Seis años lleva Victoria Noorthoorn al frente del Museo de Arte Moderno, al que llegó, dirá varias veces, con entusiasmo. Setenta exposiciones, cuenta, lleva hechas. Y ahora, con su equipo, decidió cambiarle «la identidad» a la institución. La manera en que se presenta, la tipografía que la identifica y con la que se mete en la ciudad. «La idea de lo moderno es una idea de vanguardia, en eso somos modernos», dice la directora.
La entrada. Ya está renovada la tipografía en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires- / Guido Limardo, cortesía
Ya cuando arrancó, Noorthoorn quiso hacer un cambio en la manera de llamar al Museo, que era conocido como MAMBA e incluso como MAM, un nombre anterior. Pretendía desligarse de las siglas. «Había trabajado en el MoMA, de Nueva York, al que internamente le decían ‘The modern’», cuenta. Entonces pensó que esa era una buena idea y largó «El Moderno». Así salió durante algunos años la comunicación del museo. Pero, admite, «no funcionó». No pegó. Siguió siendo MAMBA o MAM.
Hace dos años encargaron al diseñador Martín Gorricho -especialista en el tema- un diagnóstico sobre la identidad del museo y cómo modificarla. Entrevistaron y encuestaron a público, trabajadores, gente de las artes. Lo primero que salió es que la cuestión de los nombres -Moderno, MAMBA, MAM- «era una esquizofrenia», dice Noorthoorn. Pero aún así le recomendaban no volver a las siglas. Así que avanzan con nueva denominación: «Museo Moderno» será la forma coloquial de llamarlo. Así, explican, recupera la palabra «Museo», que se extrañaba.
Curvas. El nuevo logo del Museo Moderno
Las letras también fueron materia de estudio. «Hasta ahora teníamos una tipografía en bold, más autoritaria, tal vez más masculina«, dice. Y eso «no es lo que estamos haciendo, tenemos un museo que trabaja con cuarenta comunidades distintas y es cada vez más flexible».
La nueva tipografía la hizo el estudio de Pablo Cosgaya, tras mirar los archivos históricos del museo, cómo se había presentado a través del tiempo en sus comunicaciones, programas, notas de prensa, catálogos. Y también las obras de su colección.
Necesitaban mostrar un museo «dinámico, innovador y joven». El resultado es algo nuevo: ni Arial ni Calibri ni Times New Roman ni ninguna de las que solemos ver: el Museo de Arte Moderno usará una tipografía propia; «MuseoModerno», se llama, también y será pública, de libre descarga, desde hoy. La tipografía incorpora curvas y, como detalle, tiene varias letras que cuentan con dos variantes. Hay dos «A» y dos «E», por ejemplo. Una «E» tiene como un rulito, la otra no. ¿Por qué? Para que no canse, dice Noorthoorn.
De manera más técnica explican que crearon «una tipografía geométrica de peso intermedio inspirada en movimientos artísticos de la primera mitad del siglo XX, con el propósito de encontrar un equilibrio entre la simplicidad de sus formas y la singularidad que caracteriza a la nueva identidad visual». Les fue bien: La nueva tipografía ganó el Concurso profesional de diseño gráfico de la Bienal FADU 2019 en su categoría.
La entrada. El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, ahora «Museo Moderno».
El Museo, hay que recordar, el año pasado inauguró la ampliación de su edificio, una obra largamente esperada desde que Emilio Ambasz -quien fue curador de diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York entre 1970 y 1976- donó un proyecto a fines de la década del 90. Entre 2004 y 2006 se hizo una parte de la remodelación.
La gestión de Noorthoorn busca apoyo privado para completar los aproximadamente 110 millones de pesos que el Museo necesita por año. Por eso -además de armar grupos de «mecenas»- están cerrando acuerdos con instituciones de España, de Francia, de México, de Brasil y de Estados Unidos, que podrían llevarse algunas de las muestras que se produjeron acá en San Telmo, como la de Liliana Maresca o la de Flavia Da Rin.
Mientras tanto, mira su colección y anhela: «A este museo le falta un Fontana», dice, por el italoargentino Lucio Fontana, célebre por sus telas cortadas y un renovador del arte de vanguardia. Teléfono para mecenas y ministros.
Fuente: Clarín