Ya asentado en Buenos Aires, “El Maestro” revela en exclusiva cómo es para la industria musical y del entretenimiento enfrentarse a una crisis sin precedentes.
A lo largo de su ascenso para convertirse en el padre fundador de la escena house underground de la música electrónica, el nombre Hernán Cattáneo se convirtió en sinónimo de dedicación, pasión y un compromiso inquebrantable
“Lo que Maradona fue para el fútbol, él lo es para la música dance”. Esa es la analogía que el reconocido DJ y productor británico Paul Oakenfold usa para referirse aél.Es que Hernán Cattáneo es el primer DJ superestrella de la Argentina, un pionero. Hipnotizado por la música desde la infancia, supo transformarla en su profesión, oficio y destino: hoy es nada más ni nada menos que el mayor exponente de música electrónica hispanoamericano y uno de los DJs más conocidos del mudno.
A lo largo de su ascenso para convertirse en el padre fundador de la escena house underground de la música electrónica, el nombre Hernán Cattáneo se convirtió en sinónimo de dedicación, pasión y un compromiso inquebrantable para defender una calidad musical única que es difícil de definir, pero que se reconoce al instante como su sonido característico.
En más de treinta años de carrera y con quince pasaportes, tomó cerca de tres mil aviones para hacer unas seis millones de millas. Tiene diecisiete mil horas en cabinas haciendo bailar a decenas de millones de personas en alguna de las trescientas ciudades que visitó con sus shows. Desde discotecas y festivales hasta iglesias, desiertos y aeropuertos, fueron algunos de los escenarios que lo vieron dejar un legado personal y transformar la música electrónica de una vez y para siempre.
Luego de consagrarse en Netflix con su documental Connected, el prestigioso disc jockey redobla la apuesta y presenta El Sueño del DJ, un relato en primera persona que abarca su vida desde su infancia, y un ejemplo de cómo su pasión por compartir música y cumplir sus sueños lo llevaron hasta convertirse en uno de los protagonistas de la élite global de DJs. “Al principio, me pareció que un libro me iba a quedar un poco grande. Sé que soy un DJ con una buena carrera internacional pero no me parecía suficiente justificativo como para escribir un libro. Temía caer en la categoría de las personas que en algún momento de su vida escriben un libro y que para mí no deberían hacerlo. Después pensé: ‘Tengo 40 años de carrera y 20 de ellos no fueron para nada fáciles, acá hay una historia’. El libro cuenta la vida de un DJ -aunque podría ser la de un skater o un tatuador- que no la tuvo para nada fácil y terminó tocando en el Colón”, sostuvo en diálogo con este medio.
El oriundo de Caballito, comenzó a pasar música a los 12 años en el club de su barrio, el Club Italiano. Pero fue Alejandro Pont Lezica, el gran DJ de los 70 y 80 en la Argentina, quien con su música lo convenció sobre la profesión
Desde que tiene 6 años, la música forma parte de su vida. De niño escuchaba diferentes estilos influenciado por sus hermanas mayores fanáticas del progressive rock y si bien no tenía idea de lo que era ser DJ, invitaba a sus amigos a su casa para que lo escuchen tocar. “El plan era ese, los invitaba y les compartía la música que me gustaba escuchar a mí. En el fondo, es lo que hago”.
El oriundo de Caballito, comenzó a pasar música a los 12 años en el club de su barrio, el Club Italiano. Pero fue Alejandro Pont Lezica, el gran DJ de los 70 y 80 en la Argentina, hoy director de Radio Nacional, quien con su música lo convenció sobre la profesión. “Lo vi y me volví loco. Dije: ‘Eso es lo que quiero hacer con mi vida’”, explicó. Así dio inició a su carrera como disc jockey y se ofreció para tocar en fiestas de 15 y eventos sociales.
Sin embargo, no todo fue color de rosas para el joven músico. Su padre, hijo de inmigrantes pobres que lucharon para que él pudiera ir a la universidad y se convirtiera en un abogado, siempre estuvo en contra -no de la música- si no de que no estudiara una carrera tradicional. “Ahora que soy mayor entiendo perfectamente lo que le pasaba. Quería que me asegurara un futuro y en ese momento ser DJ no me lo permitía. Su negativa tenía cierta parte de razón. Desde mis 15 a mis 20 años fueron tiempos de mucha pelea con mi papá. Yo no quería ir al colegio siquiera. Afortunadamente se puso duro y me dijo: ‘Bueno, okey. Negociemos’. Me compró unos equipos a cambio de que terminara el colegio. Y funcionó”, recordó en una entrevista con este medio.
Su madre, por lo contrario, era una mujer de espíritu artista y siempre comprendió su pasión. Era traductora de inglés, francés y alemán, y tocaba el piano porque en su familia todos los hacían. “Empecé a trabajar en discotecas y me empezó a ir bien. Por más de que no era lo que mi padre hubiera querido, vio que podía tener un trabajo y una vida decente. Tampoco le habrá causado mucha gracia es que yo de tan chico me volviera loco por algo que ocurría de noche”, dijo el DJ.
A menudo el disc jockey es reconocido por su constante defensa de los artistas y sellos emergentes. Con sus sets, su sello y su podcast semanal busca destacar el talento de la próxima generación
Canciones largas, cuanto más climáticas, voladoras y ambientales mejor. Nunca le gustó la música violenta, ni el heavy metal ni el hard rock. Cuando intentaba sorprender a sus amigos, poníaI Robot,uno de los primeros discos de Alan Parsons, que había sido ingeniero de sonido de Pink Floyd. El lado oscuro de la lunaera para él “el promedio perfecto, la quintaesencia de la música, y hasta la tapa era un imán”.
En muchas ocasiones, Cattáneo sostuvo que “más que un estilo de música, el progressive es un estilo de poner música, una especie de filosofía detrás de la mezcla y la construcción de un set”. “Desde muy chiquito me gustaba el rock progresivo, algo muy mántrico. De hecho, si escuchás mi música hay muchísimos denominadores comunes. Yo obviamente no inventé nada. Lo que hice fue ir adaptando en la música electrónica todo lo que a mí me había gustado en la música anterior. Casi todos los discos que habían sido importantes para mí, empezando por los que nombré recién, son discos que tienen intro, se toman su tiempo y van despacio. Cuando crecí llevé esa idea a mis sets de DJ”, contó durante la entrevista con Infobae.
“Soy de los que disfruta mucho una película de Tarantino o Scorsese que dura tres horas -continuó-. Me gusta que las cosas lleven tiempo, vayan despacio y tarden en desarrollarse. Cuando uno construye un set lo que hace es tomar muchísimos ladrillos propios y ajenos, como para construir una gran casa. Hoy tengo muchísima más habilidad para elegir cuáles son los mejores ladrillos para construir la mejor figura o edificio”.
Trabajó en la discoteca Pacha hasta que un día, quien en ese momento era el DJ número uno del mundo, Paul Oakenfold, lo vio tocar en Argentina y le ofreció irse de gira con él, algo impensado para cualquier hispanoamericano. En ese momento no había DJs argentinos girando por el mundo. Los únicos disc jockeys que giraban eran los ingleses o los estadounidenses. “Luego de un show en el que toqué como opener de Paul, se me acercó y me agradeció por lo que hice. Tres meses después, llamó a mi manager para que me fuera de gira con él y me fuera a vivir a Londres. Supuestamente lo iba a hacer por 6 meses pero terminé volviendo a la Argentina 15 años después”.
No todo fue color de rosas para el joven músico. Su padre, hijo de inmigrantes pobres que lucharon para que él pudiera ir a la universidad y se convirtiera en un abogado, siempre estuvo en contra -no de la música- si no de que no estudiara una carrera tradicional
En 2013 Cattáneo y su familia se despidieron de Europa y se instalaron en Los Polvorines en una casa espaciosa y rodeada de árboles. Su plan familiar afectaba el laboral: iba a viajar menos para hacer base en Argentina y algo de eso lo consiguió, hasta que en abril de 2016 se interrumpió la alegría.
El festival Time Warp fue un momento bisagra y una catástrofe para toda la escena electrónica en Argentina: murieron cinco chicos y otros tantos fueron internados, y la música parecía haber sido la culpable de todo. “Esa noche yo estaba en Londres. Me enteré de lo que había pasado a la salida de un show. Me quedé con el teléfono en la mano y la mandíbula abierta. Fue un verdadero desastre”, cuenta Hernán en su libro de memorias.
Y agrega: “Aun cuando era una fiesta de techno alemán (un estilo musical del que nunca estuve cerca), consideré que como referente visible de un movimiento más amplio era mi responsabilidad responder frente a la tragedia. Pensé que así como iba a contento cuando me llamaban para hablar del ‘boom de la electrónica’, también en las malas había que poder dar explicaciones”.
El DJ recuerda que durante mucho tiempo estuvo muy mal de ánimo por las víctimas y sus familias, sintió mucha amargura, tristeza y leyó muchas mentiras. “Me acuerdo de que por esos días tuve una reunión de padres en el colegio de mis hijas, y cuando me presenté y dije que era disc jockey en fiestas electrónicas, algunos me miraron de manera sospechosa. La situación estaba demasiado tensa como para trabajar acá, así que volví a viajar los fines de semana por el mundo. Sentía bronca e impotencia. ¿Por qué yo tenía que esconderme si ni siquiera había estado en Buenos Aires esa noche?”.
Tanta erosión anímica le provocaban esos prejuicios, que el DJ y productor porteño se empeñó en subvertirlos. ¿Cómo? Mediante un concierto especial en el teatro Colón, que se realizó a comienzos de 2018 y cuya factura puede relevarse en Connected, un documental recientemente estrenado en Netflix.
“Yo estaba convencido de que si sacábamos a la música electrónica del contexto de la noche -que es donde están los problemas- y la poníamos en otro lugar, uno ‘seguro’ para los detractores, íbamos a poder demostrar nuestro punto. Porque la gente pensaba mal de la música electrónica y no es la música el problema. Y así fue, llenamos cuatro veces el Colón y tuvimos que hacer un show al aire libre para 40 mil personas. Yo no tengo nada en contra de lo que pasa a la noche, porque vivo de noche y no tengo ningún problema. Pero la gente a la que había que convencer tenía mucho preconcepto de lo que se trataba”, aseveró.
Sin dudas fue uno de los grandes hitos de su carrera. Primero, porque había logrado como DJ que la música electrónica llegara al escenario más emblemático de la Argentina. En segundo lugar, porque logró cambiar la imagen de los DJs y de la música electrónica. Y por último, porque a los 3 meses el Gobierno de la Ciudad lo declaró Personalidad Destacada de la Cultura.
En septiembre de 2019, el DJ fue galardonado por segunda vez consecutiva con el premio al mejor DJ del año en la categoría progressive house. Además es reconocido por su constante defensa de los artistas y sellos emergentes. Con sus sets, su sello y su podcast semanal busca destacar el talento de la próxima generación, conectando constantemente a la comunidad global y proporcionando una plataforma esencial que permite que brillen nuevas estrellas. “La escena del progressive house en Argentina siempre fue muy fuerte. Siempre hubo muchos y muy buenos productores que viajaban y sonaban por todo el mundo. Lo mismo pasaba con el deep house. Después, hay muchos estilos que aun no están tan representados a nivel mundial”, dijo.
– Viajaste quizá por todo el planeta y tocaste en algunos de los escenarios más míticos del mundo. ¿Cuál es tu relación con la Argentina? ¿Qué te genera pasar música para un público como el nuestro?
– El clima que se genera cuando los DJs del mundo vienen a poner música a nuestro país no se compara con el de ninguna parte del mundo. De la misma manera que sucede con el rock u otras escenas, los principales DJs internacionales aman venir a Argentina a poner música porque saben que acá se genera una atmósfera muy superior. Está sin ningún lugar a dudas entre los tres o cinco mejores lugares del mundo para venir a dar un show.
Los latinoamericanos, especialmente los argentinos, tienen mucho conocimiento musical y eso genera un clima especial. Desde los Rolling Stones hasta Madonna vinieron a filmar sus conciertos acá porque sabían que era donde mejores visuales de la gente pasándola bien iban a conseguir. En algunas partes de Europa sucede que las fiestas son muy buenas pro la gente no lo demuestra. Eso no quiere decir que les guste menos la música. Les gusta igual pero lo demuestran distinto.
Desde el 98 empecé a girar por el mundo y en el 2000 me fui a vivir a Inglaterra. Toda esa etapa de mi carrera, que fue la etapa internacional, cuanto más vivía afuera más me daba cuenta lo mucho que me gustaba la escena y el público argentino por más de que Argentina no fuera el ombligo de la escena mundial.
Cuando te convertís en algo como lo que me convertí yo, en un integrante de la escena global, Argentina es un lugar al que vas dos o tres veces al año como Nueva York, Australia, Japón o Madrid. También pasa que en Argentina las críticas son más fuertes que en otro lugar. Pero uno sabe que es parte de la argentinidad, por llamarlo de alguna manera. Así como es mucho más entretenido tocar acá porque los argentinos ponen mucho más entusiasmo en los shows, ponen mucho más entusiasmo en lo que no les gusta. En todo los argentinos somos más extremistas, más de ir a todo o nada. Pasa con el fútbol y con un montón de otras cosas. Afuera la gente lo toma más como un entretenimiento.
Tomo todo eso como un desafío que me hace ser mejor. Es decir, me sube la vara. Voy a tocar a Argentina y sé que van a haber pibes diseccionando mi set desde que empiezo hasta que termino, y más me vale no empezar con el mismo tema que empecé la semana pasada en Brasil porque se arma. A los que nos tomamos esto muy en serio, como yo, esto es algo buenísimo.
– Ante la ausencia de presentaciones en vivo, DJ sets y festivales de música electrónica por cuenta de la pandemia, ¿cómo sale la escena musical de esta crisis sin precedentes ?
– Lamentablemente los DJs no recibieron ningún tipo de ayuda de nada. La industria del entretenimiento fue la primera en cerrar y va a ser la última en abrir. Quizás a los que estamos mejor posicionados nos toca vivir una situación más fácil de llevar adelante, pero atrás nuestro hay una escena gigante a la que no. Afortunadamente, la tecnología ayudó para que de distintas formas se las arreglara para tocar. Se empieza a ver la luz al final del camino. En algunas partes del mundo empiezan a haber shows y crucemos los dedos para que en la segunda mitad de este año, más tirando al verano, los DJs puedan volver a trabajar.¿Qué vendrá después de todo esto? Yo no estoy en condiciones de anticiparlo. Seguramente las fiestas tendrán que cumplir nuevas normas y los festivales multitudinarios pensarán sus alternativas, lo único que tengo claro es lo que voy a hacer yo: lo mismo de siempre. Listo para llevar música a donde sea, por Internet, con protocolos, en playas, con nieve, festivales, barcos, discotecas, teatros, al atardecer o a la madrugada, durante seis, doce o las horas que me dejen tocar.
Fuente: Infobae