Sin total certeza de que se trate de un auténtico Caravaggio -pero tratado prácticamente como tal-, se subastará esta semana, en Francia, Judith decapitando a Holofernes, un cuadro hallado hace cinco años en un altillo donde habría permanecido olvidado durante un siglo. Si bien saldrá al ruedo con un precio de base de 32 millones de dólares, la expectativa es tal que un buen sector del mercado del arte estima que la puja podría superar los cien millones.
La historia detrás del óleo, que ya fue exhibido en Milán, Londres, Nueva York y París, hace a su atractivo. Fue encontrado mientras se reparaba una pérdida de agua tras un tabique de la buhardilla de una vivienda familiar en las afueras de Toulouse en abril de 2014. Los dueños de casa llamaron entonces a Marc Labarde -propietario de la empresa de remates responsable ahora de su venta-, de quien eran clientes, quien analizó la obra junto con su socio, el especialista en maestros antiguos Eric Turquin.
Caravaggio, que vivió entre 1571 y 1610, hizo a fines de 1599 en Roma una primera Judith y Holofernes, que representa el pasaje bíblico en el que la mujer comete el asesinato para liberar a su ciudad del asedio de las tropas del jefe supremo asirio. Esa pintura se exhibe en la Galería de Arte Antiguo, en el Palacio Barberini, de la capital italiana.
La otra podría ser una versión del mismo Caravaggio o bien una copia hecha por uno de sus amigos y agentes, el artista Louis Finson, quien acostumbraba imitar las creaciones de aquel al que consideraba su maestro.
«La luz, la energía típica de Caravaggio, el trazo, sin errores, hecho con mano segura y con su estilo pictórico, nos dicen que el trabajo es auténtico», ha expresado Turquin para fundamentar lo que algunos colegas suyos desestiman. Entre estos últimos se incluye la opinión que dio, a poco de ser encontrada la obra, la especialista Mina Gregori. En Le Quotidien de l’ Art, Gregori publicó que la pintura no se trata de un original de Michelangelo Merisi de Caravaggio, aunque destacó su «indudable calidad».
Prácticamente desconocido por el público masivo, se da por cierto que el cuadro de la polémica actual es de 1607 y se suma a otros 67 cuya autoría se atribuye a Caravaggio.
Tras la noticia del hallazgo, hace cinco años, el Estado francés calificó la obra de «tesoro nacional», en virtud de lo cual retuvo la preferencia de compra durante tres años, pero no lo hizo. Se dice que expertos del Museo del Louvre dieron un fallo sobre su origen, pero que no se difundió.
Sucio, aunque en buen estado, en el momento de su hallazgo estaba cubierto por una tela y había pasado inadvertido por unos ladrones que habían vaciado el lugar anteriormente. Los expertos creen que el lienzo pudo haber permanecido durante años en Madrid, donde fue adquirido por un soldado francés que participó en las campañas napoleónicas y cuyos descendientes son sus actuales propietarios. La identidad de la familia no se dio a conocer.
Será la primera vez en Francia que una pintura de este tipo se ponga a la venta fuera de París. De hecho, el subastador rechazó, con el visto bueno de los dueños del cuadro, la oferta de casas de subastas de fama internacional y decidió hacerlo en Toulouse.
Que Judith decapitando a Holofernes haya sido realmente pintada por Caravaggio es una discusión que divide a los expertos, como aún sucede en torno a Salvator Mundi, pintura de Jesucristo atribuida a Leonardo da Vinci, que es, a su vez, la obra mejor pagada en una subasta en la historia del arte. Un comprador anónimo -se dice que un representante del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman- la adquirió por 450 millones de dólares en 2017. A lo que se le sumó otra intriga: se desconoce su paradero.
Judith decapitando a Holofernes, se dice, podría venderse pasado mañana por entre 120 y 170 millones de dólares. Si fuera así, la obra ingresaría en un exclusivo club de los cien millones, selecto elenco que encabezan Las mujeres de Argel, de Pablo Picasso (179,4), y, entre otros socios, anota a Modigliani y Giacometti.
Fuente: Silvina Premat, La Nación