La puerta de un contenedor convertido en un freezer gigante se abre. Los 20° bajo cero se sienten enseguida y marcan un fuerte contraste con los 26° que hay en el galpón de chapa. Pero esta temperatura bajo cero es una condición indispensable para mantener congelados a cientos de rollos envueltos en bolsas de nylon que conservan, en más de 50.000 planos, la historia de la red de subte porteña: cuando corría el tranvía por las calles de Buenos Aires y aún estaban vigentes aquellas líneas ferroviarias que ya no se usan.
Con paciencia y meticulosidad de cirujano Hernán, uno de los operarios de Subterráneos de Buenos Aires SA, desenrolla un plano que había salido del freezer el día anterior. Como el resto, estaba allí desde 2010 cuando fueron rescatados de una inundación y se decidió congelarlos para preservarlos mejor. Descubrir cuál es el estado de conservación del papel y la tela, donde fueron dibujados, y digitalizarlos es parte de las tareas que tienen por delante en el Laboratorio Patrimonial Centenera, un espacio creado con materiales reciclados del subte dedicado a la preservación y restauración de piezas patrimoniales.
Balanzas que serán restauradas y volverán a la línea A, comandos de señales, antiguas cabinas de madera y carteles de diferentes estaciones son parte de los elementos con los que se pretende rescatar la historia del subte. Un ejemplo son las miles de mayólicas retiradas de la red o que aún están en los cajones originales de cuando llegaron en barco desde los países fabricantes. Las más viejas pueden ser de principios de 1900.B
Allí, con hornos especiales que se instalarán en las próximas semanas, se prevé trabajar en la restauración de esas piezas cerámicas para la puesta en valor de los espacios patrimoniales. “De las 90 estaciones de la red al menos 30 fueron declaradas Monumentos Históricos y las mayólicas también. Reproducirlas, por rotura o cuando se retiran por alguna obra, es un trabajo muy técnico que las empresas no suelen hacer por lo que decidimos crear nuestro propio espacio”, cuenta María Videla, de la gerencia comercial de Sbase que maneja el área patrimonial, en una recorrida por el laboratorio.
Además de las mayólicas, el lugar conserva murales que fueron retirados de sitios donde avanzaba la humedad. El laboratorio se encuentra en una etapa de catalogación para saber cuántas piezas tienen en stock y, en base a eso, realizar un mapeo de toda la red. Con ayuda de entidades especializadas se pretender generar una especie de historia clínica de cada cerámica. Sbase está cerrando acuerdos con la Universidad Nacional de las Artes, el Inti y el INTA que ayuden a determinar la composición de cada una de ellas.
Las mayólicas y la colección de planos son las estrellas del lugar. En 2010 la ciudad cerró un acuerdo con la Universidad Tecnológica (UTN) para digitalizar toda la hemeroteca, recuerdan en Sbase, pero una inundación frustró los planes. Entonces una comisión patrimonial de la Legislatura recomendó rescatarlos del agua y congelarlos para que se conserven en el mejor estado posible. “No hay antecedente de una colección congelada durante tiempo por lo tanto se está estudiando cuál es la reacción del papel y de la tela porque hay planos de 1813 en adelante de subtes, tranvías, boleterías, uniformes, Ferrocarril del Oeste. Nos sirve para recomponer la historia”, explica Andrea Rocca, del área de patrimonio de Sbase. Ya hay casi 3000 planos descongelados y archivados; todos los documentos serán digitalizados en el mismo laboratorio.
Más allá de este trabajo específico, el Laboratorio Patrimonial Centenera busca ser un espacio abierto a la comunidad y convertirse en una pieza de museo donde se exhiba la historia del subte. En un auditorio armado con piezas recicladas de la red, principalmente cartelería, se darán capacitaciones y charlas al personal propio, pero también a toda la sociedad interesada.
“Reutilizamos los materiales sobrantes de obra o en desuso que estaban guardados en depósitos. Uno de sus usos fue para la instalación de un auditorio envuelto en carteles de estaciones y señalética como revestimiento. Será de capacitación interna aunque también para los ciudadanos, principalmente de la comuna 6. Será un espacio abierto a la comunidad”, explica Rocca.
En el auditorio se colocarán antiguas butacas que formaban parte de un microcine de una sede de Metrovías de la calle Bartolomé Mitre donde se pasaban películas los fines de semana. El auditorio tendrá 100 metros cuadrados de superficie y capacidad para 90 personas.
Entre los objetos a restaurar se encuentran tres balanzas de uso personal y de origen alemán que tienen protección patrimonial. Los encargados de la conservación se contactaron con los fabricantes que ya enviaron los planos para ser traducidos y comenzar el proceso de restauración. Mesas de señales, cospeles de distintas épocas, molinetes y objetos de señalamiento también son parte del inventario del laboratorio.
Del mismo forman parte unos 30 ventiladores que se sacaron de las estaciones y tenían destino de chatarra, pero que son parte de un proyecto propio dentro del mismo laboratorio. “La idea era hacer algo sustentable, pero sin tener que instalar paneles solares. Pensamos en los ventiladores y nos contactamos con un investigador experto a quien le enviamos dos ventiladores para generar una transformarlos en aerocargadores”, cuenta Videla. El experto consultado es el ingeniero Guillermo Catuogno, de la Línea de Electrificación Aislada Sostenible del Laboratorio de Control Automático de la Universidad Nacional de San Luis/Conicet.
El proyecto es financiado a través del Programa Nacional de Tecnologías para Inclusión Social del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Nación. Consiste en buscar, rediseñar, reparar y reutilizar esos ventiladores industriales en desuso y sin funcionamiento en generadores de energía eólica para instalarlos en el exterior del Laboratorio Patrimonial. Se estima que una vez finalizado, aproximadamente un 80% de la energía que necesita el taller para funcionar se obtenga a través de los aerocargadores.
En la adaptación de los generadores participarán, además de la Universidad Nacional de San Luis, la escuela técnica ENET 17 Don Cornelio Saavedra, la Fundación Funicomapiy la Unidad 47 del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Otro de los hitos del Laboratorio será la restauración de uno de los cuatro coches Preston de 1912 que integraba la única formación inglesa de la Línea A (uno se incendió en la década del 20 y otros dos fueron restaurados por la Asociación Amigos del Tranvía). El proyecto consiste en trasladarlo al laboratorio para comenzar su puesta en valor y restauración y para luego exhibirlo como material rodante patrimonial de la empresa.
Fuente: La Nación