Echegaray Guevara junto a dos de sus esferas: en una se ve la pantalla con bitcoins y en la otra, el millón de dólares triturado.
Sobrino lejano del Che Guevara, artista cotizado internacionalmente, Alberto Echegaray Guevara lleva varios años interesado en volcar en el arte sus reflexiones sobre el dinero, las falacias de la política y la escenificación del sistema político y económico mundial. No elige, como Ernesto Che Guevara Lynch, primo segundo de su madre, la revolución armada. Pero se arma de cuanto recurso artístico puede y propone obras que detienen en el espacio público o, como en el Palazzo Mora, durante la Bienal de Arte de Venecia 2019, a un público deslumbrado por la creación y la tenacidad del argentino.
Mezclado con el arte africano que el Instituto Cultural Europeo auspició en la última Bienal del Veneto, antes de que la pandemia reseteara el mundo, Echegaray Guevara presentó su instalación Money & Crypto Talks, formada por tres esferas de cristal transparente de cincuenta centímetros de diámetro cada una. En una introdujo un millón de dólares triturados, en la siguiente un millón de euros en igual estado y en la tercera, 250 bitcoins, que en mayo de 2019 tenían un valor de un millón de dólares.
¿Pero cómo presentó los bitcoins si se trata de dinero virtual? Dentro de la esfera, un dispositivo similar a un pendrive exhibía al público la cotización en vivo en pantallas flexibles, en las que podía seguirse su equivalencia en dólares, euros y otras monedas de intercambio en el mercado de capitales. El objetivo de la obra era abrir un debate sobre la moneda de curso legal en el mundo y la del futuro, según dice Echegaray, abriendo una reflexión sobre el significado del dinero en la sociedad de consumo.
Una esfera que contiene un millón de dólares triturados.
Una esfera que contiene un millón de dólares triturados.
No demoró mucho un coleccionista reconocido en el mundo arte, de la Casa D’Aremberg, residente en Suiza y descendiente de la Casa Real de Austria, en interesarse en la obra de Echegaray, que adquirió al valor que el bitcoin tenía en 2019 y hoy cotiza en 8,5 millones de dólares.
Poner en cuestión el dinero y el espacio central que tiene en la sociedad contemporánea debe estar en sus genes. Aunque no conoció a su padre venezolano, quien murió antes de que Echegaray Guevara naciera, sí sabe que fue ciclista olímpico, afiliado del Partido Comunista, que fue invitado a Stalingrado (hoy Volgogrado) en tal carácter, que conoció bien al Che y a Fidel Castro, que visitó a Pablo Neruda en Isla Negra y que fundó una revista en la que se cruzó con Gabriel García Márquez, según cuenta telefónicamente a Clarín.
El artista, que tiene un MBA en administración de empresas y finanzas de la Universidad de Georgetown, vivió en Washington, se especializó en políticas públicas y desarrollo social, y desempeñó un cargo en el Banco Interamericano de Desarrollo, vive entre Estados Unidos y Buenos Aires, trabaja en un nuevo concepto artístico, el Homo Deus, y tiene previsto inaugurar una muestra en Buenos Aires cuando la pandemia, el coronavirus y las vacunas lo permitan.
Alberto Echegaray Guevara en su muestra «Money & Crypto Talks».
Alberto Echegaray Guevara en su muestra «Money & Crypto Talks».
–¿Cómo se le ocurrió esta obra, tan original, pero compleja de entender?
–Mi primer interés fue la desaparición del dinero en efectivo y la pérdida de ese derecho a ser anónimo que el dinero líquido permite. Luego observé que hace 40 o 50 años pedir un crédito o pagar con un instrumento de crédito no era bien visto, y era mejor tener efectivo. Pero eso cambió sustancialmente y hoy el dinero en efectivo es malo y disponer de crédito es bueno. Mi teoría es que nos encaminamos a una sociedad cuyo valor de cambio será el dinero electrónico. Con datos de la Reserva Federal de Estados Unidos le digo que sólo el ocho por ciento de los dólares que se imprimen están en circulación. El resto son asientos electrónicos en el mundo. Cada vez se usa más el dinero electrónico en operaciones de transferencia. Hay países que ya no usan efectivo y esa es la tendencia. Esto tiene que ver con la revolución de la tecnología y las redes. El último gran avance de las redes está en el cambio del sistema financiero internacional.
–¿Cuál es la ventaja de invertir en bitcoins? El Spam de mi correo electrónico se llena de mails que me dicen que soy rica en bitcoins y jamás respondo.
–El bitcoin rompe con el actual sistema monetario. Nadie es dueño del dinero que deposita en un banco, porque el banco le presta ese dinero a otra persona con una tasa de interés. Imagine usted qué pasaría si vamos todos al mismo tiempo a sacar nuestro dinero de los bancos. Las criptomonedas y el bitcoin nos dan la propiedad de nuestro dinero. Uno puede tenerlo en un pendrive con 24 claves, que son el respaldo del bitcoin. El sistema encripta cada diez minutos todas las transacciones en bitcoins para que no se pueda hackear. El bitcoin no está creado por un país ni por el sistema financiero. Está inmerso en un sistema tecnológico que permitirá que hasta el año 2130 haya 21 millones de bitcoins en el sistema. Ya hay compras de aviones, autos, casas que se hacen en esta criptomoneda.
–Y ahora conectemos esto con el arte, el glamour de la Bienal de Venecia, donde el dinero es ostensible, y cómo accedió usted a dólares y euros triturados.
–En realidad yo me presenté en la convocatoria para representar a la Argentina. Pero también envié el proyecto al Instituto Cultural Europeo que me eligió. A ellos les interesó mucho, porque cruzaba el arte y la tecnología. Los dólares y los euros triturados son reales. Me fui a la Reserva Federal e hice un recorrido donde vi cómo se destruyen dólares que sacan de circulación y reemplazan por nuevos billetes. Consulté si podía llevarme una cantidad de los destruidos. Me dijeron que no y que lo pidiera por carta. Lo hice, solicitando 20 kg de billetes triturados para una obra artística. Esto fue entre 2011 y 2014. Viendo esa operación me di cuenta que el dinero tiene valor hasta que se lo destruye, aunque no deja de tener la energía de la gente que lo usó para cosas buenas y cosas malas. Hice lo mismo con el Banco Central Europeo y con 17 bancos de países como Rusia, Sudáfrica, Japón, Brasil, Uruguay, México y Argentina, entre otros. Así hice 13 esferas, varias que tengo guardadas y otras fueron adquiridas por coleccionistas en la India o España. Curiosamente las instituciones de Europa y Estados Unidos me mandaron las bolsas de dinero triturado, pero mi país, Argentina, me lo negó.
Una imitación física de un bitcoin o criptomoneda. Foto AFP/Ozan KOSE
Una imitación física de un bitcoin o criptomoneda. Foto AFP/Ozan KOSE
–¿Le pareció raro o esperaba que Argentina no le diera ni un billete de cinco pesos?
–Argentina no tiene control de los billetes que se destruyen. Hay una investigación de Bloomberg al respecto. Tampoco hay asientos claros. Como no me respondían terminé sacando billetes triturados de los camiones de basura. La policía que los custodia no me dejó acceder, pero seguí los camiones para obtener las bolsas.
–¡Usted tiene una perseverancia admirable!
–(Se ríe) Sí, y terminé sacando el dinero que precisaba para armar una de mis esferas. Por el peso calculo la cantidad de billetes. Por ejemplo, un dólar pesa un gramo. Si pongo 10 kg en una esfera tengo un millón. El euro pesa un poquito menos.
–¿Y cómo imaginó introducir el bitcoin en la esfera?
–Como activo digital, el bitcoin cobra importancia en el futuro de la economía global. Decidí meterlo en una especie de pendrive donde están los códigos de esta criptomoneda y de esta forma la instalación se volvía fidedigna. Ese pendrive está conectado a un cable que lee en pantallas flexibles la cantidad de bitcoins y su cotización en tiempo real. En la inauguración me ocurrió algo muy interesante. Llegó un señor con otros más y se interesó en la obra. Hablamos durante varios minutos y le di mi tarjeta. Al día siguiente, alguien me llamó “en nombre de su alteza real, el príncipe de la Casa D’Arenberg”, que es un gran coleccionista y está en los boards de varios museos. Me preguntó si la obra estaba en venta y ahí nomás se hizo la transacción. En enero del año pasado la desinstalé del Palazzo Mora y viajé a Suiza. Le llevé al coleccionista la instalación a su villa. Cuando la compró 250 bitcoins equivalían a un millón de dólares. Hoy cotiza a 8,5 millones.
Echegaray Guevara vive entre Argentina y Estados Unidos. En la foto de 2018, está en Recoleta, junto a «Pinocho», su escultura contra la mentira y la corrupción.
Echegaray Guevara vive entre Argentina y Estados Unidos. En la foto de 2018, está en Recoleta, junto a «Pinocho», su escultura contra la mentira y la corrupción.
–Cuánto tiempo le llevó pensarla y crearla hasta que estuvo lista?
–Le puse mucho estudio y pasión. Me parece que estamos viviendo tiempos muy importantes en términos tecnológicos, y en cuanto al dinero, ésta es una época de quiebre. Pero la obra que más quiero es el Pinocho gigante que estuvo en Buenos Aires, en Recoleta, porque refleja lo que está pasando en el mundo. En ese Pinocho se condensan los escándalos de corrupción en el mundo, las mentiras de la política y la religión, incluso la ficción que es el dinero. Ahora esa instalación está en Roma, Italia, pero no se puede exponer por el Covid y el confinamiento. Para el arte el año 2020 ha sido un desastre. Quiero volver a instalarlo en una plaza en Buenos Aires y donarlo para que los chicos puedan disfrutarlo. El año pasado expuse algunas esculturas en espacios públicos. En Florida pude reunir varias esculturas que tienen que ver con el hombre del futuro. Lo llamo “Homo Deus”, porque muestra el conflicto entre el ser humano y la naturaleza. Llevo dos años trabajando en esto. La pandemia me disparó precisamente ese conflicto entre hombre y naturaleza, porque el homo deus se cree dios, pero en verdad somos partículas de polvo de estrellas y esto se aprecia cuando un virus invisible puede exterminarnos hoy o mañana.
–¿Cómo está planificando su presente en este 2021 tan incierto como 2020?
–Sigo trabajando en “Homo Deus” y estoy negociando con varios espacios en Argentina, porque quiero hacer una instalación que conceptualice todas estas preocupaciones sobre la ficción de las organizaciones políticas, el dinero, la religión, el dinero… y el potencial de ir al espacio desde donde vemos qué extraño es llamar tierra a un planeta que es sobre todo agua. Desde el espacio no se ven las divisiones entre países. Todo ha sido inventado por el hombre. Tal vez tomando distancia podremos ver las mentiras que hemos construido los seres humanos.
Fuente: Clarín