Desde enero de 2019, cuando reabrió el Centro Cultural Recoleta después de permanecer cerrado por refacciones durante 420 días, la fachada del edificio histórico -diseñado por Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit- se convirtió en un enorme lienzo intervenido por murales de colores. El frente cambia con cada nueva programación. Ahora, cuando faltan once días para la inauguración de la Bienal de Arte Joven, luce un azul eléctrico de fondo y un par de figuras con cabeza de pájaro firmados por Renata Schussheim. La artista fue convocada especialmente para crear el arte de la bienal 2022 y el diseño de la fachada: sus pájaros también aparecen en los afiches promocionales y en objetos de merchandising como libretas y bolsas de tela.
Como ya sucedió con la mona pop de Edgardo Giménezen septiembre de 2019 y, antes con el mural del artista Yaia dedicado al amor y la diversidad, nada queda del histórico tono rosado del frente, que caracterizó al Recoleta desde que fue inaugurado en 1980.
Apenas aparecen los andamios que indican que la fachada será intervenida una vez más, vecinos del barrio y antiguos habitués del centro cultural lanzan sus quejas y críticas por las redes: lo curioso es que no reclaman el regreso del rosa viejo, sino que lamentan los colores estridentes utilizados en los murales. También, la estética. “Una lástima ese desperdicio de pintura”; “Qué cosa tan horrible”; “Me pregunto por qué lo pintan con tan mal gusto” son algunos de los comentarios de usuarios de Twitter, desconformes con la nueva obra.
Uno de los primeros críticos de las intervenciones artísticas fue Bedel, que dijo a LA NACION en 2019 que la pintura de colores estridentes elegida entonces para la fachada era “una obscenidad, una falta de respeto al contribuyente”. Indignado, en aquella entrevista había agregado: “Algunos dicen que cuando nosotros hicimos el proyecto, también intervenimos el edificio antiguo. Sí, pero lo hicimos respetando el edificio, no mamarracheándolo. Es un edificio público catalogado. Nadie tiene derecho a bastardearlo sin antes, por lo menos, no digo hacer un referéndum popular, pero sí un concurso. Acá hay artistas extraordinarios y no podemos terminar en esto porque creen que es moderno. Si esto es el arte joven, estamos fritos. ¿Por qué no pintamos la fachada de la Iglesia del Pilar también? ¿Por qué no pintamos la Casa Rosada, el Obelisco, el Teatro Colón?”.
Pero las intervenciones continúan, como parte del lanzamiento de cada nuevo ciclo. En diciembre pasado, la fachada amaneció cubierta por un blanco tiza que tapó la mona pop de Giménez. A los pocos días, lucía un naranja furioso, con una figura en verde, blanco y amarillo: el mural creado por Igor Bastidas, artista venezolano radicado en Nueva York, y realizado por el grupo Rojo Vivo, representaba diversas formas del amor. Fue inaugurado para recibir los visitantes en la última temporada del ciclo “Amor de verano”.
Declarado Monumento Histórico Nacional, dentro del conjunto que comprende el antiguo Convento de los Recoletos Franciscanos y el ex Asilo General Viamonte, por decreto 29.746 de 1948, el edificio del Recoleta está protegido por la ley 12.665 y no puede remodelarse. Pero puede intervenirse con obras como los sucesivos murales que cambian de color la tradicional fachada.
Anticipo de la bienal
Impulsada por la Subsecretaría de Políticas Culturales y Nuevas Audiencias del Ministerio de Cultura de la Ciudad, la Bienal de Arte Joven se desarrollará en el Recoleta entre el miércoles 20 y el domingo 24. Con entrada libre y gratuita, ofrecerá más de cien actividades en el centro cultural y en otros puntos de la ciudad.
Bajo el lema “El hábito de crear mundos”, en la quinta edición de la bienal habrá recitales, teatro, danza, cine, muestras visuales, ciclos de lecturas, presentaciones de libros y paseo gastronómico, entre otras propuestas.
La programación se puede consultar en este enlace.
Fuente: La Nación