Frente al riesgo de que sean nuevamente vandalizadas, nueve esculturas permanecen hoy custodiadas por expertos en el predio de Palermo en el que se las puso en valor. Entre ellas se destaca Diana fugitiva, históricamente emplazada en el Parque Lezama, que fue pintada con grafitis en sucesivas oportunidades y, por la fragilidad del mármol, no podría soportar nuevas agresiones.
«En preservación dentro del predio de Monumentos y Obras de Arte (MOA) [la dependencia encargada de restaurar esculturas que son patrimonio de la Ciudad] hay un total de nueve piezas, que debido al vandalismo no serán emplazadas por el momento», revelaron a LA NACION fuentes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño.
Aclararon que otra de las muy valiosas obras en custodia en el MOA, la Ondina del Plata, que coronaba una fuente dentro del Jardín Botánico, volverá antes de fines de año al parque. Pero lo hará «resguardada»: se la instalaría en el hall de acceso a la casona, en un espacio cerrado.
Según informaron voceros del ministerio, en lo que va del año el gobierno porteño gastó en total $40.223.929 para poner en valor obras de arte vandalizadas en parques y plazas.
Otras estatuas instaladas en el espacio público corren peor suerte, ya que son directamente sustraídas de su base. Tal es el caso de La Niña feliz, que había sido colocada en la Plaza Reina de Holanda, en Puerto Madero, y desapareció durante una tormenta. El misterio terminó cuando la embajada de ese país confirmó el robo.
El templete del Parque Lezama que alojaba a Diana fugitiva Fuente: LA NACION – Crédito: AFV
La Ondina del Plata o La primavera es la escultura más importante del Botánico; su autor es quien fue considerado el primer escultor argentino, Lucio Correa Morales. Sin embargo, no podrá posar nuevamente en la fuente con plantas acuáticas en la que estaba desde principios del siglo XX. Allí sufrió la mutilación de un brazo y la quebradura de un pie, hasta que fue traslada al predio del MOA a mediados de 2018.
En cuanto a Diana fugitiva, ingresó también el año pasado al MOA. Allí la limpiaron y le restauraron las cascaduras, por lo que hoy puede ser apreciada en forma gratuita por el público que acude al lugar, situado a metros del Jardín Japonés, donde se exhiben las piezas reparadas por los expertos.
Salvaguardar
Diana fugitiva se hallaba sobre la barranca del Parque Lezama, en el barrio de San Telmo, en el interior de un templete grecorromano o plazoleta techada, rodeada por cuatro esculturas que aún permanecen en su lugar. Es obra de Louis Vinieux y también se la conoce como Siringa, una ninfa del agua de la mitología griega. Cuando el dios Pan la vio, se enamoró de ella y empezó a perseguirla; para que no la encontrara, sus hermanas la convirtieron en un cañaveral. Pan abrazó las cañas y cuando escuchó el ruido que hacían con el viento, embelesado, creó la siringa, el instrumento musical más conocido como zampoña, que consiste en varias flautas paralelas unidas.
Graciela Fernández, presidenta de la ONG El Mirador del Lezama, se lamentó de que «distaba de ser pacífico el asentamiento de Diana. Innúmeras veces ha sido pintada, usada para montarse sobre ella, grafitada y quebrada». Según la vecina, las continuas limpiezas que le efectuaron ya hacen perceptibles pequeñas fisuras. «Deberíamos buscar la forma de salvaguardar ‘hasta que aclare’ el bellísimo patrimonio en el espacio público que corre serios riesgos de desaparecer», sugirió.
Dentro del conjunto de esculturas que se hallan en custodia también se destacan La sorprendida, Leandro y Hero, los bustos del General Manuel Belgrano y del Brigadier General Saavedra, informó el Ministerio de Ambiente y Espacio Público. La mayor parte de las obras en preservación no serán reemplazadas por réplicas, a excepción de los bustos de los próceres, cuyas copias ya fueron dispuestas.
Por otro lado, en proceso de restauración hay ocho piezas en el predio del MOA, de las cuales las más importantes son el grupo escultórico Familia de ciervos y el Monumento a España. También cobija siete esculturas que permanecen en guarda mientras se remodelan los espacios en los que están habitualmente emplazadas, entre ellas, Juana de Arco y El inmigrante.
Fuente: Virginia Mejía, La Nación