Vicente López: la ruta de los señoriales palacios de otros tiempos

Sobre la barranca de Gaspar Campos, conviven el Raggio y los edificios de los colegios Highlands y Michael Ham.

Vicente López es un partido donde conviven modernas torres con vista al Río de la Plata, junto a antiguas residencias aristocráticas de fines del 1800 y principios del 1900. Especialmente a lo largo de la barranca de la calle Gaspar Campos, y a pocas cuadras de distancia, llaman la atención tres grandes palacios rodeados por altos muros en declive, dos de ellos transformados en colegios, el Highlands y el Michael Ham, y un tercero, el Palacio Lorenzo Raggio, convertido en un museo.

El Palacio Lorenzo Raggio es hoy un museo
El Palacio Lorenzo Raggio es hoy un museo Crédito: Hernán Zenteno.

Vicente López es un partido donde conviven modernas torres con vista al Río de la Plata, junto a antiguas residencias aristocráticas de fines del 1800 y principios del 1900. Especialmente a lo largo de la barranca de la calle Gaspar Campos, y a pocas cuadras de distancia, llaman la atención tres grandes palacios rodeados por altos muros en declive, dos de ellos transformados en colegios, el Highlands y el Michael Ham, y un tercero, el Palacio Lorenzo Raggio, convertido en un museo.

«Para las familias de clase alta, Vicente López era un lugar privilegiado ya que estaba más cerca de la ciudad que San Isidro. La mayor parte de los palacios se construyeron sobre la barranca de Gaspar Campos debido a que se consideraba que era un lugar donde corría mayor brisa, y era más saludable», explica Guillermo López, fundador del Centro de Investigación Histórica Vicente López. Durante el siglo XX concluyó el proceso que había comenzado en la segunda mitad del anterior, es decir la división en lotes de las grandes chacras. Las quintas, en su mayoría, se hallaban en lo que hoy es la avenida Maipú hacia el río, y contaban con una residencia, generalmente usada como lugar de descanso en verano.

Aún existen algunas de esas casonas, como el Palacio Raggio, un refugio donde se puede caminar a través de jardines con esculturas, o escuchar conciertos de música clásica. El lugar fue conservado por los descendientes de la familia Raggio y está abierto todo el año ( www.fund-romuloraggio.org.ar)

El palacio se ubica en un predio de 5600 m2 entre Melo, Güemes y Gaspar Campos. La planta principal tiene unos 900 m2. Su historia se remonta a Gregorio Esperón, que hacia 1913, construyó en esas tierras, un palacio renacentista de estilo arquitectónico italiano. En 1914 la obra fue vendida a Lorenzo Raggio, que murió cuatro años después.

«El primer Raggio en llegar a la Argentina fue el genovés Andrés, a principios del 1800. Su hijo Lorenzo, mi bisabuelo, hizo fortuna en el rubro inmobiliario, y fue quien adquirió el palacio como casa de fin de semana para su familia», cuenta Mario Raggio, director general de la fundación. Luego la propiedad pasó a su hijo mayor, Rómulo, que modificó la estructura original para convertirla al estilo francés.

En su interior se destaca un marouflage, es decir, un lienzo pintado sobre una pared, diseñado por el artista francés Marcel Jambon, un decorador de teatros, que realizó las pinturas de la Ópera de París. En la Argentina tuvo a su cargo la pinturas del Teatro Colón. Además, de una interesante colección de obras de arte de todos los tiempos, en el parque se observan tipas, jacarandás y cedros.

Una congregación

En Vicente López hay más de 150 colegios privados y es uno de los partidos del conurbano que tienen más establecimientos de este tipo. Dentro de ese conjunto, hay dos que se ubican en la barranca de Gaspar Campos, y que tienen valor arquitectónico patrimonial, el Michael Ham, y el Highlands. Este último edificio es el más antiguo del corredor: fue construido en 1880.

Construido en 1880, es la sede del colegio Highlands
Construido en 1880, es la sede del colegio Highlands Crédito: Emiliano Lasalvia

Se trata de un castillo convertido en colegio. Una antigua cámara de cine, y carteles de varias películas de Leopoldo Torre Nilsson colgados en la pared remiten a la década del 40, cuando la madre del director, May Nilsson de Torre, creó allí una institución educativa bilingüe, que continúa hasta hoy.

El imponente castillo tiene un nombre con reminiscencias escocesas, Highlands, que, en inglés, significa tierras altas. Se ubica en la calle Gaspar Campos 225. En sus barrancas se rodó parte del popular film de Torre Nilsson, El santo de la espada, al tiempo que aún se conserva un camino que recorre en declive un parque con plantas, flores silvestres y enredaderas, donde juegan o estudian los alumnos. «Recuerdo que desde las ventanas de las aulas, todos los días a las 15 se cruzaban dos barcos en el río. Como si fuera un ritual, las maestras y los niños detenían la clase, se acercaban a la ventana, y observaban ese momento mágico», señala May Clara Torre Nilsson de Noseda, hija de la fundadora del colegio, que continúa la tarea educativa de su madre.

El castillo fue levantado por la familia Bosch, con planos del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, al estilo de las construcciones fortificadas europeas que, por lo general, incluían una torre. De ahí que sus aulas y varios sectores fueron modificados para adaptarlos a las necesidades un colegio.

En la esquina de Gaspar Campos y Agustín Álvarez, a pocas cuadras de la General Paz, se destaca otro castillo, pero de estilo neogótico, que pertenece a la Fundación Colegio Michael Ham. Sobre un terreno de 10.239 m2, el predio ocupa dos manzanas residenciales, delimitadas por Lavalle, Gaspar Campos, Agustín Álvarez y Segurola. No se tienen datos precisos sobre el origen del edificio. Sin embargo, se infiere que fue la familia Saavedra la que encargó la obra al arquitecto belga especializado en la construcción de cines, Alberto Bourdon.

En el edificio funciona el colegio Michael Ham
En el edificio funciona el colegio Michael Ham Crédito: Soledad Aznarez

En 1920, el matrimonio de Michael Ham y Ana María Lynch compró la mansión para ser usada como quinta de descanso de verano. Con el sueño de abrir un colegio, y en busca de un edificio para ese objetivo, hospedaron en su casa a las Hermanas Pasionistas, que venían de Inglaterra. Este encuentro generó en el matrimonio el deseo de donar su vivienda a las religiosas. Finalmente, en 1926 abrió sus puertas la institución, con 44 alumnas y alumnos pupilos. El edificio fue hecho con materiales especialmente traídos de Europa. Los salones se reconvirtieron en la biblioteca y en los dormitorios para el alumnado, y se construyeron las primeras aulas sobre Gaspar Campos. Años más tarde, se levantó la capilla, de estilo gótico y se convocó al reconocido arquitecto italiano Francesco Salamone. Con su estilo monumentalista creó un nuevo sector neoclásico, con entrada en declive por la barranca, sobre Lavalle, hecho por el que ahora se considera que el estilo arquitectónico en su conjunto es ecléctico.