Las exposiciones de arte más visitadas de la historia han sido las de Salvador Dalí. Dos retrospectivas en el Centro Pompidou llevaron 840 y 790 mil visitantes, y otra en el Reina Sofía llevó 720.000.
Pese a ser catalán no hay ninguna calle con su nombre en Barcelona, ni tampoco museo. El más importante e imperdible es el Museo de Figueras que él mismo diseñó, donde funciona la Fundación Gala-Salvador Dalí, que cuida con esmero su obra y hace que se respeten sus derechos intelectuales como pocas instituciones en el mundo.
A los 18 años viaja a Madrid a estudiar en la Academia de San Fernando y cuatro años después es expulsado porque se niega a dar los exámenes orales, alegando que él sabía más que sus profesores.
Sus primeras pinturas las realiza cuando cuenta 10 años y son realistas, luego cubistas y finalmente, cuando viaja a París, se integra a los surrealistas que lideraba Paul Éluard.
La mujer de este poeta era una rusa llamada Gala, era once años mayor que Dalí. No se sabe si se consumó el matrimonio pero siempre vivieron juntos y ella ha sido la musa de Salvador y quien abandonó al poeta.
Se conocen 1500 pinturas del catalán y 54 esculturas, y una cantidad enorme de grabados que es un mercado muy prostituido ya que el artista firmaba hojas en blanco y otros realizaban las estampas.
Pocos artistas han sido tan creativos, grandes dibujantes y mejores pintores. Pero el manejo de la publicidad en forma desmedida no permitió su justo reconocimiento.
Su admiración por Velázquez lo llevó a copiarle los largos bigotes.
Son pocas las pinturas que salen a la venta y los valores fluctúan entre 1 millón y 20 millones. Mi obra preferida es «La última cena» que está muy mal colgada en la National Gallery de Washington, y rompe con el modelo de Da Vinci mostrándonos un día soleado y glorioso.
Fuente: El Cronista