Qué mal timing. En el preciso momento en el que buena parte de la población mundial debe permaner encerrada en sus domicilios por la pandemia de coronavirus, ya nadie se sienta a escribir una carta para ponerle una estampilla y despacharla en el buzón. El correo se perdió una oportunidad histórica, pero quedaron algunas grandes canciones de inspiración epistolar. Desde el primer simple de los Beatles hasta una reciente musicalización de Manuel Puig, pasando por la denuncia velada de Chico Buarque, un triángulo de amor sombrío y aquella línea perfecta que David Bowie le escribió a su amada Hermione Farthingale: «La mano que escribió esta carta / despeja la almohada / así que apoya tu cabeza y lee un sueño atesorado».
«Paperback writer» (The Beatles)
Ya desde el Lado B del primer simple, Paul McCartney probó los alcances del formato. «P.S. I Love you» era una carta de amor adolescente para la Edad de Piedra del Mersey Beat. Cuatro años después, llevó el artificio mucho más lejos. Impulsado por los consejos de su tía y las lecturas populares de Ringo, McCartney escribió este rock & roll sobre un novelista decidido a ganarse el favor de una editorial. «Querido Señor o Señora, ¿pudo leer mi libro? / Me tomó años escribirlo, ¿podría darle un vistazo? / Está basado en la novela de un hombre llamado Lear / y necesito el trabajo». Desgraciadamente, no sabemos si lo consiguió.
«Carta de un león a otro» (Chico Novarro)
Entre su formación jazzística y sus coqueteos con el mundo del pop sesentista, Bernardo Mitnik Lerman (más y mejor conocido como Chico Novarro) escribió una canción que parecía dialogar tanto con «El oso» de Moris como con la obra de María Elena Walsh. Allí, aprovechando el intercambio postal entre las dos criaturas en cautiverio (una en el zoológico, otra en el circo), el compositor deslizaba su sanción ética: «Muchos humanos, son importantes / silla mediante, látigo en mano». Editada durante el último año de la dictadura, la versión de Juan Carlos Baglietto subrayó su espesor político.
«Boots of Spanish Leather» (Bob Dylan)
Según las detalladas notas de sus Letras Completas (Malpaso Ediciones), todo parece indicar que Bob Dylan escribió esta canción en Roma, a principios de 1963. Pertenece al ciclo dedicado a Suze Rotolo y, en efecto, es una serie de misivas de amor transatlántico que parece esconder una despedida. Desde ultramar, el viajero solo puede enviar sus palabras por correo y prometer algún regalo europeo. Siempre insuficiente. A punto de soltar la mano para siempre, la chica solo se atiene al pedido. «Cuídate del mal tiempo / y sí, hay algo que puedes mandarme: / unas botas de cuero español».
«Carta a poste restante» (Jaime Roos)
«Franca, Franca, ¿dónde andás en Navidades?», pregunta Jaime Roos. Grabada originalmente en Candombe del 31 (1976), su disco debut, la canción es una invocación para Franca Aerts: la abogada holandesa, militante feminista y ecologista que se convirtió en su primer gran amor. Un romance intenso y algo tormentoso que Roos retrató, en este caso, con una suerte de blend latinoamericanista (¿joropo? ¿chamamé? ¿guarania?) perfecto para el caso. Jaime y Franca, en efecto, habían atravesado el continente a bordo de sus respectivas mochilas.
«Famous blue raincoat» (Leonard Cohen)
Esta canción debería enseñarse en las universidades. A las cuatro de una heladísima madrugada neoyorquina, Leonard Cohense sienta a escribirle a su enemigo íntimo. Su mujer duerme a su lado y manda saludos, pero el horno no está para bollos: «Jane vino con un mechón de tu pelo / dijo que vos se lo habías dado / la noche en la que planeaste aclarar las cosas. / ¿Alguna vez fuiste claro?». Las emociones están contenidas debajo de ese aire de vals sombrío: decepción, ira, aceptación, conciliación. La línea final es un clásico de la cancionística epistolar: «sinceramente, L. Cohen».
«Meu caro amigo» (Chico Buarque)
Entre los numerosos golpes de cintura para evitar la censura, Chico Buarque encontró que la carta de revista fraternal podía funcionar como Caballo de Troya. Publicada en el disco Meus caros amigos (1976), este samba es la botella al mar que Buarque y el compositor Francis Hime le enviaron a Augusto Boal: el dramaturgo carioca que entonces se hallaba exiliado en Lisboa. «Acá están jugando al fútbol / hay mucho samba, mucho choro y rock ‘n’ roll / algunos días llueve, algunos días golpea el sol / pero lo que quiero es decirte es que aquí la cosa está negra».
«E-bow the letter» (R.E.M. feat Patti Smith)
Vaya un apartado para el género «cartas nunca enviadas». En algún punto de los tempranos noventa, Michael Stipe le escribió estas palabras al atribulado River Phoenix y decidió guardarlas entre sus propias cosas. Como en la canción de Leonard Cohen, aquí también son las cuatro de la mañana y el remitente, en una especie de trance (guiado por el e-bow, ese artefacto electromagnético que hace vibrar las cuerdas sin tocarlas), pregunta: «¿Vas a vivir hasta los 83?». Stipe sabía que no. Tres años después de la sobredosis del actor, R.E.M. grabó la canción junto a Patti Smith y la lanzaron como primer single de New Adventures in Hi-Fi.
El rescate (Bunbury)
La carta de rescate es otro de los subgéneros. En el arranque de esta balada, el corno beatle oficia como diana: el llamado de un amante en el alba de una plaza de armas cualquiera. Aunque tampoco especifica una suma o moneda, el remitente se ocupa expresamente de dejar clara su desesperación: «Que pagues el rescate que abajo te indico / Yo tampoco me explico, por qué no acudí antes a ti / Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes / Y tampoco entregarían lo que vale mi rescate». Publicada en El viaje a ninguna parte (2003), el tema sigue siendo uno de los infaltables del repertorio de Bunbury en directo.
«Stan» (Eminem)
El procedimiento es extraordinario: una orfebrería de narrativa casi chicobuarqueana. Apoyado por el productor The 45 King (aka Mark Howard James), Eminem se puso en la piel de Stanley «Stan» Mitchell:un fan que le envía una serie de cartas cada vez más fervorosas que comienzan con la mera admiración y culminan en la psicosis asesina. Puntuado por la melodía circular de Dido y el sonido del lápiz sobre el papel, el arco dramático incluye una novia embarazada, el resentimiento, algunas autocitas y el liso y llano secuestro femicida.
Fuente: Martín Graziano, La Nación.