El patrimonio cultural, arquitectónico, prehistórico, intangible, es decir, en cualquiera de sus formas, es parte de las raíces de una sociedad y de su identidad. En estos días, la alarma saltó por Villa Santa Paula o Doña Paula, como también se la llama. Se trata de una casona histórica de 140 años que Dardo Rocha, el fundador de La Plata, Necochea y Pehuajó, y gobernador de la Provincia entre 1881 y 1884, hizo para su esposa en Mar del Plata.
Construida por Pedro Benoit en la intersección de las calles Lamadrid y Garay, la casa está actualmente en venta.
En un posteo público en su Facebook, el actual Director Provincial de Patrimonio Cultural bonaerense, Pedro Delheye, cuya área pertenece al Ministerio de Producción, puso de relieve este hecho: “Venden… el patrimonio cultural como amenities de emprendimientos urbanos. En MDQ se promociona de esta manera: Venta-Alquiler. Importante terreno en esquina, para desarrollar 2.500 metros cuadrados. Conservando la Casa Patrimonio Histórico, precisa uno de los carteles expuestos”.
Pero ¿para qué existe una Dirección de Patrimonio Cultural, si no puede intervenir para salvaguardar el patrimonio arquitectónico de la Provincia?
No es la primera vez
El comentario del funcionario tuvo una vasta repercusión entre integrantes de asociaciones civiles que en Mar del Plata dan batalla por la preservación patrimonial y conservacionistas que han visto desaparecer o deteriorarse joyas arquitectónicas, como por ejemplo el Parador Aniston, en Playa Serena.
Se trata de una extraordinaria construcción vanguardista de la primera mitad del siglo XX, la única realizada por Marcel Breuer en América latina. Breuer fue cofundador de la Bauhaus, en la Alemania pre-nazi, junto a Walter Gropius, una escuela creativa de diseño.
Parador Aniston, de Marcel Breuer, cofundador de la Bauhaus.
“El patrimonio cultural amenities es una categoría demoníaca”, dijo Delheye en su Facebook. El debate respecto del destino de Villa Santa Paula o “Doña Paula” fue intenso, pero el funcionario declinó hablar con Clarín.
No obstante, otras fuentes del ministerio a cargo de Augusto Costa dijeron a esta cronista que la Dirección de Patrimonio Cultural lleva adelante una campaña con los distintos municipios para que por lo menos haya catálogos de bienes protegidos en los distritos.
“El Poder Ejecutivo provincial no puede iniciar de oficio un expediente para la preservación de un bien patrimonial. La primera protección le corresponde al municipio, que arma el catálogo de bienes protegidos. Y luego tiene que haber una declaración por ley de la Legislatura. La Dirección colabora validando o haciendo un informe al respecto, pero tiene que intervenir la Legislatura”, dijeron los voceros de Producción.
El Parador Aniston, en sus mejores tiempos.
¿Cuántos bienes catalogados tiene la provincia de Buenos Aires? Las fuentes señalaron que alrededor de 400 contra más de 10 mil bienes protegidos por catálogo de la Ciudad de Buenos Aires.
Todo el distrito gobernador por Axel Kicillof, que cuatriplica la población porteña y tiene mucha más extensión, no llega ni al cinco por ciento del catálogo de Buenos Aires.
Claro que siendo la Legislatura bonaerense bicameral resulta extraño que a nadie se le ocurra hacer un relevamiento en su distrito y presentar un proyecto de ley.
Mar del Plata, cuyo intendente es Guillermo Montenegro, de Juntos por el Cambio, supera ampliamente a la provincia donde se inserta. Tiene un catálogo con más de 600 bienes protegidos. Luego hay que ver, en los hechos, el estado en que se encuentran.
Y a nivel nacional, el registro de la Comisión Nacional de Monumentos, Patrimonio y Lugares Históricos, que depende del Ministerio de Cultura de la Nación, alcanza entre 1.200 y 1.400 bienes protegidos, según las fuentes consultadas.
Demolición de la casa natal del escritor Manuel Puig, en General Villegas.
Hay muchos otros municipios que no se quedan atrás con la desidia en el cuidado de su patrimonio cultural e histórico. Es el caso de General Villegas. El año pasado, Bartolomé Grosso, dueño de la casa natal de Manuel Puig, aprovechó un fin de semana largo en pandemia y arremetió con topadora, pico y pala.
Los reclamos de la población no se hicieron esperar. Incluso durante la intendencia de Gilberto Alegre (PJ), la municipalidad había hecho un intento infructuoso de comprar la casa para convertirla en un espacio cultural. Con las rejas y las puertas sobrevivientes se levantó una pared a la altura de las vías que dividen la ciudad en dos, y allí está como un triste decorado de recuerdo.
Pero en Mar del Plata el problema se agudiza por la explosión inmobiliaria. Los emprendimientos y las construcciones de edificios incluso sobre la línea costera han crecido exponencialmente en los últimos años.
No es el único municipio que presenta esta cuestión. En La Plata, durante la intendencia del kirchnerista intendente Pablo Bruera se derogó el Código Urbanístico en 2010, por lo que la capital bonaerense no tiene ni siquiera catálogo de bienes protegidos.
De la casa de Manuel Puig sobrevivieron la puerta y la ventana: levantaron una pared al costado de la vía para recordar al autor de «Boquitas pintadas».
A estas alturas cabe señalar que la preservación patrimonial no es una cuestión de ideologías, sino de apego y defensa de la cosa pública y aún de los bienes privados, cuando éstos constituyen parte de un acervo cultural e histórico que hace a la memoria colectiva.
La clave de toda desidia en la protección del patrimonio cultural e histórico de una ciudad hay que buscarla en los concejos deliberantes, dicen desde el Gobierno provincial. Este órgano colegiado es el que autoriza las excepciones al Código Urbanístico y libera las normas que prohíben construcciones a determinada altura.
Casas de veraneo
Nino Ramella, quien fue presidente del Ente de Cultura de General Pueyrredón, director de la Casa de Mar del Plata en Buenos Aires y jefe del Gabinete Social en el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, contó a Clarín que el desapego por la conservación patrimonial es un tema que arrastra desde hace décadas.
Y aporta un punto clave en la situación del patrimonio en Mar del Plata: “Hace muchos años las mejores casas y edificios de la ciudad no eran de los marplatenses, sino del patriciado porteño que tenía en la costa sus residencias de veraneo. Los dueños de esas propiedades que hoy son históricas no vivían en Mar del Plata en forma permanente. Por eso los habitantes nacidos en la ciudad no se implicaron en la preservación”.
Luego aparece en las grandes ciudades el asunto de la gentrificación, por medio del cual se rehabilitan urbanísticamente zonas depreciadas de una urbe (las cercanas a las terminales de autobuses, por ejemplo) y desplaza a los habitantes de menores recursos por otros de mayor poder adquisitivo. Esto ocurre en todas las grandes metrópolis del mundo.
Villa Santa Paula, la casa de veraneo de Dardo Rocha.
Nino Ramella comparte que en 1995, durante su gestión en Cultura de Mar del Plata, el Concejo Deliberante dictó la ordenanza 10075 que creó el Código de Preservación Patrimonial. Por dicha norma “se decidió constituir con carácter permanente una Comisión Honoraria de Preservación Patrimonial con status consultivo y participativo”.
Sus integrantes provendrían de instituciones relacionadas con la temática y serían además personalidades de reconocida idoneidad y actuación. Con opinión vinculante, esta Comisión tiene entre sus objetivos intervenir cuando se trata de desafectar un bien del listado de bienes declarados de interés patrimonial.
Apasionado por la preservación de La Feliz donde nació, Ramella acometió hace poco “una cruzada por el tema patrimonial. Ocurre que en general a la sociedad le es indiferente. Y mientras eso pase no habrá voluntad política”, dice.
A partir de una invitación de Sociedad Central de Arquitectos (SCA) hace unos días, Ramella participó de una reunión referida a otro bien cultural valioso de Mar de Plata: la Casa sobre el Arroyo de Williams: “Propuse la constitución de un Consejo Asesor en materia patrimonial. Hicimos una primera reunión muy interesante. Pero, lamentablemente, este momento de elecciones concejales y funcionarios están sumergidos en los votos. Cuando esto pase arremeteremos otra vez”.
Si los vientos soplan a favor, ya hay destinados 44 millones de pesos para su puesta en valor.
“Mar del Plata ha descuidado su patrimonio cultural. Y si bien el cuidado del acervo es responsabilidad de la sociedad hay un actor principal que es el Estado. La voluntad política no debería depender solo de la mayor o menor sensibilidad de los funcionarios, sino que hay que desarrollar estrategias para instalar en la sociedad la importancia que el patrimonio tiene también para las generaciones futuras”, concluye Ramella.
Nada menos que las razones por las cuales Unesco dicta tantas declaraciones de protección y reconocimiento del acervo cultural e histórico a lo largo y ancho del mundo.
Fuente: Clarín