Y sí… Parece que así como dicen que que no hay dos sin tres, en este caso no hubo tres sin cuatro, y una vez más, este sábado, Paul McCartney volvió a tocar en Buenos Aires -las visitas anteriores fueron en 1993, en 2010 y en 2016-, en un Campo Argentino de Polo colmado por las 60 mil personas que agotaron las localidades del predio varias semanas antes del nuevo desembarco del Beatle en tierra argentina.
Paul McCartney en el Campo de Polo. / Ricardo Gonzalez
Y una vez más, ‘Macca’ desplegó con los brazos levantados y pulgares arriba, a partir de las 21.11, esa envidiable energía con la que a sus 76 años sigue cautivando audiencias, en esta ocasión con su “Freshen Up Tour”, que tiene como excusa la presentación del álbum “Egypt Station”, que el músico lanzó en septiembre del año pasado, y que defendió con una movida prensa que llevó adelante con un entusiasmo más esperable de un músico que necesita darse a conocer y posicionarse en el mercado, que de alguien que marcó a fuego la historia de la música popular del siglo XX.
Para ello, eligió una formula imbatible, con el inigualable primer acorde “A Hard Day’s Night”, que anunció el inicio de la fiesta, alentada por la segunda gran ovación de la noche. La primera, por supuesto, fue la que le dio la bienvenida.
Paul McCartney, en Argentina. Foto: Ricardo Gonzalez
Enseguida, un paseo por los años de Wings, con “Junior´s Farm”. “Hola Argentina. Que buena onda. Buenos Aires. Estoy feliz de volver”, dijo a la multitud al terminar el tema. Después sonó «All my Loving» y, pegado, “Letting Go”, con el que arengó: “Fiesta en Buenos Aires”, y empezó un ida y vuelta con el público en el estribillo.
Los fans llegaron bien temprano. Fotos: Bonetto
Como en las ocasiones anteriores, McCartney, acompañado por su banda “de siempre” -Rusty Anderson, Brian Ray, Paul Wickens y Abe Laboriel Jr.- más una sesión de vientos, puso toda su simpatía al servicio de una conexión que alcanzó su punto de máxima intensidad desde el primer minuto del show.
Es cierto que su voz “ya no es la misma”, pero a quién le importa, cuando de lo que se trata es de refrescar ese idilio interminable con la leyenda de ese hombre que le lleva poniendo música a la vida de millones.
Paul McCartney en Argentina. Foto: Martín Bonetto
Paul McCartney en el campo de Polo ante miles de fans (Telam)
Por eso, porque se trata de seguir haciéndolo, es que después de “Letting Go”, llegó uno de los nuevos temas de Paul, “Who Cares” (“Por primera ves en Argentina”, lo presentó). Fue la mejor llave para un nuevo viaje a los ’60 de la mano de “Got to Get You Into My Life”. Apenas el aperitivo de un menú con varios platos, y el postre acostumbrado, por supuesto, a puro Beatles.
Este es un resumen del show:
Después de la entrada en calor del DJ Chris Holmes, con canciones de Paul y The Beatles mezcladas y listas para la pista, y del show de la argentina Victoria Bernardi, el escenario quedó vacío. Por un rato, entonces, las miradas se posaron en las pantallas laterales que mostraban imágenes de todas las épocas de Paul McCartney. Fotos en blanco y negro, fotos a color. Fotos del músico siendo un niño, acompañado de otros como él, retratos con The Beatles lookeados en los 60’s, cantando con George Harrison en sandalias, barbudo, sosteniendo a una de sus hijas. La vida del británico se veía proyectada y, debajo, los presentes buscaban un paralelismo con la propia.
El diseño cambió de psicodélico a industrial con muchas escalas durante la transición. Torres sin fin se intercalaron con fotos y dibujos hasta que el último diseño lleno de antenas como de TV digital y muchas luces, se vieron coronadas por un símbolo: el bajo de Paul McCartney. Y entonces sí, sonó «A Hard Day’s Night» y el artista dio comienzo a un show inolvidable de casi tres horas en el que no paró de hablar en español y de cambiar sistemáticamente de instrumentos. Así fue como se lo con su mítico instrumento, también se destacó con una guitarra electroacústica, un ukelele, una mandolina y un piano, entre otros.
El ex Beatle trajo a Buenos Aires su «Freshen Up Tour» a los 76 años y presentó su nuevo álbum Egypt Station. La banda que lo acompañó es la misma desde hace unos años: Rusty Anderson, Brian Ray, Paul Wickens y Abe Laboriel Jr. Además, un trío de vientos aportó brillo y fuerza a un repertorio impresionante.
«Hola, Argentina, qué buena onda. Buenos Aires, hola, estoy ‘felice’ (dixit) de volver«, dijo Paul en casi perfecto castellano. «Voy a tocar unas canciones viejas, otras nuevas y algunas del medio», continuó, esta vez en inglés. Cumplió a rajatabla la promesa, ya que se paseó por toda su discografía. «Junior’s Farm» y «Letting Go» (de The Wings) convivieron con los clásicos «All My Loving», «I’ve Got a Feeling» y «Got to Get You Into My Life» (de The Beatles) y «Who Cares», presentada como «una canción nueva, por primera vez en Argentina».
«Otra canción», dijo después, sin dejar de relojear el machete de costado. ¿Tendría palabras sueltas? ¿Frases completas? McCartney avisó que iba a tratar de hablar en español y la remató cuando contó que aprendió el idioma cuando tenía 11 años en su Inglaterra natal. «Tres conejos en un árbol tocando el tambor, que sí, que no, que sí lo he visto yo», recitó ante las risas y los aplausos del público.
También en castellano comentó: «Escribí esta canción para mi hermosa esposa Nancy, ella está acá con nosotros esta noche». Así, arrancó con «My Valentine» (de su disco «Kisses on the Bottom», publicado en 2012) mientras en la pantalla de la parte posterior del escenario, Natalie Portman «hablaba» en un videoclip mediante lenguaje de señas. Hasta se festejó como un gol cuando se levantó de la banqueta, abandonó el piano y formó un corazón con las manos.
Al rato, una cortina metálica bajó y dejó el escenario a la mitad. Se generó un clima más íntimo. «Esta es la primera canción que grabaron los Beatles», comentó y enseguida se escuchó «In Spite of All the Danger», de The Quarry Men, la banda que resultó el germen de lo que luego serían los «Fabulosos Cuatro». Antes de dedicar «Here Today» a John Lennon, la banda interpretó hitazos como «From Me to You», «Dance Tonight», «Love Me Do» y «Blackbird» («Esta canción es sobre derechos civiles» dijo, también en español). Durante esta última, comenzó a cantar mientras se elevaba su porción del escenario por varios metros encima del suelo. Fue entonces cuando su plegaria y su canción pudieron ser oídas por todos. Un mundo se dibujó en la tarima y Paul continuó: «Escribí está canción para mí hermano John. ¡Arriba John!». Finalmente la cortina se levantó, el escenario volvió a estar como al principio y McCartney se acomodó nuevamente en la banqueta frente al piano.
«Lady Madonna» funcionó como homenaje, mientras en la pantalla del piano se proyectaban fotos de mujeres, atletas, patinadoras, campesinas, algunas con sus bebés, hasta una foto de la inolvidable Linda Eastman (su primera esposa), junto a las hijas que tuvieron en común. En plan clásicos, continuó «Eleanor Rigby» y una sentida versión en voz y ukelele de «Something», «dedicada a mi amigo George». No hizo falta aclarar que se refería a Harrison. Luego sonarían «Being for the Benefit of Mr. Kite!», «Band on the Run» y la divertida «Ob-La-Di, Ob-La-Da». La potencia de «Live and Let Die» también dio lugar a los primeros fuegos artificiales y antecedió a la enérgica «Back in the USSR». Con «Hey Jude», la comunión fue completa. Paul dividió al público entre hombres y mujeres, cada uno cantó su parte y al final «todos juntos».
«Llegó el momento de irnos», aclaró Paul y le agradeció a la persona que se había ocupado de las luces, al señor del sonido, a quienes calificó como «el mejor equipo del planeta». Luego se refirió a su «banda fantástica» y dio un reconocimiento público a quienes se bancan acompañar a un beatle y hacer las veces de «reemplazo» de la escudería más famosa del planeta.
«Ustedes son grosos, copados, nos vemos la próxima», dijo Paul en español. Tiró flores para todos lados y dejó el recuerdo de un show sin fisuras. El final fue completamente beatle: «Birthday», «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band», «Helter Skelter», «Golden Slumbers», «Carry That Weight». Menudo guiño: «The End», del disco Abbey Road de 1969, el último tema que grabaron juntos Paul, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, también fue el elegido para cerrar la noche del sábado. Se fueron las canciones y quedaron los fuegos artificiales, el papel picado y la sensación de que haber estado cerca de un beatle y volver a contar con la bendición de su música es un milagro.
Fuente: Clarín e Infobae.