En menos de seis meses desde su inauguración, en junio del año pasado, un millón de personas recorrieron este edificio, un inmenso espacio de diez mil metros cuadrados donde las obras -visiones de flores, plantas, peces, montañas y otros elementos siempre asociadas a la naturaleza- son producidas enteramente por 520 computadoras y 470 proyectores distribuidos por todo el lugar.
«Como en la naturaleza, el paisaje está cambiando y nunca verás el mismo escenario dos veces. Ese momento nunca se repetirá y nunca podrá volver a verse. Paisajes aparentemente inmutables, van, año tras año, por la eternidad», cuenta a Infobae Cultura el colectivo de artistas teamLab, un grupo de creadores interdisciplinario, que incluye ultratecnólogos, programadores, ingenieros, animadores de imágenes generadas por computadoras, matemáticos, arquitectos y artistas, cuya práctica colaborativa busca navegar por la confluencia del arte, la ciencia, la tecnología, el diseño y el mundo natural.
Las obras van cambiando literalmente a cada paso de cada visitante, una experiencia única y singular que invita a perderse en los laberintos de estas obras completamente digitales y que vibran a tono de cada estación. Un museo atípico, sin mapa o recorrido predefinido, con obras de arte que forman un mundo sin fronteras, salen de las habitaciones, se comunican con otras obras, influyen y, a veces, se entremezclan unas con otras sin límites.
Así, el clima se traduce en las imágenes que reciben a los visitantes por estos días marcados por la primavera nipona, los campos de arroz son pequeños y exuberantes. Luego, en verano, comienzan a madurar, y en otoño, adquieren un color dorado. Y con el paso del tiempo, también cambian los insectos y las flores que hacen su aparición. El movimiento de los insectos está influenciado por el movimiento y las acciones de las personas. Y a medida que la gente se mueve, el flujo de aire cambia y sopla las plantas de arroz o dispersa los pétalos de las flores en diferentes direcciones. Con este espíritu es que los artistas de teamLab van moldeando este particular centro de arte, cuyas «obras» van mutando cuando el calendario marca la llegada de una nueva estación.
Las flores de ciruelo se abren de febrero a marzo, mientras que las peonías brotan de abril a mayo, por mencionar algunas de las creaciones cambiantes y vistosas que se presentan ante el espectador.
Pero además, las obras cambian por la interacción entre los propios visitantes. En el denominado Bosque de lámparas resonantes, otro de los impresionantes espacios del museo, brillan suspendidas desde el techo cientos de lámparas circulares que imitan el impresionante efecto de la ceremonia de los cherry blossom, la llegada de los cerezos en flor, un tradicional evento casi mágico que cada año disfrutan miles de personas en Japón y que el museo, de manera digital, intenta emular.
En una era signada por la apabullante tecnología que promete colarse cada vez más en nuestras vidas, el teamLab Borderless encontró una ecuación casi perfecta entre naturaleza y arte, o al menos, en el modo de percibirla y de inspirarse en ella para sus creaciones.
Las obras funcionan como constelaciones y es por eso que se vuelve vital la relación con otros espectadores: uno puede ingresar a una gran sala repleta de etéreas y luminosas lámparas que cambian de color al acercarse, pero que volverán a cambiar de tono cromático si se acerca ésta vez otro de los visitantes.
«TeamLab pretende explorar una nueva relación entre los seres humanos y la naturaleza, y entre uno mismo y el mundo a través del arte. La tecnología digital ha permitido al arte liberarse de lo físico y trascender las fronteras. teamLab no ve límites entre los seres humanos y la naturaleza, y entre uno mismo y el mundo; uno está en el otro y el otro en uno. Todo existe en una continuidad de vida larga, frágil pero a la vez milagrosa, sin fronteras», se presentan los artistas, a modo de manifiesto.
Las creaciones de este colectivo interdisciplinario se han visto en numerosos espacios artísticos del mundo y se encuentran en la colección permanente de museos y galerías de Sydney, San Francisco; Nueva York, Estambul, Melbourne y Helsinki, entre otras ciudades. Un largo camino desde su primer exposición en con la que debutaron en el mundo del arte en 2011, en la galería Kaikai Kiki en Taipei gracias al artista Takashi Murakami.
«Nuestras obras son interactivas y fomentan la participación de los espectadores, para que su presencia cambie el arte. Si un cambio causado por una tercera persona es hermoso, entonces la presencia de esa persona se vuelve hermosa y apreciativa. El espectador se convierte en un artista en nuestro espacio co-creativo y también lo hace más consciente de los demás de una manera positiva», opinan en un correo electrónico desde Japón.
Los teamlab ya afinan los detalles de las exposiciones que presentarán próximamente como por ejemplo Flores impermanentes que flotan en un mar continuo, en el Museo de Arte Contemporáneo del siglo XXI, Kanazawa, Ishikawa, Japón, desde agosto próximo; o una exposición en The Academy Museum of Motion Pictures de Los Ángeles, hacia finales de 2019. Además, acaban de ser reconocidos por sus sobresalientes logros en la 25 gala anual de los prestigiosos premios THEA que se otorgan en California.
–¿Creen que el museo se parece en cierto modo al futuro que le espera a la humanidad: una experiencia inmersiva y digital?
-No sabemos qué futuro le espera a la humanidad, todo lo que queremos hacer es explorar una nueva relación entre los seres humanos y la naturaleza a través del arte. La tecnología digital nos ha permitido liberar el arte de lo físico y trascender las fronteras. No vemos ningún límite entre nosotros y la naturaleza; uno está en el otro y el otro en uno. Todo existe en una larga, frágil pero milagrosa continuidad de vida. Lo que pretendemos hacer es crear una experiencia que convierta la existencia de otros que no conocemos en algo positivo. Es un modo de repensar la frontera entre el mundo y uno mismo. Aunque sea solo un poco, el mundo es algo que cambia debido a tu existencia. Creemos que existe una relación continua y sin fronteras entre nosotros y el mundo. En este museo, disolvemos los límites entre las obras de arte. Trascienden, se relacionan y se entremezclan. Al experimentar eso, podrías pensar que todo en este mundo puede estar sin fronteras, y eso provoca un nivel de belleza inspirador.
– ¿Y cuáles son las expectativas de esta idea a futuro?
-Experimentar la belleza del mundo sin fronteras no solucionará los problemas de mañana, pero después de 10 o 50 años, creemos que el comportamiento de las personas puede cambiar inconscientemente poco a poco debido a su nuevo estándar de belleza. Eso es lo que esperamos hacer. Cuando miramos el mundo a través de una lente intelectual, está lleno de problemas. Y cuando ves los problemas que no podemos resolver, simplemente te sientes desesperanzado. En esta era, pensamos que lo más importante, al menos como artistas, es buscar y afirmar una parte idealista de la humanidad y presentar una idea del futuro. No estamos hablando de una simple ficción de manga o videojuegos; sino, en cambio, un mundo ficticio ideal que puede realizarse de alguna manera. Hay problemas que no se pueden resolver en este mismo momento. Pero lo que podemos hacer es sugerir que podemos ser capaces de crear un mundo ideal una vez más al conectar las pistas que se pueden encontrar en la larga historia de la humanidad. Simplemente nos parece más importante crear el mundo que criticar al mundo.
–En una de las salas del museo los niños pueden diseñar sus propios animales marinos y luego esos mismos peces los ven nadando en un acuario digital, por las paredes de la sala. ¿Cómo creen que enriquece esta experiencia para los más pequeños?
-Estamos tratando de fomentar el concepto de creación colaborativa, o co-creación, entre todos. La inteligencia artificial podría reemplazar gran parte del trabajo existente que conocemos hoy en día. En una sociedad futura, los rasgos que solo los humanos poseen, como la creatividad, serán cada vez más importantes. Los humanos somos naturalmente colaborativos y creativos, sin embargo las oportunidades para fomentar experiencias co-creativas están disminuyendo. Y son muy importantes para la sociedad. Al centrarse en crear un cambio en las conexiones entre las personas, así como crear experiencias positivas, teamLab espera convertir los actos creativos individuales en actividades co-creativas. Esperemos que a través de disfrutar de la co-creación, las personas puedan encontrar creatividad en su vida diaria. Fue de tal deseo que nació este proyecto.
Fuente: Infobae