La Casa Fernández Blanco nació hace un siglo como el primer museo privado de la Argentina para albergar las valiosas piezas que Isaac Fernández Blanco traía de sus viajes a Europa en la década de 1880. Coleccionista apasionado, tenía una sala de música para exhibir instrumentos de cuerdas como violines y violas Guarneri, Landolfi, Guadanini y Mantegazza. Ayer, en la reapertura de la casona histórica ubicada en Monserrat, los músicos Pablo y Mariana Saraví ofrecieron un concierto con violines del acervo del museo, creados por el luthier italiano Camilo Mandelli.
En el marco de los festejos por el centenario del Museo Fernández Blanco, la sede de la calle Hipólito Yrigoyen al 1400 reabrió las puertas al público para exhibir las colecciones de arte de los siglos XIX y XX. Después de un amplio trabajo de puesta en valor del palacete, que fue posible gracias a un subsidio otorgado a la Asociación de Amigos del Museo por la Fundación American Express Internacional, ahora se lucen el Salón Dorado y la sala de Pintura y Platería criolla, que alberga la colección más importante de Sudamérica. Allí trabajó en vivo el platero Mauro Sabbatini: a lo largo del acto, con música clásica de fondo y bajo la mirada de los asistentes, creó una placa conmemorativa por los cien años de vida de la institución.
En el Salón Dorado, joya de la casa que funcionaba como sala de música, Fernández Blanco exhibía sus preciados instrumentos y recibía a los invitados a los conciertos que ofrecía. Melómano, era músico aficionado. Ahora, los visitantes pueden ver algunas piezas de alto valor que, antes de la restauración, estaban guardados en depósitos: tres violines, dos mandolinas, dos pianofortes y una zanfona.
Con dorado a la hoja en techo y molduras, igual que en los salones dorados del Teatro Colón y de la Casa de la Cultura, en ese ambiente se hicieron trabajos de yesería y pintura artística en las paredes y marquetería de pisos. Impecable, fue centro del festejo por la reapertura con intervenciones musicales de los Saraví, que interpretaron un dueto de Boccherini de tres movimientos en formato de performance. En el hall central, el pianista Bruno Malinverni tocó obras de autores de fines del siglo XIX y principios del XX como Debussy, Joyce, Ravel, Durand, Satie y Puccini.
“Es la segunda sala de instrumentos del Fernández Blanco: la primera que inauguramos está en la sede del Palacio Noel. Con ellos empezó la historia de la casa como museo privado. El 25 de mayo de 1922, cuando Fernández Blanco vende en un valor simbólico la propiedad a la municipalidad y dona su colección completa, nace la historia institucional del museo”, dijo Jorge Cometti, director de la institución dedicada al Arte Hispanoamericano. Cuando Fernández Blanco murió, en 1928, el museo contaba con más de 9.500 piezas.LOS SESENTA AÑOS DEL LARRETA
La recuperación de la casa se hizo en etapas: antes de la pandemia se habían restaurado la sala de abanicos, el salón comedor y las salas de indumentaria, accesorios y fotografía estereoscópica. En la planta baja están las cuatro salas con la muestra permanente de muñecas y juguetes antiguos donados por las hermanas Castellano Fotheringham.
“Fernández Blanco fue una figura excepcional: un coleccionista apasionado, con conocimiento y buen gusto, y también una persona muy generosa, que decidió donar su importante colección a la ciudad”, dijo Walter D’Aloia Criado, presidente de la Asociación de Amigos. El trabajo de la entidad fue clave para lograr los fondos para la restauración.
Entre los proyectos a corto y mediano plazo figuran la puesta en valor de la casa de Oliverio Girondo, ubicada en Suipacha al 1400, donde funcionaban oficinas técnicas y administrativas del museo. Y la inauguración de una sala especial en la sede del Palacio Noel para exhibir piezas de platería donadas recientemente que integran la segunda colección más importante, después de la de Fernández Blanco.
Fuente: Natalia Blanc, La Nación