Atan solo meses de haber sido baleado e ingresado a una clínica de recuperación, Chano Moreno Charpentier volvió a subirse a un escenario. El músico dio inicio anoche a la primera de tres fechas con entradas agotadas en un Luna Park rendido que lo recibió con alivio, emoción y alegría. “¡Gracias! ¡Hermoso! ¡Qué linda noche, Buenos Aires! ¡Qué lindo de vuelta estar todos acá! Yo no lo puedo creer. Esta vida es loca y hermosa”, fueron las primeras palabras con las que el músico agradeció la cálida bienvenida.
En el antiguo palacio del boxeo, Chano demostró una vez más que lo suyo lejos está de tirar la toalla y que lo que lo salva no es la campana sino un micrófono y una canción. “Los que escribimos, somos autobiográficos, y yo no sé si lo mejor está por venir, pero a mí me conviene pensarlo así”, reflexionó después.
En este nuevo round, el exlíder de Tan Biónica cantó con los brazos en alto y comulgó con su gente, allí abajo. “Es un placer escucharlos cantar así”, diría hacia el final del show, para confiar a continuación: “Yo ahora voy a una habitación de hotel, solo, para prepararme para ir a Rosario (donde actúa mañana). No me interesa más nada que vivir esto. Espero que la hayan pasado bien, espero que haya valido la pena. ¿Valió la pena? ¿Valió la pena, de verdad? Gracias, amigos”, expresó conmovido.
Ante un estadio colmado, con unas cuatro mil personas que esperaban con ansias el reencuentro con su ídolo, Chano supo dar la talla. Y lo hizo con un repertorio de más de veinte canciones, en gran parte hits de la formación con la que alcanzó la fama tras el cambio de milenio y de su posterior producción como solista.
El cantante eligió un clásico para abrir el recital, que, a pesar de algunas quejas en relación al sonido, quedará en la memoria de sus seguidores: “Hola, mi vida”, de la banda que compartió junto a su hermano Bambi, invitado de lujo en la velada. Luego vendrían “Mis noches de enero”, también de la banda que lo tuvo como líder, “Sonatina en sí sostenido”, “Amor y Roma”, “La despedida al sol” y “Loca”.
Acompañado en el escenario de una formación de jóvenes intérpretes: Renzo Luca en la guitarra eléctrica, La Duke en teclados, Gero Peguino en batería, Agus Bragoni en guitarra eléctrica, Caro Conzoono en trompeta, saxo, charango y cello, y Milan en bajo, el cantante se mostró en todo momento agradecido. Tras los primeros temas, volvió a comunicarse con el público, entre el que se encontraban Jorge Lanata y su novia, la abogada Elba Marcovecchio. “¡Qué bien que los veo!”, expresó, y los presentes le devolvieron el elogio con gritos y aplausos.
“Imagínense que estoy un poco nervioso con esta situación. Lo primero que quiero es pedirles perdón, a todos, a mi familia… Les prometo que voy a cambiar, amigos”, expresó luego el músico. Y agregó: “Los que escribimos, somos autobiográficos. Cuando nos ponemos autocompasivos, nos ponemos en víctimas”. En el momento en el que Chano emitió esas palabras, ya terminando la primera parte del show, las luces que enfocaban al escenario y la escenografía habían cambiado para brindar un clima más íntimo. Tomado a su guitarra, continuó así al ritmo de “Claramente”.
La noche tuvo entonces quizás su momento más álgido cuando el artista invitó a “a la persona más importante” de su “vida”, su hermano Bambi Moreno Charpentier, a subirse al escenario. “¿Hacemos alguna? ¡Qué lindo, Bambi! ¿Te acordás? ¿No es increíble estar acá juntos?”, inició el diálogo Chano, mientras su hermano se acomodaba al teclado para encarar juntos “Obsesionario en La Mayor”. Entre canción y canción (vinieron “Arruinarse”, “La ensalada” y “Mis madrugaditas”), hubo lugar para el diálogo en familia y, antes de dar paso a “La otra manera” y a “Las cosas que pasan”, ambos se remontaron a 2014, cuando Chano estaba internado, sin contacto con el afuera, y pedía que, cuando lo dejaban comunicarse con Bambi al teléfono, le permitieran hacerlo con la guitarra en la mano para componer junto a su dupla. Planes, discos y shows se frustrarían entonces, hacia el final de Tan Biónica, pero los Moreno Charpentier entonces pensaban: “Siempre decíamos que nos sentíamos más vivos que nunca, cómo nos venimos sintiendo ahora”.
El Luna Park de pronto se oscureció y la multiinstrumentista Caro Conzoono descendió por las escalinatas que dividían en altura al escenario y dio paso a golpe de charango a la fusión de estilos condensada en “El doble”. Chano brillaba entonces bajo un abrigo espejado, para luego anunciar: “Hoy van a tener una sorpresa mía para cuando lleguen a su casa, van a tener una canción nueva en Spotify”. Se refería al tema “De su color”, al que puso voz junto a Dakillah, joven artista que lo acompañó en el escenario también en “El susto”.
Cuando al final del encuentro sonaron “Ella”, los resabios reggeatoneros de “Mecha”, el ardiente “Carnavalintro” y el himno de “Ciudad mágica”, el público bailó de pie, ignorando ya, como hacía buena parte del show, tapabocas y butacas, en lo que aparentó ser un retazo de vieja normalidad.
Chano cantó “Quarentina”, tema que presentó tras el episodio en el que estuvo en riesgo su vida, y habitó nuevamente la piel del frontman que supo ser en “La melodía de Dios”. Finalmente, se despidió entre saludos y con “Naistumichiu”.
Este Chano, el mismo pero ya otro, hubiese parecido un sueño hace apenas unos meses, cuando el 26 de julio pasado en su casa de Exaltación de la Cruz su madre, que estaba con él, pidió ayuda a una guardia psiquiátrica por el estado emocional en que se encontraba. Al no poder manejar la situación, el profesional que lo atendió pidió intervención policial y acudió el oficial Facundo Amendolara, quien al sentirse amenazado por el cantante, le efectuó un disparo, que luego obligó a realizarle una cirugía para extirparle parte del páncreas, el bazo y el riñón izquierdo y a suturarle una perforación del colon. Estuvo 18 días internado antes de ser trasladado a una institución especializada en adicciones.
“Yo no sé si lo mejor está por venir, pero a mí me conviene pensarlo así”, afirmó el músico en el recinto del viejo cuadrilátero.
Fuente: Cecilia Martínez, La Nación