El rock, visto desde hoy, es una música de fusión que a fuerza de popularidad tomó vuelo propio. Desde la mitad del siglo pasado hasta hace unas semanas nomás fue la banda de sonido de los jóvenes, de edad y de alma. Si bien para los chicos hoy es la música de sus padres, la actitud rocker sigue siendo rupturista. De manera que hay mucho rock en todos lados. Siempre que un pibe se exprese de algo grande entre acordes y armonías habrá rock.
El gran aporte que tuvo el rock a la cultura de masas fue que por primera vez el que estaba arriba en el escenario era igual al que estaba abajo.
Durante décadas estos nuevos sonidos evolucionaron reflejando épocas, modas y eventos relevantes. Cada vez con más público.
Básicamente el rock es la fusión del blues, el country y el jazz, eso ya ha sido hablado infinidad de veces. Tomó del blues los tres tonos elementales y la desgarrada forma de cantar. Ya no había que ser un crooner para estar al frente de una banda, con saber subirse a lo que estaban tocando alcanzaba. Quiero decir que tipos como el genial Gene Vincent hacían letras adrede incomprensibles, “Be bop a lu la” es un gran ejemplo de lo que digo. Mismo John Lee Hooker, el enorme bluesman, ha hecho canciones antológicas solo murmurando algo, “Boom Boom” es uno de sus grandes éxitos y el estribillo empieza y termina diciendo Boom Boom. El mensaje se entendía igual. Siempre.
Manal en vivo, Jugo de tomate frìo
Del country tomó la velocidad y el riff, que es lo que se repite en toda la canción. Un par de compases que no dejan de sonar de comienzo a fin. “Satisfaction” de los Rolling Stones es el mejor ejemplo de esto. Por algo también, desde ahí a Keith Richards se lo apoda Keef, él es el rey eterno del riff.
Del jazz tomó el virtuosismo. Al ser una música elemental, la diferencia en el rock la hace la destreza y el buen gusto del solista, sea guitarrista, pianista o cantante. También la estructura musical: las primeras bandas de rock and roll, como los Comets de Bill Halley, estaban estructuradas como una big band de jazz. Por otro lado, el trio de piano o guitarra, contrabajo y batería era una formación clásica del jazz también.
Aquí me detengo.
El trío de rock desde sus comienzos fue la piedra angular del movimiento.
Elvis Presley tocaba con un trío de guitarra, bajo y batería, aunque al estar él cantando ya sería un cuarteto. Chuck Berry tocaba en trío. Jerry Lee Lewis tocaba en trio con el piano. No muchos más.
Willy Quiroga, Ricardo Soulé y Rubén Basoalto: desde Quilmes, en los albores del rock, llegó Vox Dei
Es que en un trio los tres integrantes tienen que tocar. Tocar bien, ser precisos, no hay margen de error. Obviamente, cuantos más son en escena, más respaldados tocan. Al ser tres nomás, la interacción entre los músicos depende más del aceite que del combustible.
Ahora. Cuando el aceite es abundante y la nafta es de avión, el trío se empodera. Se hace poderoso. Ahi ya se habla del Power Trio.
En el rock argentino, la tradición del power trío está desde sus comienzos.
Hoy hace como diez años que no aparece ningún power trio. El último que surgió fue Eruca Sativa, que se formó en 2007. De ahí en más, ningún trío tomó la posta.
El anillo del Capitán Beto, Invisible
El primer power trío rocker fue Cream. Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker. Todos de 20 años, aunque ya tenían referencias impresionantes. Habían sido parte de los Bluesbreakers de John Mayall, de la Graham Bond Organisation y de Yardbirds, lo más destacado del blues inglés. Además, los tres habían sido votados como los mejores en sus respectivos instrumentos en las encuestas de las revistas. Eran amigos entre ellos. Fueron un escándalo, después de los Beatles, los británicos más influyentes en el resto del mundo. Formados en 1966 no duraron mucho, pero aún hoy escuchar sus discos y conciertos es fundamental para entender todo lo que sucedió después.
También de esos días, unas semanas más tarde digamos, aparece en USA The Jimmy Hendrix Experience. Jimmy, Noel Redding y Mitch Mitchel. Tres marcianos aún hoy invictos. Nadie se les acercó jamás. Hendrix lleva más de 50 años en el mundo de los invisibles, pero siguen saliendo discos de ellos, el último “Both sides of Sky” parece grabado ayer.
Pomo Lorenzo, Pappo y Machi Rufino, la formación que grabó Pappo’s Blues Vol. III
Ese extraño fenómeno de las ediciones post mortem se debe simplemente al hecho de que como Jimmy Hendrix no escribía música, cuando se le ocurría algo lo grababa en su portaestudio propio, así que hay miles de horas aún sin desmenuzar, porque el tipito tenía ideas brillantes cada 15 minutos.
En nuestro rock vernáculo, el primer trío conocido, trascendente, fue Manal. Al principio se iban a llamar Ricota, por Cream, pero después se decidieron por Manal. Liderados por Javier Martínez desde la batería, compositor genial y cantante inconfundible, con Alejandro Medina bajista único y el gran Claudio Gabis en guitarra, marcaron al blues argentino de manera indeleble. Surgidos en las noches del Instituto Di Tella, poesía urbana de alto vuelo que se hizo tan popular como para hacer bandas de sonido para películas o llenar teatros junto a Almendra y Los Gatos de Litto Nebbia, abriendo las ventanas por las que todos los demás grupos de rock hacían sus entradas triunfales al movimiento cultural juvenil más importante del siglo pasado. No solo aquí en este pintoresco país, sino en el mundo occidental todo, el rock era lo que unía a los jóvenes. Manal nació como grupo en 1968 y duraron un par de años, nada sería igual después de ellos.
Edelmiro Molinari, Rinaldo Raffanelli y Oscar Moro, Color Humano, el trío más surrealista del rock vernáculo
Un año antes, en 1967, en Quilmes se formaba Vox Dei, aunque eran cuatro y se llamaban entonces Mach 4, terminaron siendo tres, Ricardo Soulé, Willy Quiroga y Ruben Basoalto. Recién grabarían su primer álbum en 1969. Ese disco tenía “Presente ( El momento en que estás)” que rápidamente se convierte en un gran éxito lo que les permite encarar la grabación de su obra más trascendente, “La Biblia”, obra que los pone en la cima de la montaña más alta para el joven público que empieza a llenar salas y clubes para verlos en vivo.
Así que la década iniciática del rock generó dos tríos que con distintos destinos aún hoy suenan en las radios.
Una joya rescatada del arcón del rock argentino: Invisible (Luis Alberto Spinetta, Pomo Lorenzo y Machi Rufino -los dos últimos alejados de Pappo-) en vivo en el teatro Coliseo de 1975. A pesar del tiempo, el lanzamiento de este año fue este trabajo
Llegando a los hermosos ‘70, el rock argentino crecía como un árbol. Había dos que se destacaban en el favor popular de los chicos, Spinetta que venía de cancelar la experiencia Almendra para armar Pescado Rabioso y Pappo Napolitano que ya había estado en Los Gatos y en Los Abuelos de la Nada.
Pappo arma entonces Pappo´s Blues en formato trío, graba el primer disco con Lebón y Black Amaya, después graba el segundo con Black y Carlos Pignatta. Pero sería el tercer volumen el consagratorio, con el tándem de otro ex Abuelo en batería, Pomo Lorenzo, y Machi Rufino en el bajo.
Así llegamos a 1973, con Pappo´s Blues en el cenit creativo que definitivamente colocaba al blues en el mapeo joven, y con Luis Alberto que disolvía Pescado Rabioso dándole el toque final nada menos que con Artaud, obra justamente realizada en plan trío con Gustavo Spinetta en batería y Emilio Del Guercio en el bajo.
Los dos discos más importantes del momento eran obras de trios. Mas curioso aun es que el próximo grupo de Spinetta es otro trío, Invisible, nada menos que con Pomo y Machi, que habían dejado a Pappo uniéndose al nuevo proyecto Spinettiano.
G.I.T. (Guyot, Iturri y Toth), un trío que siempre fue asociado con el sonido de The Police y tuvo un gran éxito en América Latina durante los ’80
La influencia de invisible data hasta nuestro tiempo. El lanzamiento del disco que tiene un concierto de Invisible en el teatro Coliseo en el ´75, hace un mes, fue hasta ahora el lanzamiento discográfico del año con un gran reconocimiento de crítica y público.
Podríamos sumar a Color Humano también, como no. Otro desprendimiento de Almendra. Edelmiro Molinari tomó una canción suya de Almendra para darle nombre al trío más surrealista del rock argentino. Eran Edelmiro, Rinaldo Raffanelli que venía de Sui Generis al bajo y el ex Los Gatos Oscar Moro baterista. Un par de long plays ya clásicos hoy, y canciones como “Mañana por la noche” y “Silbame cabeza” los ponen en el Olimpo de nuestros maravillosos tríos eternos.
Y llegó la dictadura, a la mierda todo.
Daniel Melero, líder de las sucesivas formaciones de Los Encargados, el puntapié del tecno en nuestro país y gran colaborador de Gustavo Cerati. «Trátame suavemente», uno de los grandes hits de Soda, es de su autoría
Hasta que los 80´s amanecieron. Tampoco hubo muchedumbres de trios, más bien pocos, pero siempre referenciales para todos los otros.
El rock argentino ya era mayor, en parte por estos tres tríos que dominaron la escena ochentera: Soda Stereo, GIT y Los Encargados.
Deben haber sido más, pero estos 9 tipos se las arreglaron para hacer la banda de sonido de todos los bienpensantes de esos tiempos. Con propuestas que eran bien diferentes, aunque ellos tenían bastante en común.
De mùsica ligera, Soda Stereo
Este podio comienza con Los Encargados, brillante trío encabezado por Daniel Melero, tecladista, compositor y productor de grandes músicas y artistas luego de este comienzo auspicioso. Acompañaban a Melero Hugo Foigelman y Alejandro Fiori, juntos graban una biblia tecno llamada “Silencio”, que incluía la versión original del éxito de Soda Stereo “Tratame suavemente” de Daniel Melero. Los Encargados siempre fueron Melero y dos más. Entre esos dos mas también estuvieron Mario Siperman que después fue a los Fabulosos Cadillacs hasta hoy mismo, Luis Bonnato y Sergio Mariani.
Ellos fueron los primeros héroes tecno pop, nada menos.
Sin dudas, Soda Stereo (Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio), fueron la gran banda de rock en Argentina y América Latina durante dos décadas, que luego de su reunión se extendió en el tiempo FOTO NA
GIT eran Pablo Guyot, Willy Iturri y Alfredo Toth. En Banana se juntaron Guyot y Willy, y Charly Garcia los arrimó a Alfredo Toth. Fueron la banda de Raúl Porchetto en Metegol y luego tocaron con Charly en Clics Modernos y Piano Bar, hasta que Charly toma otro colectivo dejando a los tres en la parada adecuada para subirse al bondi del éxito discográfico. Eran tiempos de Police, el gran trío del post punk. GIT fue nuestro Police, sonidos crudos, letras elevadas, fuerte presencia escénica. Ellos juntaron experiencia y experimentación, con resultados desiguales, pero siempre para adelante.
Pero sin dudas el gran trío del rock argentino fue Soda Stereo: Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. ¿Qué podría decir? ¿Que escribiría que no se haya escrito ya? Todavía están los ecos del regreso de Soda Stereo sin Gustavo girando por toda latinoamérica y terminando en Buenos Aires.
Divididos, la aplanadora del rock, cuya formación más emblemática fue con Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Federico Gil Solá (Verónica Guerman / Teleshow)
Ya los 90´s fueron pródigos en power tríos. El grunge nos daba a Nirvana, que terminaron ya sabemos como. Pero por acá vimos nacer a los ex Sumo Ricardo Mollo y Diego Arnedo, que se unen a Gustavo Collado de La Sobrecarga convertidos en Divididos.
Una aplanadora sónica y brillantes compositores. Sacan “40 dibujos ahí en el piso” y otra vez nada será lo mismo. Eran tres pero si cerrabas los ojos en sus shows, parecían 20 en el escenario. Dos adjetivos recuerdo que eran los más escuchados en sus presentaciones: increíbles y Asombrosos.
Aún hoy son lo mismo.
El otro trío que dominó la década al principio fue el nuevo grupo de Spinetta, Los socios del desierto, formados por Luis, el Tuerto Wirtz de San Nicolás y ex baterista de muchas bandas rosarinas como las de Juan Carlos Baglietto y Fito Paéz, y el bajista Marcelo Torres. Una usina creativa, very power, quizás el Spinetta mas power desde los tiempos de Pescado Rabioso. Tal vez porque venía de unos años de ostracismo motivados por una alta exposición que jamás había buscado. Recuerdo al Luis de esos días comentando que había empezado a ensayar con el Tuerto y Marcelo sin un objetivo a la vista, sin contrato con ningún sello cerrado y sin shows pendientes, contaba que les dijo… “comencemos a tocar en este desierto que me rodea”. Unos meses después sus videos eran de alta rotación en los canales MTV y Much Music.
Catupecu Machu, una de las bandas de los ’90 y la primera década de este siglo
También se destacaron otros dos tríos contemporáneos a Divididos y Spinetta y Los socios del desierto. Son Catupecu Machu que se hicieron conocidos cuando los hermanos Gabriel y Fernando Ruiz Diaz se unen al baterista Abril Sosa y editan independientemente en el 97 “Dale”, llamando la atención de toda la cofradía rocker.
Y por otro lado llegaba A.N.I.M.A.L., metaleros. Ellos eran Andrés Gimenez, Corvata Corvalan y el inolvidable Martin Carrizo. Compartieron escenarios con Pantera, Sepultura y Slayer, entre otros.
Así llegamos al nuevo milenio. Y los tríos parecen haber quedado en stand by. Pero es destacable la consagracion en escenarios mayores de Airbag, la banda de los hermanos Sardelli, Gastón, Guido y Patricio, que tomaron el camino que va desde la música clásica y el tango al rock. Graban su primer disco en 2004 y hoy son cabeza de cartel en festivales internacionales.
Fuera o más allá, Eruca Sativa. El último de los grandes tríos, integrado por Lula Bertoldi, Brenda Martin y Gabriel Pedernera
Pero sobre todo es para festejar la auspiciosa aparición de Eruca Sativa, desde Córdoba llegaron Lula Bertoldi, Brenda Martin y Gabriel Pedernera, guitarra, bajo y batería. Enseguida llamaron la atención de radios y canales de televisión musicales por su refinada potencia. Graban en 2008 un EP en Córdoba para después encarar su primer álbum “La Carne” que los suma a los grandes grupos que disfrutamos en la actualidad.
Desde allí nada más, ningún trío, power, acústico o electrónico se entrevera en la gran liga nacional. Habrá que seguir esperando, porque como quedó demostrado, nada como un buen trío para abrir las nuevas puertas de la percepción. Eso decía Jim Morrison, que era acompañado por un trío llamado justamente The Doors.
Fuente: Infobae