La pandemia no fue un obstáculo, sino un estímulo más. Copenhague sumó un nuevo museo, pero uno muy especial en estos tiempos amargos, dedicado a la felicidad: se inauguró el Happiness Museum.
No es casual que sea justamente en Dinamarca donde se abra una iniciativa de este tipo. El pequeño país escandinavo suele estar en los primeros puestos en un particular ránking que mide año tras año el nivel de felicidad mundial, avalado por las Naciones Unidas.
Para la difícil tarea de mostrar y también contagiar la felicidad a los visitantes crearon ocho salas en una construcción de finales del siglo XVIII (calle Admiralgade 19) en el centro histórico de la capital danesa, con diferentes abordajes y propuestas interactivas, en las que se puede ver un mapa con el ranking de la felicidad, los secretos de la felicidad nórdica, un espacio para la inteligencia emocional y hasta acceder a libros de autoayuda. Un circuito guiado por la felicidad, para verla desde diferentes ángulos.
El museo fue creado por el Happiness Research Institute, un grupo de expertos que busca explicar por qué algunas sociedades son más felices que otras e intentan alentar a los legisladores del mundo a incluir el bienestar como parte integral del debate de políticas públicas.
La idea de abrir este museo surgió después de que Meik Wiking, director del Happiness Research Institute y autor de best sellers internacionales como «Lykke. En busca de la gente más feliz del mundo» y «Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas», recibió durante años pedidos de gente que quería visitar su monótona oficina.
«Entonces pensamos, ¿por qué no creamos un lugar donde las personas puedan experimentar la felicidad desde diferentes perspectivas y les ofrecemos una exhibición donde puedan volverse un poco más sabios en torno de algunas de las preguntas que intentamos resolver?», explica Meik Wiking en una entrevista con CNN.
Desde que abrió, hace apenas un mes y medio, sumerge a los visitantes en un recorrido por la felicidad global, muestra cómo cambió este concepto tan escurridizo con el paso del tiempo y cómo se percibe en diferentes regiones.
Los visitantes (pueden recibir hasta 30 personas de manera simultánea que deben seguir un sentido de circulación único para mantener distancia social), caminan entre paneles de colores videos, imágenes y modelos 3D de un cerebro.
También organizaron una exhibición con objetos que recibieron desde diferentes partes del mundo, que representan felicidad para sus antiguos dueños y que ayudan a contextualizar cómo se ve este estado en otros sitios.
«Podemos ser daneses, mexicanos, norteamericanos o chinos, pero ante todo somos personas. Son las mismas cosas las que impulsan la felicidad, sin importar de dónde venimos, y espero que la gente lo vea en la exposición», dice Wiking.
Uno de los puntos centrales del pequeño museo de apenas 240 m2 es mostrar por qué los países nórdicos tienen los niveles más altos de felicidad del mundo. En el último Informe Mundial sobre la Felicidad, que se conoció en marzo y clasifica a 153 países según el grado de felicidad que sus ciudadanos perciben de sí mismos, los escandinavos prácticamente se roban el top five: Finlandia encabeza la lista, Dinamarca sigue el segundo lugar, en el cuarto puesto Islandia y en el quinto, Noruega. Suiza, logró la tercera ubicación. Argentina está en el puesto 56 y el desdichado Afganistán, en el último lugar.
Uno de los secretos daneses que ayudan a la felicidad hay que buscarlo en el famoso hygge, un término que no tiene una traducción exacta, pero que hace referencia a disfrutar de las pequeñas cosas, en la intimidad de casa y en familia. Cosas sencillas, como una almohada mullida, una sopa humeante, una caricia en el momento justo. También el concepto pyt, la actitud positiva para minimizar un problema y restablecerse.
Un buen lugar para reflexionar (aunque sea a la distancia y sin poder visitarlo todavía), sobre lo que realmente nos da felicidad y qué vale realmente la pena esforzarse por conseguir.
Fuente: Andrea Ventura, La Nación.