Corría el año 1965, Ramón Ortega estaba por filmar su próxima película y su compañera femenina aún no estaba definida. Él ya era Palito, venía de protagonizar varios éxitos en el cine y su carrera en la música había despegado: era una de las figuras de El Club del clan. “Encontré la cara, ya tengo a tu primera novia”, le avisó Enrique Carreras, en los pasillos de Argentina Sono Films. El director de Mi primera novia se había entrevistado con Evangelina Salazar, una joven muchacha de 21 años, y no tenía dudas: era ella. “Juntos podrían formar una buena pareja”, pensó el realizador y la contrató pese a que su estrella quería que su coprotagonista sea su amiga, Marilina Ross.
Sin siquiera sospecharlo, con ese contrato actoral, Enrique Carreras estaba poniendo el primer ladrillo de esta edificación del amor que ya lleva 57 años y mucha construcción. Seis hijos, siete nietos, y una unión inquebrantable que se convirtió en un emblema. Juntos forman una de las parejas más sólidas y queridas del ambiente, al punto de que ya es difícil mencionar a Palito sin pensar en Evangelina, y viceversa. Una dupla inseparable, hasta en el inconsciente colectivo de la gente, que hoy celebra 55 años de casados.
“Yo no la conocía, pero compré una caja de bombones y fui el primer día de filmación al set. Entré y pregunté quién era Evangelina. Ella se estaba maquillando y levantó la mano tímidamente. Le di los bombones y le dije ‘qué tengas buena suerte’ y me fui”, contó Palito en el living de Susana Giménez en 2007, cuando junto a su esposa celebraron las cuatro décadas de casados y repasaron sus inicios. “Empezamos a grabar y yo los primeros días no registraba nada. En cambio, ella me sonreía y parecía siempre feliz de verme. Se acercaba con el librito a repasar la letra y yo me iba, era muy antipático”, relató en aquella oportunidad.
Un año y medio después de aquel primer encuentro habría boda, aunque nunca existió la propuesta formal y aunque Palito ya había visto a su novia vestida de blanco mucho antes que en su propia ceremonia. “Nunca le propuse casamiento, nunca le dije que me gustaba y mucho menos que quería casarme”, aclaró él en la misma entrevista con Susana. Sin embargo, su esposa recordó que a los tres meses de conocerse, el cantante ya se quería casar para que lo acompañe a un viaje a Israel, pero que sus padres no se lo permitieron.
Y también rescató un hecho puntual que la enamoró aún más y que le demostró que los planes eran serios: “Tomamos la Avenida Del Libertador y me dijo: ‘quiero mostrarte algo’. Yo me asusté. Fuimos al décimo piso de un edificio y me mostró un departamento sin decorar, a terminar. Sube el portero y le dice que tiene un candidato, porque se ve que Ramón lo compró para venderlo, y él le respondió: ‘ya no está a la venta porque me voy a casar’. ¡Así me enteré! También me señaló un colegio justo enfrente, y me dijo ‘ahí vamos a mandar a los chicos. Ponemos un tobogán y los mandamos por ahí’. Todo era un juego”.
Palito y Evangelina tuvieron mucha más suerte que Tito y Elvira, los personajes de su película que en la última escena de Mi primera novia protagonizan un encuentro a prueba de lágrimas. Ella, vestida de un blanco inmaculado, debía elegir entre su nuevo novio, que la aguardaba en el altar y ese hombre que amaba pero con el que no podía estar. Finalmente, y ya en la iglesia, se acerca a él segundos antes de que empiece la ceremonia, le da como recuerdo una flor de su ramo, un beso en la mejilla y se despide para siempre. Tito triunfa en la música, pero aún rodeado de más éxito del que se animaba a soñar, nunca pudo olvidar a su primer amor. Por suerte, en la vida real, les fue algo mejor.
La suya fue la primera boda televisada del país, transmitida en vivo con el relato de Nicolás Pipo Mancera para sus Sábados Circulares, que fue un movilero estrella de su propio programa. Fue el 2 de marzo de 1967 en la Abadía de San Benito de Palermo, ubicada en la calle Villanueva al 900. Por aquel entonces, aún no se medía el rating pero se calcula que fue vista por el 80 por ciento de los argentinos que tenían un televisor. El evento despertó, además, la atención de la prensa internacional. El resultado, un caos: por la alfombra roja no solo caminó Evangelina, sino también decenas de reporteros y fotógrafos de todo el mundo.
Palito confesó años después que no pudo escuchar al párroco, Lorenzo Molinero: “Entre los nervios y la cantidad de gente, poco pude seguir la ceremonia”. Las caras de los novios, entre los nervios y la emoción, delataban la incomodidad de no poder disfrutar esa noche tan esperada. Días antes, el 27 de febrero, ya habían cumplido con la unión legal en el Registro Civil de la calle Arcos al 1900.
Las horas previas a la boda religiosa también pudieron seguirse desde la pantalla chica. En las imágenes de Sábados Circulares pueden verse todos los preparativos de la pareja. Ortega en una habitación, levantándose de la cama, afeitándose, vistiéndose y hasta haciéndose las manos; mientras que Evangelina, desde otro lugar, era maquillada, peinada y asistida en su vestuario.Los preparativos de la boda de Palito Ortega y Evangelina Salazar
La luna de miel fue en Acapulco y en el sur de los Estados Unidos, donde la pareja visitó a Elvis Presley. Allí también, Palito grabó algunos de sus temas. No duró demasiado el descanso porque ambos tenían compromisos laborales: él voló hacia España para filmar la película Amor en el aire junto a Rocío Durcal; a Evangelina la esperaba el mayor éxito de su carrera, Jacinta Pichimahuida.
“Me propuso otra vez matrimonio pero a mí me da vergüenza”, le confesó Evangelina a Susana Giménez en 2007. “Si se pone firme voy a aceptar, hay que hablar bien. Igual yo creía que él quería hacer algo grande, con mucha gente, con amigos y conocidos, pero si es con la familia sí me gustaría”. Ese momento llegaría diez años después, al cumplir 50 años de casados. El 2 de marzo de 2017, Palito y Evangelina renovaron su pacto de amor a Roma, con una ceremonia que ofició nada más ni nada menos que el Papa Francisco.
Un mes después, el cantante y la actriz fueron agasajados por sus seis hijos, quienes le regalaron una gran fiesta en el hotel Faena por sus bodas de oro. “Nos querían organizar esta fiesta, que no es como fue aquel casamiento, en el 67, porque ese día había mucho barullo -recordó el cantante-. Yo me quería volver a casar para ver cómo es, porque en ese momento no me di cuenta: había tanto griterío que me perdí una parte muy linda de esa ceremonia”. Aquella boda paralizó al país, pero a esta celebración tampoco le faltaron celebridades, como Charly García, Cacho Castaña, Nito Mestre, Celeste Carballo y Oscar Martínez, entre otros. “Mucha gente amiga”, aseguraron los novios, muy elegantes y felices.
“Creo mucho en la fuerza de los pensamientos, el poder que tienen es enorme aunque mucha gente no les preste atención. Siempre pensé que me iba a casar con una chica exactamente igual a como es Evangelina. Era chico, vivía en tucuman, veía una foto de una chica rubia y sabía que me iba a casar con alguien así. Lo mismo siempre pensé que media docena de hijos era un buen número para tener. Tal cual me pasó con mi carrera, los chicos del pueblo se reían pero yo me veía cantante y siempre se los decía. La noche anterior a que viaje a probar suerte, a mis 15 años, ellos me cargaban y les prometí: yo voy a volver y el día que vuelva, van a tener que pagar una entrada para verme. Y así fue”, contó el cantante.
“Yo no soñaba con alguien en particular, pero sí estaba segura que me iba a enamorar una sola vez en mi vida. No pude ponerme de novia nunca hasta que lo conocí a él. Yo pensaba que tenía algo, mis compañeras de trabajo se enamoraban y a mí no me sucedía. Lo vi y al principio, no se daba cuenta hasta que en una escena de la película, sentí que me registró. Y desde ahí empezamos a jugar, nos enamoramos y acá estamos”, sumó la actriz. El poder de los pensamientos, el poder del amor.
Fuente: Infobae