Parque Las Heras: un grupo de arqueólogos trabaja para hallar restos de la cárcel demolida

Desde 1877 hasta 1962, en el espacio estuvo la Penitenciaría Nacional; con la excavación, los expertos buscan entender su funcionamiento. La Penitenciaría fue demolida en 1962 por el crecimiento urbano

«¿Cómo funcionaba la Penitenciaría que está debajo del Parque Las Heras?», se preguntan un grupo de jóvenes arqueólogos mientras excavan un sector del espacio verde donde estuvo ubicada la principal cárcel de la ciudad. Provistos de piquetas y guantes, trabajan a sol y sombra, a la vista del público que pasea entre la arboleda y se detiene con curiosidad a observarlos investigar dentro de un pozo. También los vecinos les ofrecen desde un mate hasta antiguos documentos del presidio de Palermo que funcionó allí entre 1877 y 1962.

Un total de siete integrantes de la cooperativa Arqueoterra, conformada por egresados de la Universidad de Buenos Aires pertenecientes a las disciplinas de Arqueología, Historia y Antropología Social, buscan desde mediados de febrero hasta el 15 del actual vestigios de la Penitenciaría Nacional, demolida y cubierta luego por varias capas de tierra para diseñar el parque. Están, a un metro de profundidad, dentro de una cuadrícula de 2 metros por 2 metros, donde estiman que se encontraba el hospital del presidio, cerca de la esquina de las avenidas Las Heras y Coronel Díaz.

«Hasta el momento encontramos parte de una suela de zapato que tal vez proviene del taller de oficios que funcionaba en el lugar, y también caños, ladrillos que pueden pertenecer a un horno, trozos del muro que rodeaba el edificio, vajilla, vidrios del boticario de hospital y un gancho cuyo uso debemos determinar», cuenta Axel Rex Weissel, integrante de la cooperativa. Según explica, la construcción del edificio tardó cinco años y fue demolido a mano y, luego, con el uso de dinamita. Bajo tierra quedarían los desechos, ya que la gente en ese momento se fue llevando lo que estaba en buen estado. Ahora los objetos encontrados son enviados a un laboratorio y luego serán trasladados a un museo a determinar.

Atractivo

Esta es la primera vez que en el Parque Las Heras se hace este tipo de investigación arqueológica. Los especialistas trabajan en el lugar los martes, jueves y sábados a la vista del público, a diferencia de otras excavaciones arqueológicas generalmente efectuadas en predios cerrados. «Es un museo integrado al aire libre, nos preguntan de todo, incluso cosas insólitas, como si estamos buscado un tesoro escondido de la mafia», añade el historiador Rodrigo Soto Bouhier, también de la cooperativa.

Muchas personas se detienen frente al obrador para contar anécdotas de cuando iban a jugar al fútbol sobre los escombros, o que lograron entrar al presidio para visitar a un familiar, o iban a comprar el pan dulce o colchones que fabricaban los presos.

El equipo de la cooperativa Arqueoterra, en plena tarea
El equipo de la cooperativa Arqueoterra, en plena tarea Crédito: Enrique García Medina

Luciano González, un vecino, recuerda que no hace mucho allí se intentó hacer un estacionamiento. «Menos mal que la Justicia no los dejó. No podrían excavar y no habría verde», dice sobre la prohibición de construir un estacionamiento en 2014, con el argumento de que pondría en riesgo árboles y el patrimonio arqueológico. Verónica Gluxmann, que camina por el lugar con dos niñas de unos ocho años, añade: «Saber de historia es interesante, por eso me detuve con las ellas para contarles». A su vez, una de las chicas comenta que va a ser antropóloga cuando crezca. «Sería divertido. Podés encontrar también bichitos», dice, mientras los observaba tamizar la tierra recogida.

Las tareas del equipo empezaron cuando, luego de hacer un meticuloso estudio previo, colocaron la cuadrícula con sogas, quitaron el césped y fueron bajando a través de capas para observar los cambios de material, con diferentes colores y texturas. «Es como si viéramos un corte de una torta o de un alfajor», explican los arqueólogos, que tienen el aval de la Dirección de Patrimonio de la Ciudad, de la comuna 14, del Museo Marítimo, del Presidio de Ushuaia y de la Fundación Azara.

Criminología

Desde 2015 Arqueoterra realiza trabajos de difusión científica de la labor arqueológica, tareas de impacto y rescate arqueológico, a la vez que funciona como equipo de investigación. En el caso del proyecto Parque Las Heras, buscan indagar en «la producción, concepción y desenvolvimiento del sujeto criminal en el espacio de la Penitenciaría a través de la relación entre el diseño del espacio arquitectónico y su relación con el castigo, la vigilancia y el disciplinamiento». Así, la intención es continuar excavando en otros sectores del parque en un futuro, especialmente donde se presume que estaba la torre de vigilancia. El segundo eje es analizar el vínculo del lugar con una concepción específica de lo que significaba ser un criminal entre fines del siglo XIX y principios del XX.

El edificio fue inaugurado en 1877 con el nombre de Penitenciaría Nacional. En ese momento se trasladaron 710 presos de la cárcel del Cabildo, debido a que la sobrepoblación y la pésima higiene hacían de aquellos calabozos recintos inhabitables. La construcción abarcó 10 hectáreas emplazadas en una barranca, conformada por pabellones para los presidiarios, casa de guardia, talleres de oficios, laboratorios de imágenes y otras estructuras. Todo el perímetro del terreno fue rodeado por una muralla de una extensión total de aproximadamente un kilómetro, con una altura que oscilaba entre los siete y los ocho metros y un espesor en la base de cuatro metros, y en la cúspide, de 2,80 metros.

Detrás de esos muros se registraron algunos hechos dramáticos del siglo XX, como las ejecuciones en 1931 de los anarquistas Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó.

En 1962 el presidio fue destruido porque, debido al crecimiento urbano, lo que en un momento fue una zona alejada del centro de la ciudad y prácticamente de campo terminó quedando rodeada de grandes edificios. Al ser un área con potencial inmobiliario determinó la desafectación de la Penitenciaría y su posterior demolición.

Para continuar con los estudios, para los arqueólogos es fundamental tener apoyo de los vecinos para alcanzarles todo tipo materiales y documentos que den cuenta del funcionamiento de la cárcel. Pero también consideran muy valioso recibir el aporte de nuevas anécdotas y recuerdos de aquel entonces, explican Paula Daniela Calandrón, Mauro Saiz Reales, Esteban Ali Brouchoud, Micaela Rossi y Sebastián Imposti, los otros miembros del equipo.

Quienes deseen colaborar pueden ir al lugar o contactarse a través de la página web www.arqueoterra.org.ar, o las redes sociales, explicaron.

Fuente: Virginia Mejía, La Nación