“Ey, soy Paul, desde Inglaterra”. Sin intermediarios, el Paul que acaba de llamar por teléfono desde su auto es el mismísimo McCartney, que enseguida cuenta que acaba de salir de ensayar en su estudio, en el sur de Sussex, a unos 100 kilómetros de Londres, y que está manejando rumbo a su casa.
¿En serio uno se puede encontrar a un Beatle esperando que un semáforo le dé paso para seguir su camino? La respuesta es sencilla. “Me gusta manejar. Y me gusta ser real. Muchísima gente suele ir a su trabajo en auto. Yo también”, dice.
De lo que habla Macca, cuando cuenta que anda por una calle inglesa cualquiera, es de mantener un cable a tierra. Algo que suena simple, aunque quizá no lo sea tanto para alguien que alguna vez reconoció que apenas después de la separación de The Beatles se sentía como un astronauta después de haber pasado un buen tiempo en el espacio.
-¿Qué tan importante es ese contacto con la realidad de la calle?
-Es sumamente importante. Lo ha sido a lo largo de toda mi vida. Yo provengo de una muy buena familia, de Liverpool. Una familia muy real. Eso es algo que valoro mucho, venir de gente que es muy real. Siempre he sentido que soy muy afortunado de que haya sido así. Y así traté de mantenerme a lo largo de toda mi vida.
-Cuesta pensar que eso sea fácil siendo quien sos.
-Es verdad. A veces es difícil ser Paul McCartney, porque la gente te ve ante todo como alguien famoso, y recién después te considera una persona real. Por eso, si estoy con mi esposa en un restorán y se acerca alguien a pedirme una foto o un autógrafo, digo que ‘lo siento’, que me disculpen, pero que se trata de una cena privada, romántica… Y pido que me entiendan. Puedo darte la mano, hablarte, como una persona común, pero pido no ser considerado una celebridad, porque es un momento personal, mío. Por suerte, el 99 por ciento lo comprende.
Paul, tocando el año pasado en Quebec, Canadá.
-El respeto por los espacios íntimos, familiares…
-Hay una gran cosa en lo familiar, en el contacto con ellos, con mis nietos. Tengo ocho… ¡Hermosos! Es muy parecido a cuando The Beatles ya eran famosos y yo regresaba a casa, en Liverpool, donde me seguían tratando como antes de que eso sucediera. Es muy importante mantener los pies sobre la tierra.
Nada mal. Al fin y al cabo, hablamos de uno de esos cuatro hombres que en los ‘60 no podían ni siquiera salir a los pasillos de los estudios Abbey Road sin riesgo de ser “atacados” por las hordas de fans que alimentaron la beatlemanía.
Ahora, lejos de aquella fiebre, a sus 76 años el hombre sigue girando por el mundo con sus canciones, y en el horizonte cercano de su hoja de ruta aparece la Argentina, donde volverá a hacer escala el 23 de marzo, en el Campo Argentino de Polo, con su Freshen Up Tour, que ya tuvo su capítulo europeo.
-Recién me decías que estás volviendo de ensayar con tu banda. ¿Qué necesitan ensayar, después de tanto tiempo tocando juntos?
-Siempre lo hacemos antes de cada vez que tenemos que salir a tocar. Es una manera de estar entrenados, de adquirir velocidad… A veces aprendemos canciones nuevas -ahora tenemos las de Egypt Station– que es lo que nos lleva la mayor parte del tiempo. Además, tenemos una nueva sección de vientos. Y también repasamos las canciones más viejas; tocamos muchas, y está bueno estar seguro de que recordás todo.
-¿Qué tan difícil es presentar las canciones más nuevas, cuando sabés que el público va a buscar el acorde de “A Hard Day’s Night” o a cantar “Hey Jude”?
– Es difícil, porque tenemos que asegurarnos de darle al público aquello que lo hace feliz, y si sumás una nueva canción, algo tenés que sacar. Entonces, ¿cuál sacas? Pero creeme que hay problemas peores. La idea, cuando hago un show, es que el público se vaya satisfecho. Y ver a gente adulta y gente muy joven, cantando todos juntos Hey Jude, es realmente estuimulante. Y si eso les ayuda a recargar sus energías, como me pasa a mí, mejor aún.
-¿Que sentiste al haber alcanzado con “Egypt Station” la cima de los rankings, después de 36 años?
-Mucha felicidad. Nosotros somos nuestros jueces, y cuando terminamos de chequear el disco sentí que estaba muy bien. Esa misma tarde noche, lo que iba a ser una salida para compartir unos tragos lo transformamos en una fiesta de celebración.
-¿Tiene un significado especial estar disputando ese lugar mano a mano con los artistas más nuevos?
-En verdad, no se trata de que uno le quite lugar a otro. Vemos gente como Ed Sheeran, Rihanna, Beyoncé o Drake… Todos ellos tienen muchas oportunidades y grandes éxitos en los charts. Pero está bueno ser parte del mismo grupo. Es fabuloso sentir que un álbum que hacés buscando que te satisfaga, le guste a la gente tanto como para que lo hagan un número uno.
-Hablabas de cuando volvías a Liverpool, en tiempos de The Beatles. ¿Qué te da regresar hoy allí?
-Amo volver. Tengo muchas razones para hacerlo, además de ir a tocar. Me gusta la gente, está mi escuela, tengo muchos recuerdos en cada lugar al que voy. Es mi infancia…
Y la infancia de McCartney conecta en modo directo con su adolescencia, y con la década en la que protagonizó uno de los hechos artísticos y sociales más relevantes del siglo XX, que entraba en su recta final hace 50 años, cuando el rodaje de Let It Be dejaba al desnudo diferencias que se proyectaban más allá de las paredes del estudio de grabación.
Por entonces, un par de cartas recientemente subastadas, la primera fechada en enero, y la segunda en abril, ambas de 1969, reflejaban un acuerdo inicial con John Eastman para el manejo de los asuntos de The Beatles, que luego John Lennon, George Harrison y Ringo Starr prefirieron dejar sin efecto, para ir en busca del manager de los Rolling Stones, Allan Klein.
Sin embargo, McCartney asegura que nunca se oficializó nada, y que tampoco tuvo que ver que en medio del ida y vuelta contractual -el 12 de marzo- él y la hija de John Eastman, Linda, se convirtieran en matrimonio, del mismo modo que lo hicieron, ocho días más tarde, Lennon y Yoko Ono.
“Sólo hablamos acerca de eso, y ellos querían ir por otro lado… Pero no firmamos nada con nadie. De cualquier modo, es complicado culpar a alguien. Siempre son varias las razones por las que las cosas suceden. Pero la gente prefiere encontrar una sola causa y simplificar las cosas para no tener que pensar demasiado… Lo importante es que nos separamos, y que dejamos un legado fantástico detrás, que algunas veces, en estos días, la gente hace más fuerte aún. Algo bueno hicimos.
-Pero hay algo, en como se dieron las cosas, que suele hacer que vos aparezcas como el cerebro más calculador de The Beatles, y John el alma más romántica. ¿Sentiste en algún momento que tenías que lidiar con eso?
-Eso siempre pasa. Que digan que John es así, Paul es tal cosa, George tal otra… Y lo cierto es que todos tenemos un poco de cada cosa. John era calculador, pero al mismo tiempo muchas veces era romántico. Yo era romántico, pero otras veces era muy calculador. Lo mismo para George y para Ringo… Todos teníamos diferentes costados en nuestras personalidades. Y el perfil que Los Beatles mostrabamos en público podía ser percibido e interpretado de una manera que no siempre reflejaba la verdad. Cada uno tenía un poco de cada cosa y del otro.
-Sos Paul McCartney, fuiste parte de The Beatles, formaste una familia, compusiste un par de obras sinfónicas y corales, a los 76 seguís girando por el mundo. Cualquiera podría suponer que no hay nada que te quede por lograr. ¿Es realmente así?
-En lo material, creo que no hay nada que lamente no haber logrado. Pero sí podría decir que la paz sería una cosa hermosa, si se lograra. Ver a la gente apoyándose entre unos y otros, ayudándose entre todos para estar bien; creo que eso sería una cosa realmente fantástica. Si pudiera elegir, eso sería lo que me gustaría ver.
“Linda estaría respaldando los reclamos de las mujeres”
Cuando tenía 26. Paul McCartney se casó a esa edad con Linda Eastman. La boda convocó multitudes de fans. Foto: AP
El día de la entrevista, programada para el 12 de marzo, coincide con la el 50 aniversario del casamiento de McCartney con Linda Eastman. Con ella, el beatle tuvo cuatro hijos, y compartió su vida hasta su muerte, a los 56 años, en 1998, a causa de un cáncer de mama;y la referencia resulta inevitable.
-¿Podrías imaginar a Linda en estos tiempos de #MeToo y de lucha por la igualdad de géneros?
-Definitivamente sí. Ella era muy fuerte, y creía en la defensa de los derechos. Creo que estaría respaldando los reclamos de las mujeres. Sería un voz fuerte, como siempre lo fue, cuando difundía el vegetarianismo, el veganismo… Sería hermosamente fuerte.
-Siempre se suele hablar de lo difícil que fue para John que su relación con Yoko fuera aceptada. Pero, ¿qué sucedió con Linda, cuando comenzaron a trabajar juntos en la música? ¿Resultó fácil que la gente creyera en lo que estaban haciendo juntos?
-Para nada. Fue realmente difícil. Fue un momento en el que estaba buscando una banda, después de The Beatles, lo que era casi imposible. De algún modo, ella y yo estábamos comenzando de nuevo. estábamos aprendiendo cómo hacer una banda juntos. Fue muy difícil. Pero cuando escuchas los discos de Wings ahora, creo que finalmente probamos que podíamos hacerlo. Tuvimos que luchar un poco, pero lo hicimos. Estamos felices de haber ganado la batalla.
El Freshen Up Tour , con el que McCartney vuelve a Buenos Aires por cuarta vez para presentarse, con localidades agotadas, el 23 de marzo en el Campo Argentino de Polo, tuvo su punto de partida el 17 de septiembre de 2018, en la ciudad canadiense de Quebec.
Paul McCartney, en el Estadio Único de la Plata, el 19 de mayo de 2016. Foto: Ricardo González
Desde entonces, suma 18 shows, en nueve países, entre ellos Japón, Austria, Dinamarca, Escocia, Inglaterra y Francia, a los que se agregarán cinco fechas en América del Sur (Chile, Argentina y Brasil), y otras 16 en los Estados Unidos, entre finales de mayo y comienzos de julio.
Acompañado por el sólido cuarteto que conforman Rusty Anderson, Brian Ray, Paul Wickens y Abe Laboriel Jr., más una sección de vientos, como es habitual, en la primera etapa de la gira la presencia beatle en la lista de temas es equilibrada, en cierta medida, con temas de Wings y de sus distintos discos solistas, con tres títulos del más o menos reciente Egypt Station.
¿Algún cambio para el nuevo desembarco en la Argentina? “Si hay alguno será muy pequeño, porque el set list del tramo europeo ya estaba actualizado. Y es un show que aún no vieron en Sudamérica. Aprendimos algunas canciones más, por si queremos cambiar algo”, dice McCartney.
Fuente: Clarín.