La portada de «Rock en español»
Hernán Panessi, en su libro “Rock en español (la guía definitiva: un mapa frenético y las bandas fundamentales)», de Ediciones Continente, aborda la obra de los mejores artistas del género que cantaron en nuestro idioma, desde las primeras bandas hasta los actuales, todos ellos con el mismo patrón de una lengua común y la misma intención renovadora.
Se trata de un recorrido por 15 países, donde el autor se sumerge en más de 140 bandas para comprobar que el rock iberoamericano no quiso imitar ni emular a nadie, logró una identidad propia y no temió mezclarse con géneros anteriores a su presencia, como el blues, el jazz, el góspel, el tango, el candombe o el folclore.
Panessi narró de qué se trata su obra, describió el rol del rock en plenas dictaduras en distintos países, el papel de la mujer en el género y hacia dónde va el movimiento.
– ¿Qué va a encontrar el lector en las páginas de “Rock en español”?
– Un libro muy divertido y con mucha data. Le va a gustar mucho a los melómanos, pero también a quienes tengan ganas de iniciarse en la historia del rock. Es un libro que arma una especie de cartografía del rock en español y que se mete en latitudes poco obvias, como el rock boliviano, paraguayo, peruano y ecuatoriano, lugares que tienen exponentes alucinantes. Y, también, me animo a decir que es el mejor trabajo que hice en mi vida.
– ¿Qué te motivó a sumergirte en la obra de más de 140 bandas? ¿Cuánto tiempo te llevó la investigación?
– Fue una propuesta loquísima en mi vida. Hace casi 15 años que laburo como periodista especializado en cultura joven. Siempre me tocó entrevistar a artistas de todo tipo, entonces tengo una cercanía con el rock. Además, desde los 15 años que voy a recitales. Y siempre compré revistas, discos y libros del palo. Un poco por ese perfil, la gente de Ediciones Continente me contactó para ofrecerme esta investigación. Y cuando me dijeron que, además, iba a salir también en España, no lo pude creer.
Estuve un año y medio investigando, leyendo, nutriéndome, trazando esa historia. Me volví completamente loco. Me obsesioné con los datos y también con la reescritura. En medio, me fui de vacaciones a Uruguay y no pisé la playa. Durante un año solo fue: libro, libro, libro. Mi pareja no me dejó de pedo.
Hernán Panessi (Crédito: Andrea Fischer).
– ¿Hubo algo que te llamó la atención en medio del trabajo en el libro y que quizás no te habías percatado antes?
– Sí, claro. A veces uno piensa que sabe de algo y, cuando investiga a fondo, se da cuenta que no conoce nada. A pesar de tener mucha experiencia, roce y archivo, me di cuenta de todo lo que me faltaba. Fui consciente de todo lo que hay que ampliar la perspectiva para encarar un trabajo así.
Te diría que lo que más me sacudió fue el vínculo del rock con la sociedad. Cada país tiene su rock, cada lugar tiene su lectura, cada momento tiene su vértigo. Esa ligazón estrecha entre lo que pasa en el rock y la propia historia de la humanidad fue lo que más me flasheó. Y, también, darme cuenta que el rock no es solo un género musical, sino un movimiento mucho más grande.
– Los primeros discos y experimentos en español fueron grabados cuando Los Beatles aún seguían en actividad. ¿Su influencia fue clave, no solo en nuestro rock, sino también en todo el rock de habla hispana no?
– Los Beatles estaban pisando los escenarios y acá se grababa “El Rock del Tom Tom”, de Johny Tedesco. Eso es un flash. El rock en español parte un poco como emulación y después como reversión. Y, después, obvio, le mete su propia lectura e interpretación. Los Beatles siempre fueron una inspiración. Y más con la perfección de su simpleza. Además, fueron algo que saltó géneros y fueron un fenómeno de orden cultural: prácticamente democratizaron la idea del nacimiento de la cultura joven. Imposible no tomar su potencia como inspiración. Una inspiración que no necesariamente fue de forma, pero sí de fondo.
– ¿Qué papel ocupa el rock argentino dentro del abanico de artistas de habla hispana? ¿No hay dudas de su influencia no?
– Argentina ocupa un lugar muy importante. No es por chauvinista ni por patriotismo absurdo: es historia pura. El rock argentino es trascendental en la constitución de un ADN en español. Moris llegó a España y empezó una revolución. Ni hablar con Charly García tocando en Sudamérica y grabando en Nueva York. Y Soda Stereo convirtiéndose en la primera banda que gestó una audiencia regional. Sin Soda Stereo no hay rock argentino en México, ni en Chile, ni en Colombia.
Soda Stereo regó un sendero del que salieron cientos de bandas. La influencia del rock argentino no sucedió solo por sus letras, música y composición. Esa influencia se ve hasta en una cuestión actitudinal. Argentina puso rebeldía y desparpajo.
Soda Stereo
– Un aspecto interesante que remarcás en el libro es que, desde sus comienzos, el rock iberoamericano le dio espacio a las mujeres. Esas apariciones se dieron en un contexto fuertemente machista. ¿Cómo sobrevivieron a eso y qué le aportaron ellas al movimiento?
– Desde sus comienzos, el rock en español le brindó espacio a las mujeres. Si el primer disco de la norteamericana Joan Báez es de 1960 y el debut de la canadiense Joni Mitchell fue en 1969, las argentinas Gabriela (con disco homónimo, de 1971) y Carola (simple iniciático, de 1972) o la paraguaya Catunga Pereira (con andar rockero de la década del sesenta) constituyen una presencia femenina germinal dentro de un espacio históricamente criticado.
Hubo resistencia y machismo, pero también una temprana participación de la mujer. Grabaron en todas las épocas y, en la mayoría de los casos, siguen vigentes. En los ’80, Viuda e Hijas del Roque Enroll aportaron diversión. También, acá en Argentina están Fabi Cantilo, Hilda Lizarazu, Pat Pietrafesa, Claudia Puyó, Andrea Álvarez, María Rosa Yorio, María Gabriela Epumer y muchas más. La misma Patricia Sosa con La Torre. En España, Alaska fue la pionera de La Movida Madrileña. Sin ella no había absolutamente nada. Las mujeres son fundamentales en la historia del rock.
– Sin dudas que un momento histórico importante del rock en español fue cuando tuvo que convivir con las dictaduras en distintos países. El principal problema en esa época era la censura y la represión. Sin embargo, por ejemplo en Argentina, grupos como Serú Girán lograron subsistir gracias al uso de metáforas. ¿Ocurrió algo similar en otros países?
– Siempre que hubo una opresión ocurrió también una válvula de escape. Argentina tiene algunos ejemplos exquisitos, como Serú Girán. Artistas que entraron en una guerra retórica con sus censores. Esto también sucedió en Chile, Uruguay, España y en todos los países que pasaron por procesos dictatoriales.
Muchos artistas tuvieron que aferrarse al exilio para sobrevivir y otros plantaron cara desde sus lugares. Las metáforas de León Gieco y Luis Alberto Spinetta también inspiraron a otros jóvenes de otras latitudes. Esta respuesta corrosiva, combativa e ingeniosa convirtió al rock en un movimiento de resistencia.
Serú Girán
– ¿Cómo fue el proceso en España a partir de la muerte de Franco? Aquí hubo toda una liberación en los ’80. ¿Ocurrió algo similar allá?
– En España, después de años de malestar, los jóvenes se liberaron y enfrentaron un proceso de transformación social, cultural y económica. Como una olla a presión, la muerte de Franco destrabó un tendal de libertades: desde el uso de drogas recreativas hasta una sexualidad muchísimo más flexible y diversa.
Después de la muerte de Franco arranca lo que se conoce como La Movida Madrileña y más tarde, por llegar a otras latitudes, fue bautizado como La Movida. La incorrección juvenil fue el principal sostén de ese destape.
La Movida Madrileña fue una bocanada de aire fresco a una España que venía súper rancia. Sin Movida Madrileña no existirían bandas, cómics y películas que hoy nos encantan. Sin Movida no hay Almodóvar. Ni pop divertido en español. Ni tampoco existiría una noción moderna de cultura pop.
– La última pregunta es cómo ves el rock en español hoy. ¿Qué artistas o bandas te gustan? ¿Hacia dónde pensás que va el movimiento?
– De ninguna manera creo que el rock está muerto, como vaticinan algunos. Básicamente porque es un movimiento mucho más grande que un género musical. Por eso, Trueno se animó a decir: “Somos el nuevo rock and roll”. Él no dijo que “el trap venía a reemplazar al rock”, sino que de alguna manera estaban bebiendo del mismo lugar: el rock como una estampa, como el espacio para el jolgorio, el reviente, la experimentación, el flash. El rock como un modo de vida.
Por eso, también Duki se asume como rockstar y, en su momento, lo hicieron Pharell Williams o el basquetbolista Dennis Rodman. ¡Mirá si Trueno no va a decir que es rock cuando llena lugares, graba con los productores más zarpados, las marcas mueren por él, tiene mil clubes de fans y explota todas las plataformas! Pensá que, en su apogeo, hasta los floggers se asumieron como rockstars. Haciendo memoria, en su programa de TV decían: “Ser flogger es como ser un rockstar”.
Ya está: el rock no va a morir nunca. El rock es una estampa que vamos a besar siempre. No importa si es en inglés o en español. Lo que pasa es que hay olas: a veces está más en primer plano y a veces no tanto. Por eso, no tienen que asustar las hibridaciones. Ni el coqueteo entre géneros. Y los más viejos no tenemos que exigirles a los más jóvenes, sino acompañarlos. La ortodoxia nunca nos llevó a lugares mejores.
De las mezclas generacionales y estéticas surgen cosas alucinantes. Yo celebro que Wos toque con Ciro y Los Persas. Los jóvenes respetan la investidura del rock y no vienen a jubilarlo ni a palos. Cuando vi la foto de Duki con Adrián Dárgelos me puse contento: son dos capos y los dos entienden todo. Charly sigue vigente, Calamaro también. Fito este año sacó un discazo. Los Babasónicos están más finos que nunca. Cuando tocan en vivo, Los Fabulosos Cadillacs hacen los shows más épicos en la historia. Y si el género tiene mixturas con el reggae, el rap o la cumbia, celebro esa metabolización.
De las expresiones de los últimos años, creo que Chile siempre mostró una especial sensibilidad para el pop, como puede verse con Gepe, Francisca Valenzuela, Planeta No, Javiera Mena, Álex Anwandter o Denver. De España me gustan Los Punsetes, Love of Lesbian y Hinds. Y de acá, Él Mató a un Policía Motorizado, Bandalos Chinos, Mi Amigo Invencible y Usted Señálemelo.
Fuente: Infobae.