Carlos Vives homenajeó a Rodrigo Bueno, a 21 años de la muerte del cuartetero, con una nueva versión compartida del hit «Soy cordobés».
El 24 de junio pasado se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Rodrigo, y Carlos Vives lo homenajeó sumando su voz a la versión de Soy Cordobés registrada por El Potro en una de las 13 presentaciones que había dado en abril del 2000, en el Luna Park, apenas dos meses antes del accidente fatal que protagonizó en la Autopista Buenos Aires-La Plata.
Y ahora, desde su lugar en el mundo, en algún rincón de Bogotá que él mismo bautizó Gaira, como la comuna ubicada sobre la Bahía del Rodadero de su Santa Marta natal, el artista colombiano canta la canción a viva voz agitando los brazos y con el rostro iluminado por una sonrisa de oreja a oreja.
La conexión del cantante que exportó al mundo su fusión de la cumbia y el vallenato con el pop y el rock con la música argentina no es nueva, como tampoco su admiración por figuras como las de Charly García, Luis Alberto Spinetta y Fito Páez, entre muchos otros, que ahora extiende al cuartetero.
«Porque así pega más, pega más, pega más…», cierra Vives la primera parte de la estrofa, y cuenta que el proyecto surgió de Walter Kolm, desde hace unos seis o siete años, en sociedad con Magenta. «Ellos me conocen, y saben cómo he ido conectando con la cultura argentina en la música», dice.
Carlos Vives clonó la estética de una presentación de Rodrigo para cantar a la par del cordobés. Foto Prensa
«El rock de mi pueblo»
Entonces, explica que hay mucha historia que une a la música de su país «con los cuartetos, de la región de Córdoba», hace foco en la influencia de las orquestas colombianas en la región y apunta al modo en que se reinventó un género.
«A mí siempre me apasionó eso, y especialmente cuando tomé la decisión de trabajar con mi música tradicional, de entender cómo podíamos inventarnos el rock de mi pueblo. Y eso es lo que vi en Rodrigo, un artista con una energía y una presencia escénica muy especial. Es un rock star», profundiza Vives.
-Aún cuando el ritmo no tiene nada que ver con el rock.
-Yo creo que el rock no es una palabra exclusiva de las corrientes convencionales del género, sino que en la música tradicional de vez en cuando aparecemos rockeros que, de alguna manera, encontramos un camino para nuestra música de raíz. Empezamos a buscar el rock más bien adentro. Es algo natural. Y eso se dio en Rodrigo.
Devoto confeso de García, Vives siempre hizo público su deseo de grabar alguna vez con el ex Sui Generis y Serú Girán, y pega un grito cuando se entera de que alguna vez El Potro y Charly coincidieron en el marco de un programa de televisión a comienzos de este siglo.
Y estalla en una carcajada interminable cuando se entera de que a la propuesta de Rodrigo de hacer un disco juntos, la respuesta fue :“No, Rodrigo… Hay límites”. «¡Jaja, qué vaina!!», exclama.
Carlos Vives define al Potro Rodrigo como un «rockero, dentro de su género. Foto Prensa
-Ahora que grabaste con Rodrigo, hay que ver si Charly acepta hacer algo con vos. ¿No te jugará en contra?
-Yo creo que, tal vez por mi manera de ser, por el lugar en el que nací y donde me eduqué, puedo conectarme y puedo entender y leer a Charly, y también a Rodrigo, en su autenticidad. Y puedo valorar de ambos esas esencias que los hacen artistas únicos.
Así tengan sus influencias, y les hayan gustado Los Beatles o lo que sea, al final lo que salió de cada uno de ellos es una cosas absolutamente auténtica y una cosa única. Como de Luis Alberto… Muchos de los roqueros argentinos deberían estar en el epicentro del rock mundial, por su autenticidad y por su música excelsa.
Y Rodrigo, en su género, también es una persona única, que debería ser mucho más popular en Colombia y en muchos lugares en los que las corrientes de la tropicalidad tienen un mercado natural.
Pero Charly sabe que soy un ‘caribe’ y que canto vallenato; pero que eso no me impide estar con él y cantar cualquier canción suya con el mismo amor que un caribe te puede cantar un vallenato, un reggae o una cumbia. Ellos me conocen y me quieren así.
Carlos Vives, un explorador del mundo anfibio en el que la cumbia hunde sus raíces más profundas y que se asume como un «caribe». /Foto Prensa
-Se supone que la esencia del rock, sobre todo si hablamos de Charly -y también de Rodrigo-, a veces incluye caminar por la cornisa. ¿Esa parte también la compartís?
-(Canta) «Yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo/yo también tuve alegrías y profundos desengaños/Yo también tuve 20 años y en mi vida florecieron/20 años que a mí llegaron, se fueron y no volvieron». ¡Jaja! Viví con mucha furia esa era del rock, cuando descubrí el rock argentino.
Yo pensaba que no me iba tocar, porque todos hablaban de Los Beatles y de muchas bandas que no me dejaban nada. Y cuando llegó ese rock, lo viví con demasiada furia. Y hoy Charly me quiere porque fui de los que iban a sus recitales a transpirar ahí abajo, y sacaba el letrero de Sui Generis y de Serú Girán.
Ellos saben que fui de esos. Entonces, hablo mucho del rock de mi pueblo porque, al final, escogimos el camino de reinventar nuestra música. Cómo antes había pasado con el rock and roll, que nació de cosas originales como unos blues, unas cosas celtas y otras… whatever. Tomamos ese camino.
Carlos Vives apuesta a la universalidad de las localías. Foto Prensa
El barrio siempre es el barrio
-¿Por qué elegiste Soy cordobés, que habla de cosa tan barriales, de equipos como Talleres, La Gloria, de Belgrano…? ¿No es más difícil cantar algo así si no sos de ahí?
-Para mí es muy fácil, conociéndolos y escuchando la música, poder intuirlos. Yo grabé La gota fría, y me dijeron que a nadie le importaba quién es Moralito ni dónde queda Urumita y todos esos pueblos de los que hablan los vallenatos que canté.
Y todavía quedan muchas cosas de esos pueblos que son personalizadas en mis canciones, en las que hablo de Bogotá o Santa Marta. Y tal vez es eso lo que me da más felicidad cantarlo.
(Vuelve a cantar) “Soy de Alta Córdoba dónde está La Gloria/O en Jardín Espinosa, a Talleres tú lo ves/Y, si querés, yo te llevo para Alberdi/donde están los Celestes/Mi Pirata cordobés”.
Yo puedo sentir el barrio, lo puedo presentir, puedo imaginármelo. Puedo imaginar a la gente. Entonces, eso lo que más me gusta: cuando la canción tiene un compromiso con su localidad, cuando la narra…
Lo que yo digo es que el músico colombiano es un músico estratégico porque, por su ubicación geográfica, tiene un pie en el caribe y el otro en los Andes. Nuestra música puede conectar con lo cubano, lo puertorriqueño e incluso con lo afroantillano o no sé qué. Pero tiene un pie derecho puesto en los Andes, en la cosa andina, la cosa indígena. En la del origen.
El fútbol y un amigo de la vida llamado Valderrama
El combo del homenaje de Vives se completa con el videoclip en el que el colombiano se «pega» al original del argentino, entre televisores de los que ya no se ven y escenas futboleras que completan el link entre ambos universos.
«Punta izquierdo de los que ya no existen», se define Vives, que cuenta que recuerda a haber visto pocos en su puesto, en su país. Habla de los hermanos Arango, de Waldir Cardoso Lebrego ‘Quarentinha’, a quien no llegó a ver sino a través de los ojos de su padre.
A quien sí llegó a ver, y sigue viendo, es a Carlos Alberto Valderrama, ‘El Pibe’, que además de llevar su mismo nombre, nació en el mismo lugar poco menos que un mes después que él. «Mi papá trabajaba en el equipo en el que trabajaba el suyo, así que somos amigos desde niños», cuenta.
Eso explica la presencia del ’10’ colombiano en sus canciones y en sus videos. Además de que, claro, fue para todos nosotros un orgullo de la localía samaria. «Precisamente, esta semana estoy viajando a Santa Marta para grabar un video de una nueva canción con los Montaner y con mi hija Lucía, y uno de los protagonistas del video es ‘El Pibe’«, cuenta Vives.
El futbolista será el encargado de mostrar las obras que la fundación Tras la Perla de la América el cantante está haciendo en su barrio. Entre otras, un centro de alto rendimiento que llevará el nombre del astro del fútbol colombiano, como un aporte al mejoramiento de la calidad de vida en la ciudad de Santa Marta y en su región de influencia.
El drama sin fin de Colombia
Para Vives, la crisis sociopolítica que vive su país es otro de sus focos de atención, en lo micro y en lo macro. Por un lado, el músico cuenta que está tratando de recuperar los 400 puestos de trabajo que mantenía activos en su Gaira, antes de que la pandemia obligara al cierre de su «Hard Rock latino».
Por otro, el artista apunta al eje an torno al cual debería girar el contrato social de la sociedad colombiana, hoy en día, que no es otro que plantear todas las cosas que no se han hecho y se han ido relegando durante muchos años.
Carlos Vives dice que no le entra en la cabeza la idea aceptar eso de que el que se va de su país es el que triunfa. Foto Prensa
«Al final, siempre siento como artista, y procuro que en mis canciones esté eso, que lo principal es la incapacidad de no poder reconocernos, eso de tener como diferentes pensamientos sobre Colombia, tener diferentes Colombias. No haber podido encontrado una Colombia que nos liderara a todos, que nos reconociera a todos», dice.
Y sigue: «Mientras haya excluidos, gente olvidada, es muy difícil que estas situaciones desaparezcan en una sociedad como la nuestra. Debemos buscar un vestido político que nos quede. Me encantaría que la gente se escuchara la gente. Hay mucha gente protestando, con mensajes importantes y urgentes».
Al fin de cuentas, de lo que habla Vives es de su decisión innegociable de seguir apostando a su tierra, y de su negativa a ver la emigración como un plan alternativo, como tantas veces es planteado, y hasta promocionado, con liviana facilidad en nuestro continente.
«Creo que los extremos siempre nos llevan a que esto se complique cada día más, y terminamos en violencia. Es histórica; pensamos que son 50 años y no; son 200 años y tanto», dice.
Y concluye: «Siempre he dicho que hay que cambiar eso de que el que se va es el que triunfa. Nos acostumbramos a decir que triunfó el que se fue. Pero a mí eso no me cabe en la cabeza».
Fuente: Clarín