«Editalo o nunca más voy a grabar para vos», fue la áspera advertencia de Marvin Gaye a Berry Gordy, luego de que el fundador de Motown Records se negara a lanzar el single “What’s Going On” en el verano de 1970. Berry, quien en ese momento era el cuñado de Gaye, le dijo casi a todo el que quisiera escuchar que detestaba la canción de protesta del músico, que encontraba demasiado larga, sin un formato definido y sin potencial comercial como para sonar en la radio, un prerrequisito para la cadena de canciones en el número 1 que habían surgido desde su estudio de Detroit, conocido como Hitsville USA. Gordy fue incluso citado describiendo a “What’s Going On” como «la peor grabación que escuché en mi vida».
En su libro de memorias Smokey: Inside My Life, la leyenda del soul Smokey Robinson recuerda haberle dicho a Gordy que él pensaba que la canción de Gaye era «brillante». El jefe de Motown estaba seguro de que convencería a Gaye de descartarla. «Eso es como tratar de convencer a un oso de que no cague en el bosque», respondió Robinson. «Marvin no va a echarse atrás».
Gaye se mantuvo firme durante una lucha de poder que duró siete meses, y que eventualmente concluyó con el exitoso single convirtiéndose en la pieza central de What’s Going On, un álbum revolucionario que exploraba temas como la pobreza, la discriminación racial, la destrucción del medio ambiente, la decadencia urbana, la brutalidad policial, el abuso de drogas, la corrupción política y los devastadores efectos de la guerra de Vietnam. David Van DePitte, el arreglador del disco, reveló más tarde que Gordy pensaba que Gaye «estaba completamente loco» por querer presentar un comentario social en un disco «que iba a ser el más grande fiasco de todos los tiempos».
What’s Going On es reconocido ahora como uno de los más importantes trabajos musicales del siglo XX, un ciclo de canciones que le dio a los artistas negros una licencia para empujar las fronteras musicales y políticas del arte. En noviembre de 2020, Robinson le dijo al diario USA Today que esa «profunda» obra maestra fue quizás el mejor disco de todos los tiempos, uno que es «aún más conmovedor» en la era del Black Lives Matter que cuando fue lanzado, el 21 de mayo de 1971.
Gordy incluso podría haber ganado esa batalla de voluntades de no ser por Harry Balk, el inclaudicable responsable de Artistas & Repertorio de Motown, el mismo que una vez tiró a un inspector de impuestos por las escaleras del cuartel general de la discográfica en Detroit durante una pelea en una auditoría. Balk, que tenía 91 años cuando murió en 2016, le contó a Detroit News que recibió por error un demo de “What’s Going On” en una copia de prueba de 45RPM. «Este acetato de Marvin Gaye estaba mezclado con una pila de otros discos y por accidente cayó al piso. Por supuesto, ahora todos van a decirte lo maravillosa que le pareció ‘What’s Going On’ al escucharla, pero se la puse a los productores más reputados y solo obtuve respuestas negativas. El único que realmente quedó encantado -el único- fue Stevie Wonder«.
Balk intentó convencer repetidas veces a Gordy de los méritos de la canción, pero el jefe de Motown criticó sus influencias jazzeras. «Ah, esa cosa medio Dizzy Gillespie en el medio, ese scat, es algo viejo», le dijo Gordy a Balk. Sin inmutarse, aprovechando la oportunidad en un momento en que Gordy estaba de viaje, Balk fue a ver al vicepresidente de ventas Barney Ales y le dijo que a menos que lanzaran “What’s Going On”, no tendrían nada nuevo para editar de Gaye, un performer que le había hecho ganar millones de dólares a la compañía con hits del calibre de “I Heard It Through the Grapevine” y “Too Busy Thinking About My Baby”.
Sin el conocimiento de Gordy, Ales encargó la fabricación de 100 mil copias de “What’s Going On”, y el single fue enviado a las estaciones de radio el 17 de enero de 1971. En el curso de cuatro días, luego de la entusiasta reproducción de los DJs en emisoras de todo Estados Unidos, todas esas copias se habían vendido. Llegaría a vender 2 millones de unidades, y a ser celebrada por Jackson Browne como «la más articulada y profundamente sensible canción antibélica de estos tiempos.»
La inspiración para “What’s Going On” vino de Renaldo «Obie» Benson, cantante de Four Tops, tras ser testigo de un incidente de brutalidad policial en San Francisco. En mayo de 1969, durante una gira por California, la banda estaba atrapada en un embotellamiento cuando vieron a un grupo de manifestantes jóvenes en el People’s Park recibiendo un salvaje ataque de policías vestidos con uniformes antimotines. «No estaban molestando a nadie, pero la policía los estaba golpeando», le dijo Benson a Ben Edmonds para el libro What’s Going On: Marvin Gaye and the Last Days of the Motown Sound. «Empecé a preguntarme qué carajo estaba pasando. ¿Qué está pasando aquí? Una pregunta llevaba a la otra. ¿Por qué están mandando a los chicos a través del océano, lejos de sus familias? ¿Por qué están atacando a sus propios chicos aquí en las calles?»
Benson y Al Cleveland, su colega de composición en Motown, le dieron forma a una canción sobre la violencia, pero fue rechazada por sus compañeros de Four Tops por ser «demasiado política». Joan Baez también rechazó la canción, antes de que Benson se la ofreciera a Gaye. El cantante nacido en Washington, que en ese momento tenía 31 años, dijo que quería agregar su propio aporte; Benson estuvo de acuerdo. «Definitivamente, Marvin puso los toques finales», explicó después. «Agregó letras y le puso algo de picante a la melodía. Agregó algunas cosas que eran más del ghetto, más naturales, que la hicieron verse más como una historia que como una canción. La hizo visual. La absorbió hasta el extremo de que cuando la escuchabas podías ver a la gente y sentir sus heridas, sentir su dolor. Medimos el traje para él, y el lo vistió a la perfección.»
Uno de los cambios clave que Gaye introdujo en la canción fue remover el signo de interrogación que Benson le había puesto. Gaye quería que el tema fuera una declaración y no un interrogante. El músico se estaba volviendo más politizado y quería responder de una manera creativa a un período tumultuoso de la historia estadounidense. «Sentí por primera vez que tenía algo para decir», comentó.
Una de sus peleas con Gordy sobre el cambio de dirección musical tuvo lugar cuando el jefe de Motown estaba de vacaciones. «Estaba en Bahamas, tratando de relajarme», recordó Gordy en el documental de 2016 Marvin, What’s Going On?. «Me llamó y dijo ‘Mirá, tengo estas canciones’. Cuando me dijo que eran canciones de protesta le dije ‘Marvin, ¿por qué querés arruinar tu carrera?’» Después del éxito del single, de todos modos, Gordy se dio cuenta de que capitalizar las ventas era por el propio interés del sello, y que había que lanzar un disco completo. Se dio cuenta que había irritado a Gaye y diseñó una manera de incitarlo a grabar el disco: le apostó que no era capaz de entregar el disco en solo 30 días. Ninguno de los dos reveló nunca el monto que apostaron.
La inspiración central de esas canciones de protesta vino de la vida personal de Gaye. Su hermano menor Frankie Gaye había sido destinado como operador de radio en Vietnam. Ambos habían tenido una relación tormentosa; Frankie se sentía abandonado por la falta de contacto con su hermano famoso mientras él enfrentaba una carnicería a miles de kilómetros. «La muerte y destrucción que vi en Vietnam me enfermaron», le dijo Frankie a David Ritz, biógrafo de Marvin. «La guerra parecía inútil, errada, injusta. Le transmití todo eso a Marvin y lo perdoné por no haberme escrito nunca mientras estaba allá. Eso dolió, porque él era una gran estrella y ninguno de mis amigos me creía que fuera mi hermano. ‘Esperen, él me va a escribir y se los voy a probar’, les dije. Pero nunca me escribió.»
Gaye trató de ponerse en los zapatos de Frankie componiendo “What’s Happening Brother”, sobre la desilusión de los veteranos de guerra que volvían al Estados Unidos del presidente Richard Nixon: un país que en 1971 rondaba un desempleo del 6%. Frankie dijo que la canción era «tan personal y sentida» que lloró tras escucharla por primera vez.
Gaye no estaba en buena forma mental durante la realización de What’s Going On. Su matrimonio con Anna Gordy se estaba viniendo abajo y él todavía atravesaba el duelo por su compañera cantante Tammi Terrell -con quien había grabado clásicos como “Ain’t No Mountain High Enough”-, quien había muerto de cáncer cerebral en marzo de 1970, con solo 24 años. «Justo antes de What’s Going On, Marvin estaba sufriendo depresión«, dijo Mel Farr, estrella del fútbol americano y amigo del cantante. «Se había quedado recluido en su casa por un largo tiempo.» Gaye estaba tomando cada vez más drogas duras. Estaba traumatizado por las noticias que llegaban a diario, especialmente las muertes de cuatro jóvenes estudiantes a manos de la Guardia Nacional en la Kent State University, dos meses después de la muerte de Terrell. «No podía dormir, no podía dejar de llorar», le dijo a Ritz en Divided Soul: The Life of Marvin Gaye. En su única entrevista del verano de 1971, realizada por el periodista Phil Symes para la revista Disc and Music Echo, Gaye admitió que estaba «terriblemente desilusionado con la vida en general.»
Marvin canalizó toda esa desesperación y ansiedad en What’s Going On, que empezó a grabarse el 17 de marzo de 1971. Trajo a Farr y a Lem Barney, su colega de Detroit Lions, para ser parte de la charla que se escucha al comenzar la canción del título. El LP, que subvirtió cada aspecto del esquema de canciones de amor y baladas artesanalmente formadas que Motown había fijado, llegó a convertirse en el disco más vendedor del sello en todos los tiempos. «What’s Going On, de principio a fin, es una obra maestra», dijo Bruce Springsteen en el programa de BBC Desert Island Discs. «Era apasionado y sexual, al mismo tiempo que se metía con cuestiones de la política callejera. Eso tuvo una gran influencia en mí. Además de la idea de que era un disco conceptual, sin quedar maldecido por esa definición. Un disco que tenía un hilo que podías seguir desde la primera canción a la última, y que creaba un mundo en el que podías caminar y luego salir.»
Aunque Gaye, quien dijo que toda la inspiración para el album «vino del mismo Dios», le ganó la apuesta a Gordy -el disco se completó en menos de 30 días-, hubo mucha mitología alrededor de las sesiones de grabación, durante las cuales Gaye supuestamente trabajó 16 horas al día para terminar 9 canciones: “What’s Going On”, “What’s Happening Brother”, “Flyin’ High (In the Friendly Sky)”, “Save the Children”, “God is Love”, “Mercy Mercy Me (The Ecology)”, “Right On”, “Wholy Holy” e “Inner City Blues (Make Me Wanna Holler)”.
Las sesiones en Hitsville y los estudios Golden World Record, en realidad, fueron caóticas, y a menudo no empezaban hasta la medianoche. «Fue un proceso prolongado porque la mitad del tiempo Marvin no aparecía. Podía tener una cita a la tarde o a la noche y no se presentaba», dijo DePitte, quien admitió a la revista Billboard que había sido advertido de que el cantante podía ser «un dolor en el trasero». Según apunta el periodista musical Dorian Lynksey en su libro 33 Revolutions Per Minute: A History of Protest Songs, «Gaye tenía a mano porros y whisky para la cohorte de amigos que venía a las sesiones, y solía masturbarse antes de hacer las tomas vocales para limpiarse de distracciones carnales.»
Al final del mes de sesiones de grabación, Gaye tomó algunas de las cintas master cuando voló de Detroit a Sylmar, California, para interpretar a un motoquero llamado Jim en Chrome and Hot Leather, una película sobre un joven boina verde. «No hablaba mucho de su música», dice el realizador John Toll. «Lo conocimos con un tipo larguirucho y amistoso que hacía muchas preguntas durante el proceso. Hablamos mucho de fútbol americano, también. Se convirtió en uno de nosotros.»
Aunque Gaye jugueteó bastante con la mezcla de las canciones hasta acercarse al punto final de la producción, le concedió a Van DePitte que había ayudado a completar su visión, orquestando versiones de las inventivas palabras y melodías de Gaye en una habilidosa mezcla de músicos de jazz y soul, la Detroit Symphony Orchestra y la fluida y armoniosa voz de Gaye. «Marvin no podía leer ni escribir música. Necesitaba no solo un secretario musical, sino alguien que supiera cómo organizar todo el asunto y plasmarlo en la cinta», dijo Van DePitte. El arreglador trajo al brillante baterista Chet Forest y a los saxofonistas Eli Fountain y Wild Bill Moore, y también sugirió los puentes musicales entre las canciones como una manera de ayudar a que las «pequeñas historias» de Gaye fluyeran una dentro de otra. Aunque Gaye estaba conforme con los resultados, estaba molesto con los elogios que recibía la orquestación de Van DePitte. «Voy a aprender a escribir música», dijo Gaye para las liner notes del disco. «¿Por qué? Porque quiero todo el crédito.»
Una de las canciones destacadas era “Mercy Mercy Me (The Ecology)”, escrita exclusivamente por Gaye, que lamentaba la pesadilla ecológica del «petróleo derramado en el océano y los mares, los peces llenos de mercurio y las radiación en el suelo y en el cielo.» La canción fue interpretada por los músicos Ledisi, Grace Potter y PJ Morton en la ceremonia de los Grammy de este año, una evidencia de que este himno profético sobre la polución del medio ambiente sigue resonando medio siglo después. Moore, quien tocó con el maestro de jazz Slim Gaillard en los años ’40, improvisó el dulce solo de saxo tenor en el tema, mientras que la banda de apoyo The Funk Brothers, especialmente el bajista James Jamerson, entrega un groove candente.
“Inner City Blues (Make Me Wanna Holler)” se unió a “What’s Going On” y “Mercy Mercy Me” como los singles del album. En sus notas para el disco, Gaye inclyó el crédito: «Gracias también a James Nyx, un caballero y un erudito (cosas que aparentemente no soy)», en tributo a un compositor que también había trabajado como conserje y operador de ascensores en las oficinas de Motown. Gaye escribió la melodía para «Inner City Blues», y Nyx aportó las letras sobre «los que nada tienen» tras ver un titular de periódico sobre la «ciudad interna» de Detroit. «Dije: Maldición, es eso. El blues de la ciudad interna.» En sus ochenta, Nyx ganó buenas regalías por las numerosas veces que sus palabras fueron sampleadas en discos de rap y R&B.
El director de arte Curtis McNair explicó el cuidado que se puso en la tapa del album. «Pude ver cuán emocional era Curtis en los términos de la esencia del disco, y quería acompañar eso», le dijo al diario de Boston The Bay State Banner en 2008. «Teníamos 100 slides de fotografias de Jim Hendin y elegí esta en la que el aguanieve hace que su pelo se vea blanco, y tenés la humedad de su impermeable y esa maravillosa expresión en el rostro. Pensé que todo eso agregaba al drama.»
Hendin tomó el retrato en la casa del cantante de Detroit, en Outer Drive. «Marvin no podría haber sido más colaborativo. Fue al jardín trasero y a medida que disparaba tomas empezó a nevar. La nevisca agregó todo. La suerte, o algo más fuerte, estuvo con nosotros ese día», dijo el fotógrafo. Tom Schlesinger, supervisor de McNair, inicialmente rechazó la toma -por la «ridícula» razón, según McNair, de que podías ver demasiado adentro de las fosas nasales de Gaye- hasta que McNair demandó que Gaye tuviera la última palabra. «Es esta. Definitivamente es la tapa del album», dijo el cantante.
El disco generó millones de dólares, pero la recompensa financiera hizo muy poco para ayudar a Gaye a escapar de sus demonios. El cantante, junto a su esposa Anna y Elgie Stover, escribió sobre las drogas en la magnífica canción “Flying High (In the Friendly Sky)”, y después de 1971 sus problemas de adicción solo crecieron. Su segunda esposa, Jan, la hija de 17 años de Slim Gaillard, lo conoció cuando este tenía 34, durante la realización en 1973 de Let’s Get It On. Experimentó algunas de sus conductas más espantosas. El temperamento de Gaye se volvió más errático y violento a medida que consumía cocaína regularmente. Un día, tras tomar cocaína y hongos psicodélicos, la atacó. «Tomó un cuchillo de cocina y me lo puso en la garganta», recordó Jan en sus memorias de 2017 After the Dance: My Life with Marvin Gaye. «Estaba petrificada, paralizada. Pensé que todo había terminado.»
Gaye vio su propia caída como algo en cierta manera marcado por el destino. Recordaba la melancólica advertencia de su madre Alberta sobre la fama -«primero madura, luego se pudre»- a medida que su vida se venía abajo a fines de los ’70 y comienzos de los ’80, aun con el éxito global de su exitoso single «Sexual Healing». A menudo drogado, se volvió cada vez más paranoico e incluso suicida. Hubo divorcios, bancarrotas y una situación continuamente tormentosa con sus padres. Todo parecía muy lejano al momento en que le dijo a Disc and Music Echo que había hecho What’s Going On «No solo para ayudar a la humanidad sino para ayudarme a mí también, y creo que lo hizo. Me ha dado una buena dosis de paz.«
La paz no duró mucho, por supuesto, menos que menos con su propio padre. A pesar del hecho de que Marvin Sr., ministro de la iglesia pentecostal, había golpeado a Gaye en una rutina casi diaria a través de la infancia, el cantante le rindió tributo en las notas de What’s Going On: «Mientras te tengo leyendo esto, quiero en primer lugar darle las gracias a mis padres, el Reverendo y la Señora Marvin P. Gaye Sr., por concebirme, tenerme y amarme». Parece haber un espantoso presagio cuando Gaye canta «Padre, Padre / No tenemos que escalar» en la canción del título. La violencia entre los dos entró en un espiral fuera de control el 1º de abril de 1984, un día antes del cumpleaños 45 de Gaye, cuando su padre de 70 años lo mató de tres escopetazos en el pecho, tras una pelea que se volvió física sobre una carta perdida de una compañía de seguros.
Marvin Sr. recibió una sentencia en suspenso y vivió sus últimos días en un geriátrico; murió en 1998. El legado de su hijo permanece, especialmente por esa obra maestra de 1971. A fines de 2020, What’s Going On llegó al tope de la lista revisada de «Los mejores 500 discos de todos los tiempos» de la revista Rolling Stone. Aun así es una amarga ironía que Gaye, cuyo sublime disco se eleva como un claro llamado contra el sinsentido de la violencia, haya tenido un fin tan brutal.
Fuente: Página12