Cecilia Szperling.
Soy la chica Mil Horas Y aparece un video que confirma algo que Andrés me dijo alguna vez : esta canción, bah…todas mis canciones son para vos.
Primero : Perdón Andrés.
Te dejé esperando bajo la lluvia en la esquina de mi casa de la calle Crámer, una eternidad. Cuando me encontré en un colectivo–veníamos de Beccar de lo de Pablo Aslan– y subió Karin Sorvik, una amiga que pronto sería la única mujer alta, rubia, una sueca del otro mundo, del grupo La Negra que hacía UORC en Cemento, los que luego derivaron en De la Guarda y Fuerza Bruta. Pero ya sin Karin. Ella hacía acciones radicales, iban en grupo y cuando el semáforo corta, se paran en la línea de cebra de Libertador y… vomitan! Frente a un público desconcertado. Vomitan, un vomito blanco al unísono y se van.
Karin sube al 60 zona norte y yo te doy la espalda, Andrés. Todo el viaje. Una perra!!! Quería cortarme sola.
Entré a la Escuela del Sol en 2do año y conocí a Andrés que estaba en 4to. Se me acercó con rulos, camisa cuadrillé y me dijo : Soy el chico Punk. Fue absolutamente encantador. Ese día volví a mi casa y les conté a mis dos hermanas, Mayor y Menor, que había conocido al Chico Punk. Decía que había que lavarse el pelo con Jabón Federal y me mostraba todas las caricaturas que hizo a los profesores. Dibujaba muy bien, estilo Robert Crump. Leía MAD.
Pronto me hizo un cassette con todo el rock nacional. Lo mejor de cada cosa. Fue mi educación en el rock, como diría la querida Hebe Uhart. Parte 1 y parte 2. Ahí aprendí nociones maravillosas como Hoy Nací o Una casa con diez Pinos. Fuimos a ver a Pappo a un teatrito con butacas de paño purpura a las 4 de la tarde. Me gustaba esa línea. Caminamos una calle sin hablar, Avenida Rivadavia!
Esa línea habilitó una relación de mucho caminar. Desde la escuela del Sol a su casa en Las Heras y Malabia (vivían otros amigos en un edificio un poco emblemático) o de la Escuela a mi casa o a dónde fuese. Recuerdos
Cuando la conversación llegaba a algo del amor, me evadía. Pero no me iba, por nada dejaría su compañía, su conversación, su sonrisa. Yo no podía hablar de ciertas cosas.
Escuché esos casetes en el auto de mi padre estacionado en el garaje de casa. Un auto que estaba paralizado, porque mi papá estaba tomado por un cáncer. Y yo leía a Poe, a Lovercraft, miraba dibujos de Max Ernst, leía Rilke y Lou Andrea Salomé, a Camus a Sartre. Era Pedro Páramo, o Pedra Páramo. Esos paisajes alucinados, eran espejo de mi estupor viendo el estómago de Padre creciendo con un Alien dentro.
Andrés me invita a un sótano en Corrientes, al lado de la Giralda. Tiene 16 pero está muy orgulloso porque es parte de Raíces, un grupo de rock de tipos grandes. Me invita emocionado.
Conozco a Celsa Mel Gowland y me dice Ah!, vos sos Cecilia! Y así varias personas del mundo rock, me miran y me confiesan que Andrés no para de hablar de vos. Y yo… soy un pollo mojado! Yoestoy mojada mil horas por la tormenta de la muerte.
Pero Andrés me desoculta. Ve esa mujer y la retrata.
No nos separamos por esos dos años. Todos los jueves íbamos al club de Jazz. Vimos juntos Encuentros cercanos de tercer tipo, y a Charly García. A veces se subía y se sentaba en el piano en conciertos de otros.
Cuando egresó nuestro vínculo siguió. Y me acuerdo una tarde en el salón gigante de mi casa que me dice que escribió una letra, No te enamores nunca. Ese momento fue muy alto emocionalmente. No te enamores nunca. ¿Así le estaba rompiendo el corazón? ¿Al punto de advertirle a los jóvenes que no había que enamorarse?
Luego en el Teatro sonó No te enamores nunca de aquel marinero Bengalí.
En mi casa madre recita Juana de Ibarbaourou, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni.
Él poeta A.C. estaba tapado. Pero mucho después ese poeta compuso las mejores canciones y alta poesía.
En un reportaje que les hice a Charlie Feiling y Luis Chitarroni, Charlie empieza a hablar de Andrés y de su amor imposible.
Dejemos acá, dije. Ya tengo suficiente para la nota. Y salí corriendo.
Editó: V.A. Especial para Clarín