Es una retrospectiva que reúne obras emblemáticas de Ferrari, recordado por su mirada crítica sobre la Iglesia, la política, el colonialismo y la violencia.
La muestra en el icónico espacio parisino, que se podrá visitar hasta fines de agosto, toma el nombre de un libro de poesías homónimo de Ferrari (1920-2013), en donde el artista advierte sobre una «crueldad tan íntimamente mezclada con la bondad, que la oculta».
Entre las obras que integran la exposición figuran su más famosa, «La Civilización Occidental y Cristiana» (1965), la escultura de Cristo crucificado en las alas de un avión de combate estadounidense, en referencia a la guerra de Vietnam, así como también su serie «Nosotros no sabíamos» (1976), ese conjunto de recortes de notas periodísticas que denunciaban la desaparición de personas durante dictadura cívico militar en Argentina, régimen de facto en el que también su hijo Ariel fue desaparecido y el artista debió exiliarse en Brasil.
«Para nosotros era importante rendirle homenaje, y uno se da cuenta de la importancia que tiene, teniendo en cuenta la situación actual», dijo a la agencia de noticias AFP Nicolás Liucci-Goutnikov, uno de los curadores, a propósito del desembarco de Ferrari al prestigioso museo francés. El Pompidou, por su parte, invita al público a recorrer el proyecto creativo de un artista que «dedica su obra a poner de manifiesto la barbarie del mundo liberal occidental», a través de un discurso «anticolonial» y «anticlerical», entre otras definiciones.
A lo largo de su carrera, León Ferrari construyó una obra que moviliza a las y los espectadores a tomar posición frente a la intervención artística, una obra que interpela, conmueve y enoja, marcada por la visibilización y la denuncia de la violencia, la exclusión, el disciplinamiento y la tortura. «El arte no es belleza ni novedad, sino eficacia y desorden», definió una vez el artista, en cuyas obras trabajó la escultura, la sonoridad, el collage, las instalaciones o los objetos, entre otros cruces y formatos.
De profesión ingeniero, escultor autodidacta, cosechó el reconocimiento local e internacional, que alcanzó su punto máximo en 2007, cuando fue elegido mejor artista en la Bienal de Arte de Venecia donde se le otorgó el «León de Oro», el mayor galardón de una de las bienales más prestigiosas del mundo.
Su obra se exhibió en el MOMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, España y en la Pinacoteca do Estado de San Pablo, Brasil.