Así lo contó en una serie de entrevistas de 1971 con su amigo Tony Glover, muchas de ellas a través de un intercambio de cartas que recién ahora salieron a la luz al ser publicadas en la revista Rolling Stone, con motivo de una subasta que se realizará el próximo 19 de noviembre.
Al ser consultado sobre los motivos de su nombre artístico, el mítico músico y Premio Nobel de Literatura 2016 explicó que había “mucha discriminación contra los judíos” en aquellos tiempos.
“Mucha gente tiene la impresión de que los judíos son simplemente banqueros, comerciantes y vendedores de relojes. Mucha gente piensa que los judíos tienen rabo, o se van a comer a tus hijas y ese tipo de cosas. Mucha gente piensa así, y hay que enseñarles las cosas de manera diferente”, escribió el artista en una de las respuestas enviadas a su interlocutor.
Dylan remarcó que el cambio de nombre le permitió “asumir un papel con más carácter” porque el neutralizar eventuales críticas discriminatorias le daba “libertad” para concentrarse en la música.
Pero el mayor mito derribado con esta aclaración fue el que afirmaba que el apellido Dylan era producto del supuesto amor del artista por el escritor Dylan Thomas, explicación que ya había esbozado hace algunos años en otra entrevista.
“No he leído demasiado de Dylan Thomas. No es que me viniera la inspiración leyendo una de sus poesías y me cambiara el apellido por Dylan. Si yo creyera que es tan grande, hubiera cantado sus poemas, y por la misma razón me hubiera podido cambiar el nombre por Thomas”, había aclarado.
En las cartas dadas a conocer ahora, el artista amplía la explicación al dar cuenta del proceso que lo llevó a rebautizarse como Bob Dylan, el cual se inició con un intento de presentarse bajo el mote de Robert Allen.
“Sonaba como el nombre de un rey escocés y me gustaba. Reflejaba mi identidad. Luego tuve la intención de cambiarlo a Robert Allyn, al toparme con un saxofonista llamado David Allyn. Sospeché que en realidad se apellidaba Allen, y que lo habría cambiado por Allyn porque resultaba más exótico e inescrutable. Yo haría lo mismo”, detalló.
Allí es donde afirmó que recordó al escritor y comenzó a pensar que Allyn y Dylan sonaban parecido si se pronunciaban rápido, pero que la inclusión de la letra D le daba “más fuerza”.
Y completó: “Al llegar a la ciudad de Saint Paul, Minesota, cuando me preguntaron quién era, contesté de forma espontánea: `Bob Dylan´. No habría funcionado si hubiera cambiado el nombre a Bob Levy o Bob Johnston o Bob Donut. Tenía que haber algo especial para llevarlo a esa dimensión adicional”.