Pinta edificios patrimoniales como una forma de expresar su amor por Buenos Aires

Luis Mango es arquitecto y actor. Tras una situación límite con internación incluida durante la pandemia, comenzó a investigar y pintar escenas urbanas.

Luis Mango pinta edificios patrimoniales de Buenos Aires. Aquí las cúpulas del Barolo y La Inmobiliaria. Juan Mango

Primero fue arquitecto, luego actor, más tarde pintor de acuarelas. Cual hombre del Renacimiento, Luis Mango se reinventa cada diez años. Las actividades no le demandan ninguna exclusividad, sino que conviven en él por su “componente estético”.

Luis Mango en acción, pintando las torres del Otto Wulff.
Luis Mango en acción, pintando las torres del Otto Wulff.Juan Mango

Este artista visual hizo su debut público en la Feria Bada, pasados los 60 años, luego de estar en situación límite, internación incluida, durante la pandemia por coronavirus.

Hoy algo de su obra puede verse en La Manzana de las Luces y es un homenaje a su colega, Virgilio Colombo: la acuarela del Pabellón del Centenario, una majestuosa obra de 1910, el único de los 35 edificios construidos para la Exposición Ferroviaria y de Transportes del Centenario que sigue en pie, aunque muy deteriorado.

El pabellón de Virgilio Colombo en la Exposición Ferroviaria y de Transportes del Centenario.
El pabellón de Virgilio Colombo en la Exposición Ferroviaria y de Transportes del Centenario.Foto: Ennio Ayosa

Luis Mango es quien, con su formación en restauración de monumentos, se ocupó de concretar la restitución de la marquesina del Café Tortoni y también trabajó en la recuperación del Palco de Música en las Barrancas de Belgrano.

La actualidad lo encuentra pinceles en mano, pintando con colores diluidos en agua algunas de las construcciones más emblemáticas de Buenos Aires, donde nació hace 66 años.

El edificio Kavanagh.
El edificio Kavanagh.Gentil

El Pasaje Barolo con su cúpula tan característica; el Kavanagh, que fuera alguna vez el edificio más alto de la ciudad; o el primer proyecto del Teatro Colón, de 1888, que lo inspiró a escribir Los Pastichiotti, una obra que estrenó en 2019. La historia está centrada en la trágica muerte de Vittorio Meano, el diseñador del coliseo principal de la ciudad, quien murió asesinado por el mayordomo que era el presunto amante de su esposa, Luisa. Mango se formó en dramaturgia con los maestros Mauricio Kartun y Ariel Barchilón.

El Teatro Colón de Tamburini.
El Teatro Colón de Tamburini.Gentileza Luis Mango

El Congreso de la Nación, el Galpón Eiffel, el Otto Wulff, el edificio de La Prensa y la Torre de los Ingleses son otros temas que conforman su itinerario de acuarelas porteñas. “Me conmueve su armonía y los pinté porque sentí que me llamaban para hacerlo y hasta que no los terminé, no se me fueron de la cabeza. Después, sentí una liberación”.

Luis Mango y la Torre Monumental, también conocida como Torre de los Ingleses.
Luis Mango y la Torre Monumental, también conocida como Torre de los Ingleses.Juan Mango

“Con la pintura todo es emoción, desde el flechazo inicial por el edificio hasta la ejecución de la obra”, dice, apasionado con la técnica que hizo famosa en el medioevo el célebre Rafael. De este oficio, continúa, “me gusta mucho que sea absolutamente individual, no tengo que acordar nada con nadie, ni horarios, ni materiales, ni temas, lo que le da mucha fluidez y libertad al trabajo”.

Primero aparece la curiosidad, luego el deseo de conocer la historia, la emoción surge al conectarse imaginariamente con los personajes que habitaron o circularon por ahí. Luego llega la tarea de acariciar el papel o la tela, dejando en ellos su mirada.

El edificio de la Legislatura porteña.
El edificio de la Legislatura porteña.Gentileza Luis Mango

“Siempre me interesaron los edificios antiguos y me preocupa su falta de cuidado. Por eso cursé el posgrado en restauración de monumentos de la Universidad del Nordeste y dibujé en tinta y escuadra para publicaciones del Centro de Investigaciones Históricas”.

“Cuando subo a un escenario, le doy una indicación a un operario, o paso el pincel cargado de pigmento pienso en la potencia de los gestos. Hay que bancarse el aquí y ahora, y además disfrutarlo”, asegura.

La iglesia de San Francisco.
La iglesia de San Francisco.Gentileza Luis Mango

Uno de sus maestros y amigos, que dejó un sello fuerte en su mirada, fue el arquitecto José María Peña, creador de la feria de antigüedades de San Telmo, con quien relevó las inigualables rejas que pueden verse en las fachadas de las casas de la ciudad bonaerense de Chascomús.

La pasión por Racing la heredó de su padre, Quico, quien le sugirió que les diera un lugar central a sus vocaciones artísticas luego de tener una formación universitaria. “Si no te vas a morir de hambre”, le había dicho. Por eso, aceleró su paso por la FADU, donde también enseñó, y a los 24 años ya obtuvo el título de arquitecto de la UBA. “Me encanta pensar en los escenarios para la vida de la gente, escucharla y pensar cómo satisfacer sus expectativas”.

Mango pinta detalles en la cúpula del edificio del diario La Prensa.
Mango pinta detalles en la cúpula del edificio del diario La Prensa.Juan Mango

El humor y el absurdo lo atraen en el teatro, acaso una herencia de su madre Azucena Gloria Evangelista, Cachila, quien desplegó el arte de la actuación hasta pasados los 90 años. Con esos mismos ingredientes trabaja en su estudio, Mango-Fontanet.

Fue actor fetiche de las películas del grupo Farsa, Filmatron, por ejemplo, basada en 1984 de George Orwell. Jazmín Stuart lo dirigió en la obra La rechazada.

En mayo de 2024, Mango expuso en Urbino.
En mayo de 2024, Mango expuso en Urbino.

Sus acuarelas viajaron por Europa y los Estados Unidos. En Málaga, España, le encargaron un mural, que es un caballo gitano en movimiento, homenaje al poeta granadino Federico García Lorca. En Bologna y Fabriano expuso la acuarela sobre el Pabellón del Centenario, que se encuentra ahora en Texas en el festival internacional Fabriano in Aquarello. En Urbino, realizó una performance creando frente al público mientras la escena se amplificaba en una pantalla gigante. “Fue estresante porque no había red, la acuarela es una técnica que no se corrige una vez hecha la pincelada”. Todo un desafío, a la vez que una experiencia única en una ciudad medieval “fantástica”.

Fuente: La Nación