Ludwig van Beethoven, atormentado por la sordera y varias enfermedades a largo de su vida, pidió que su cuerpo fuera estudiado luego de su muerte. La semana pasada, un empresario estadounidense devolvió fragmentos de un cráneo que los científicos atribuyen al famoso compositor alemán para su estudio en la Universidad de Medicina de Viena, donde vivió y trabajó.
Expertos en ADN estudiarán y conservarán los huesos, conocidos como “fragmentos de Seligmann”, para descubrir qué padecía el maestro de la música clásica, que murió en 1827 luego de obtener la fama internacional.
“Se trata de encontrar el equilibrio entre el interés del público y el respeto por una persona fallecida”, dijo el rector de la Universidad, Markus Müller, en el evento realizado en Viena. “Aceptamos agradecidos los fragmentos y los conservaremos con responsabilidad”.
Los huesos fueron donados por Paul Kaufmann, quien, de acuerdo con el comunicado, los heredó de su madre austríaca, quien a su vez los recibió de su tío abuelo Franz Romeo Seligmann -un físico vienés, historiador de medicina y antropólogo involucrado en la autopsia practicada en 1863-. El cuerpo de Beethoven fue exhumado varias veces para preservar sus restos y cambiar el lugar de sepultura.
“Me siento privilegiado de poder devolver los restos que heredé de Beethoven a donde pertenecen”, dijo Kaufmann. “No solo volverán a su casa donde Beethoven descansa para siempre, sino que estarán a disposición de La Universidad de Medicina de Viena para su investigación”.
De acuerdo a un estudio realizado por el reconocido investigador de Beethoven William Meredith, fundador de Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies en la Universidad de San José, los fragmentos comprenden dos partes grandes y once pequeñas piezas del cráneo que fueron conservadas en una caja, con el nombre “Beethoven” grabado.
El forense Christian Reiter examinó los fragmentos en el pasado y dijo en un comunicado que cree que la procedencia es creíble pero que “más investigaciones basadas en ADN se realizarán para acercarse a la pregunta de si pertenecen realmente a Ludwig Van Beethoven”.
Beethoven nació en la ciudad alemana Bonn en 1770. Compuso más de 700 obras, incluidas nueve sinfonías, 35 sonatas para piano y 16 cuartetos de cuerda. Es mayormente conocido por la Novena Sinfonía, la Sinfonía No. 3 y la sonata para piano Claro de Luna, entre otras. Siendo muy talentoso desde la infancia, comenzó a quedarse sordo a sus 30 años, una tragedia que él mismo documentó.
“Me vi obligado de joven a aislarme, a vivir en soledad”, escribió en una carta a sus hermanos en 1802 sobre su pérdida de audición, agregando que sus problemas de salud lo hacían anhelar la muerte. “En cuanto me muera si el Doctor Schmidt sigue vivo pídanle a mi nombre que describa mi enfermedad y que adjunte este documento a mi historia clínica para que el mundo se reconcilie conmigo luego de mi muerte”.
Beethoven sufrió varias enfermedades a lo largo de su vida adulta, incluyendo problemas gastrointestinales e ictericia. Una autopsia reveló que tenía cirrosis hepática, pancreatitis e inflamación del bazo.
A principios de este año, un mechón de pelo del compositor fue estudiado por investigadores internacionales. El ADN permitió detectar una predisposición genética a las enfermedades hepáticas y rastros de hepatitis B, que podría haber contribuido a la cirrosis.
El tratamiento médico era limitado en el siglo XIX, pero los biógrafos han debatido sobre la causa de muerte de Beethoven a sus 56 años; si la enfermedad hepática fue consecuencia del consumo de alcohol o tuvo otra raíz.
“Beethoven siempre fue descripto como un genio…. con quien otros tienden a ser juzgados”, observó Laura Tunbridge, musicóloga de la Universidad de Oxford y autora de Beethoven: A Life in Nine Pieces, dijo a The Washington Post por mail.
Es lógico que los estudios de su cráneo atraigan el interés general hoy, dijo. “Entender cómo funcionaba una mente tan creativa, o al menos, tratar de entender, sigue siendo fascinante. La vida personal de Beethoven era complicada. La pérdida de audición dificultaba la vida social”, agregó Tunbridge. Encontrar respuestas a sus dolencias puede ser difícil, pero hay mucho que se puede deducir al escuchar su música. “Siempre hay más para conocer”, aseguró.
Fuente: The Washington Post, La Nación.