Los vecinos que pasan por la vereda de Avenida San Juan 701, en el Casco Histórico porteño, miran con asombro: a través de los ventanales se vislumbran algunos retratos en gran formato de Alejandra Fenochio, que integran una de las tres muestras con las que se inauguró el nuevo espacio de mil metros cuadrados de la galería Nora Fisch. El edificio de 1926 tiene cuatro pisos, una terraza y seis salas de exhibición, donde se presentan las muestras de Julieta García Vázquez, Guzmán Paz y Fenochio, y otras cinco destinadas a proyectos especiales y trastienda, con pinturas de Tiziana Pierri y de Silvia Gurfein nunca antes exhibidas.
De la construcción original se conservaron los techos de gran altura, una imponente escalera de mármol de Carrara, pisos de roble, balcones y algunos ventanales. La sala de la planta baja tiene un detalle estético y conceptual: “Hay un reconocimiento de la arquitectura original: las paredes de durlock forman una especie de cinta de bordes redondeados que no llega al piso ni al techo. Su intención es reconocer el edificio antiguo, no taparlo”, señala Nora Fisch, fundadora y codirectora de la galería, quien tras vivir veinte años en Estados Unidos hizo pie en Argentina en 2010 y abrió su primera galería de tan solo veinte metros cuadrados (en Güemes y Agüero). En 2014, se mudó a un espacio más grande en Villa Crespo.
La ampliación “invita y obliga a reformular el proyecto de la galería”, señala entusiasmada Fisch, quien adelanta que “invitará y colaborará con otros artistas y con galerías del interior y de países limítrofes”. Además, habrá una sala dedicada a la venta de obra de artistas emergentes a costos muy accesibles, y la Tienda Belleza y Felicidad Fiorito, del colectivo artístico de mujeres residentes en Villa Fiorito impulsado por la artista Fernanda Laguna, venderá cada quince días artesanías, libros, poemas y remeras estampadas.
A pocas cuadras del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y del Museo de Arte Contemporáneo, la nueva galería (que se puede visitar de martes a sábados, de 14 a 19) se suma a una zona del arte en expansión: está cerca de Pasto y de Calvaresi. Un circuito que se completa en La Boca y que incluye a Constitución, Barro, Sendrós, Popa y de Ungallery, que en noviembre se muda a Ministro Brin 1335.
En el subsuelo y la planta baja, las pinturas de Fenochio deslumbran sin medias tintas. La artista dio sus primeros pasos en el under porteño. Se formó en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y con León Ferrari y Luis Felipe “Yuyo” Noé, quien define su pintura como “ácida y tierna al mismo tiempo”. “La exhibición se llama Flores silvestres porque todos mis modelos tenían que ver con lo natural. Yo me siento una flor silvestre”, dice la artista, que expone una serie de obras pequeñas donde pinta su aldea, La Boca, y otra de desnudos en gran formato en los que retrata a amigos y conocidos que encarnan el erotismo plebeyo de la época. Posaron el coreógrafo Rodolfo Prantte; la bailarina de tango Sol Bustelo; Seedy González Paz, artista y albacea del patrimonio de Batato Barea, y Mary, una vecina que vivía con doce perros. “Los más jóvenes están volviendo a la pintura figurativa representando el cuerpo sexuado y la fluidez de género: estas pinturas las podría haber hecho un chico de 25 años hoy, pero las hizo Fenochio hace ya tres décadas”, señala Fisch.
Opening, de Guzmán Paz, que con 34 años es el más joven de la galería, reúne seis piezas que son como retablos contemporáneos en los que incluye una mezcla de escenas autobiográficas y ficcionales. Cada obra -una especie de caja que el artista denomina cáscara- encierra otra: condensan misterio y sorpresa lúdica.
Yo es otro, de García Vázquez, con curaduría de Cecilia Szalkowicz, reúne fotografías y videos de un proyecto que realizó entre 2011 y 2016 en el barrio de Woensel West, Eindohoven, de Holanda. El título alude a la carta del poeta Arthur Rimbaud, “Je est un autre”, sobre el desplazamiento de la identidad. El proyecto nació a partir de la problemática de la gentrificación en un barrio que la empresa Philips había construido en 1920 para sus trabajadores. Junto con la comunidad de vecinos, crearon piezas a partir de una casa en vías de demolición. Las fotos pueden verse en la galería, a la que Fisch invitará, por medio del grupo de WhatsApp del barrio, a sus nuevos vecinos.
Fuente: La Nación