fue una banda que llenó estadios y arenas en todo el continente, a veces con multitudes de más de 100 mil personas: un nivel de éxito sin precedentes para una banda de rock latino.
Antes de que terminara 1988, Alomar conoció a Cerati, junto con el bajista Zeta Bosio y el baterista Charly Alberti, y produjeron el cuarto álbum de Soda Stereo, Doble Vida. “No solo salieron representando a su comunidad local en sus letras”, continúa Alomar, “sino que la orquestación de la música tuvo exactamente las mismas progresiones que todas las bandas clásicas de rock and roll que escuchaste en la radio”. Esta familiaridad ayudó al éxito de Soda Stereo, pero el puro brío y la extravagancia de su oficio fueron la verdadera clave: “¡Cada canción te llevó a una odisea musical!”.
Esta es la conclusión a la que llegan en The Guardian: “Se casaron con un sonido de ‘arena rock’, con letras a menudo misteriosas y espirituales, lo que eventualmente resultó en siete álbumes de estudio. Con influencias que iban desde Police hasta Talking Heads y ELO, el grupo aportó una sensibilidad anglo-pop a canciones que definieron una era, como ‘De Música Ligera’ (que el grupo grabó en una sola toma) y ‘Persiana Americana’. Pasaron en gran medida desapercibidos para el público de habla inglesa en ese momento, un poco irónico dado que Soda Stereo eran anglófilos y obsesivos como los Beatles, pero cuando se separaron en 1997, después de más de una década juntos, habían vendido más de 17 millones de discos. Y la historia podría haber terminado ahí, de no ser por un resurgimiento impulsado por Internet que agregó una posdata aún en desarrollo a la historia de la banda.
Gracias a una combinación de Spotify, donde los mayores éxitos de Soda Stereo acumularon cientos de millones de reproducciones cada uno, así como cuentas de seguidores de Instagram y canales de YouTube, su música ahora también llega a una audiencia internacional de hablantes no hispanoamericanos. Esos fanáticos incluyen a Chris Martin de Coldplay, quien en los últimos meses llegó a tatuarse en un brazo las palabras “gracias totales”, las famosas palabras de agradecimiento de Cerati en el concierto de despedida de Soda Stereo en 1997. Bono también se declaró fan en un correo electrónico a Alberti hace un par de años.
Meek también salió en busca de la palabra de Alberti: “Muy emocionante -le respondió el baterista-. Sigo siendo una persona que no cree lo que hice. Entonces, en ese aspecto, soy fácilmente emocional. Soda Stereo fue el resultado de tres personas tratando de generar algo que en ese momento apenas tenía representación en Argentina (…). Siempre pensamos que estábamos en camino a algo y en la música éramos iguales: nos aburríamos muy rápido, y la curiosidad nos llevaba a no querer repetirnos. Cada momento fue especial, porque buscábamos algo nuevo. Y en el descubrimiento de ese algo nuevo, todo era felicidad… era como [constantemente] volver a empezar”. Zeta también fue consultado: “Hicimos que la gente se sintiera orgullosa de ser latina. Y la música fue hecha con amor”.
El informe no sólo incluye famosos: “Para Laurie Fromont, una francesa de 42 años, casada y madre de dos hijos, su llegada a Soda Stereo se produjo durante los cierres por la pandemia Covid-19, con la canción de 1992 ‘En remolinos’. ‘Inmediatamente me trasladó a otro lugar con una atmósfera relajante, como un escape mental durante la terrible situación en la que estábamos todos’, dijo. Fromont comenzó a abrirse camino a través del catálogo de la banda, convirtiéndose en lo suficientemente fan como para poner su firma, ahora junto con otras 29 mil personas de 62 países, en una petición para hacer de Soda Stereo el primer grupo en español incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll”.
Fuente: La Nación